Capítulo 33: La Fiesta
Narra Brenda
Estaba en la calle, observando cómo mi padre se alejaba en su coche. Después, entré corriendo en la casa y me encerré en mi habitación, tratando de procesar lo que acababa de suceder.
Después de la discusión de mis padres, me encerré en mi habitación y pasó una hora antes de que bajara para hablar con mi madre. Al llegar a la sala, me encontré con una escena que me dejó sin palabras: mi madre estaba besando a un hombre. Sentí una punzada de dolor en el pecho y mi estómago se revolvió al reconocer a Sergio, el colega de trabajo de mi madre. Me acerqué para ver mejor, sin poder creer lo que estaba sucediendo.
- Mamá, ¿qué haces? - pregunté con extrañeza.
Ella se volteó para mirarme.
- Hija, ¿qué haces aquí? Te dije que te encerraras en tu cuarto - respondió ella.
Yo no podía creer lo que estaba viendo. Sergio se despidió y se marchó, mientras mi madre intentaba justificar su comportamiento.
- Creo que nos vemos después - le dijo a Sergio. - Gracias por venir a apoyarme, eres un gran amigo.
Vi cómo él le susurraba algo al oído y ella asentía con la cabeza. Luego, tomó sus cosas y se despidió con una voz ronca.
- ¿Y bien? ¿Qué hacía él aquí? - pregunté.
- Yo estaba deprimida y Sergio solo vino a consolarme - explicó mi madre.
- Vaya manera de consolarte - respondí con sarcasmo.
- Oye, ese beso que viste, fue solo un impulso... yo estaba deprimida y él se dejó llevar, y a mí me tomó por sorpresa - intentó justificarse mi madre.
Yo solo me quedé mirándola, sin saber qué decir.
- Aunque yo hubiera buscado que me besara, no estoy haciendo nada malo... Fue tu padre quien arruinó esta familia, no yo. Y tengo derecho a rehacer mi vida - dijo mi madre con voz firme.
- ¡Yo quiero conservar a mi familia como estaba! - grité, sintiendo la ira brotar en mi interior.
- Cálmate, no tienes derecho a cuestionarme... No olvides que yo soy tu madre - respondió ella enojada.
Subí a mi habitación, azotando la puerta con fuerza. Me molestaba que mi familia se estuviera desmoronando de esta manera.
Necesitaba distraerme de mi enojo, así que recordé la fiesta de Ian y decidí ir sola.
Como no era de ir mucho a fiestas, no sabía qué ponerme. Revisé el armario de mi hermana y encontré una crop top de encaje negro y una mini falda negra que le hacía juego. No lo pensé dos veces y me lo puse, junto con unas zapatillas del mismo color. No sabía si la ropa era adecuada para la fiesta, pero terminé de arreglarme, tomé mi bolso y bajé.
- ¿Y tú qué haces así vestida? - dijo mi madre poniéndose en mi camino.
- Voy a una fiesta - respondí sin rodeos.
- ¿A una fiesta? Son época de exámenes y las fiestas están prohibidas - dijo ella con voz autoritaria.
- No te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando. Yo también tengo que rehacer mi vida - dije sarcásticamente, haciendo referencia a lo que ella me había dicho.
Sin esperar a que me contestara, salí de la casa. Quizás estaba siendo dura con ella, pero no podía calmar mi enojo ni mi estrés por todo lo que estaba pasando en mi vida.
Tomé mi auto y me fui hasta la casa de Ian. Al llegar, parecía que había demasiada gente.
- Hola Ian, ¿llegué tarde? - pregunté al llegar a la fiesta.
Ian se giró para verme y pareció sorprendido al reconocerme.
- Bren, Brenda, ¿eres tú? Wow, no te reconocí, te ves... increíble. - tartamudeó.
- Necesito distraerme, mira qué buena fiesta, está repleto aquí. - dije tratando de sonar entusiasta.
- Vamos, entra, te alcanzo en un rato. - me dijo Ian.
Mientras caminaba por la fiesta, me di cuenta de que apenas conocía a nadie. Vi a algunas porristas con las que había hablado antes cuando salía con Tito, así que decidí unirme a ellas.
- Hola chicas, ¿puedo sentarme? - pregunté.
Al principio, la mayoría de ellas solo miraban mi ropa, pero Hannah, la capitana, con la que había hablado esa mañana, me contestó.
- Claro, siéntate. Eres la novia de Tito, así que ya eres nuestra amiga también. - dijo Hannah.
- Exnovia, en realidad. - corregí sin titubear.
Hannah y las demás se quedaron asombradas con mi respuesta.
- ¿Cómo? ¿Qué pasó? Vamos, cuéntanos. - insistió Hannah.
En ese momento, el encargado de la barra ofreció algo de tomar.
- Si queremos vodka para todas. - pidió Hannah.
- Yo solo quiero un refresco con hielo. - dije.
- No, no. También pide vodka, no nos dejes tomando solas. - dijo Hannah.
- Está bien, pero solo uno. - accedí.
"Al menos ya tengo con quien estar", pensé mientras bebía.
Y así pasé un buen rato inventando la razón por la que había terminado con Tito. No estoy segura de que se la hubieran creído, pero con todo lo que estaban bebiendo, probablemente la olvidarían pronto. Después, ellas quisieron ir a bailar, cosa que yo aún no me animaba.
- No importa, vayan ustedes, luego las alcanzo. Por cierto, ¿dónde conseguiste eso que estás tomando? - pregunté.
- Ahí en la barra. - respondieron las chicas.
- Ok, gracias chicas, después las alcanzo. - me despedí.
Me dirigí a la barra de bebidas, sintiéndome un poco mareada por las bebidas que ya había tomado. Pedí otra bebida y esperé a que me la sirvieran.
- ¿Le gustó la bebida? - preguntó el encargado de la barra.
- Sí, está deliciosa. Me da otro por favor. - respondí sonriendo.
El encargado me sirvió otra bebida y yo continué disfrutando de la música pegajosa que sonaba en el ambiente.
La música sonaba fuerte y pegajosa. Me daban ganas de bailar, pero no me animaba.
- ¿Te gustaría bailar? - preguntó un chico que estaba cerca de mí.
- Me encantaría, pero no sé si pueda mantenerme en pie. - respondí riendo.
- No te preocupes, te sostendré. - dijo él con una sonrisa.
Así que tomé su mano y nos dirigimos a la pista de baile, moviéndonos al ritmo de la música.
Narra Alan
Era ya tarde y el día había sido agotador. Había tenido mucho trabajo y además no podía dejar de pensar en lo que había pasado con Brenda. Sentía hambre y entonces recordé ese lugar donde vendían ensaladas, aquel lugar que tanto le gustaba a Brenda. Tomé una chaqueta, las llaves de mi auto y salí, pensando que esto me serviría para dejar de pensar en tantas cosas. Manejaba normal, incluso lento, hasta que encontré una casa llena de luces y música a todo volumen. Era obvio que se trataba de una fiesta, pero no me importó. Sin embargo, al ver que los chicos que estaban ahí eran mis alumnos, quise bajar para asegurarme de que todo estuviera bien. Después de todo, yo era su profesor y no quería ser un aguafiestas. Bajé del auto y me acerqué a un par de chicos que estaban afuera.
- Disculpen, ¿de quién es la fiesta? - pregunté con una sonrisa.
Los chicos fruncieron el ceño y se alejaron, pensando que yo era un aguafiestas. Sin embargo, me obligaron a entrar y averiguar qué estaba pasando.
Al entrar a la casa, lo primero que vi fue a Brenda bailando y gritando sobre una mesa. Los demás la rodeaban, viendo la manera grotesca en cómo bailaba y babeándose por la manera tan provocativa como estaba vestida. Inmediatamente sentí la necesidad de hacer algo para que ella bajara de ahí y no hiciera más el ridículo, pero no quería que sospecharan nada. Me acerqué a la mesa y ella me vio. Tenía miedo de que comenzara a decir tonterías y dejara ver que había algo entre nosotros.
- Oh Alan, Alan, únete a la fiesta - gritaba Brenda mientras saltaba sobre la mesa. Me quedé paralizado por un momento, sin saber qué hacer. Los demás chicos comenzaron a mirarme.
- ¡Alan! - exclamó ella - ¡Ven a bailar conmigo!
Mis nervios aumentaron, sabía que si seguía así iba a hablar de más. Entonces, decidí usar mi "poder de profesor".
- Ahora todos salgan de aquí - dije con autoridad - Las fiestas en tiempos de exámenes están prohibidas. Salgan si no quieren que pase una lista a la escuela de todos los que están aquí. ¡¡Ahora!!
Parecía que la advertencia había funcionado. Era lo bueno de ser el profesor, cuando doy una orden, la cumplen. En menos de cinco minutos, todos estaban fuera. Pero Brenda seguía sobre la mesa, así que me acerqué y la bajé de ahí.
- ¿Estás bien? ¿Qué hacías ahí arriba? - le pregunté mientras la tomaba de la cintura.
- Y ¿dónde están todos? Yo me estaba divirtiendo. Mira lo que tengo aquí - dijo levantando su copa. ¿Te gustaría probarlo? Es muy sabroso - dijo arrastrándome a la barra.
- No, no, deja eso ya - le dije - Creo que es mejor que te lleve a tu casa. No creo que Ian se haga responsable de esto - señalé a su amigo que se encontraba dormido en el sofá - Ven, toma tus cosas que te llevaré a tu casa
- No, no, yo no quiero ir a mi casa - dijo Brenda con desesperación - No quiero ir ahí, por favor, no me lleves para allá. Prefiero quedarme aquí
- No te dejaré aquí - le dije con firmeza - Ven, mejor vámonos
- ¿A dónde iremos? - preguntó ella.
Decidí desviar un poco la pregunta de Brenda y la ayudé a subir a mi auto, ya que estaba bastante borracha. Al llegar al estacionamiento, noté que su auto estaba allí, así que llamé a un amigo de confianza para que lo llevara a mi departamento.
- ¿A dónde vamos? - preguntó Brenda de nuevo.
- Creo que sería mejor que esta noche te quedaras en mi departamento, si no quieres ir a casa - respondí.
- Sí, llévame contigo - dijo ella, asomándose por la ventana y riendo a carcajadas.
- ¿Por qué no nos vamos a otra fiesta? - propuso.
- Lo siento, pero creo que ya se acabaron las fiestas por hoy - le dije mientras estacionaba el auto.
Finalmente llegamos a mi departamento y bajé del auto para ayudar a Brenda a salir. Al abrir la puerta, ella casi se cae, pero la sostuve con mis brazos.
Se veía tan frágil que lo único que quería era protegerla y besarla.
Entonces, ella levantó la cabeza y me dio un beso. Yo la acerqué más a mí y le correspondí el beso.