Capítulo 39: La Cita
Narra Brenda
Eran las 2 pm y yo estaba en mi cuarto revisando mi laptop, buscando ideas para tener una cita fuera de su departamento. Quería sorprender a Alan con algo especial y diferente. Fue entonces cuando encontré Shaftesbury, un pequeño pueblo en las afueras de Londres. Me intrigó la idea de escaparnos juntos a este lugar apartado y descubrir algo nuevo.
Investigué más sobre el pueblo en internet y descubrí que tenía un encanto único. Me emocioné al enterarme de que había un cine que proyectaba películas mudas. Una en particular llamó mi atención: "El sueño de mi vida". La sinopsis prometía una historia emotiva y romántica, perfecta para nuestra cita. Sin dudarlo ni un segundo, compré los boletos por internet, emocionada por la aventura que nos esperaba.
Después, decidí buscar un regalo especial para Alan. Quería que fuera algo simbólico y significativo. Navegando por una tienda en línea, encontré una hermosa corbata que parecía encajar perfectamente con su estilo. La compré con la esperanza de que le gustara y la usara en nuestra cita.
Pasé el tiempo esperando ansiosamente a que llegara mi pedido. Cada día que pasaba, mi emoción crecía aún más. Finalmente, después de una larga hora de espera, el paquete llegó a mi puerta. Lo abrí con cuidado y sonreí al ver la corbata, lista para ser entregada a Alan.
Solo me faltaba encontrar el momento perfecto para darle la sorpresa. Recordé que todavía estaba en la escuela, así que decidí aprovechar la oportunidad. Agarré mi cuaderno y lo sostuve en mi mano, para que pareciera que iba a estudiar en la biblioteca. Con cuidado, me puse la corbata alrededor del cuello y la oculté debajo de mi campera, emocionada por la reacción de Alan al verla.
Tomé mi auto y en menos de 5 minutos ya estaba en la escuela. Me aseguré de no ser vista por nadie mientras me dirigía al salón de Alan. Lo observé a través de la ventana con una sonrisa, notando lo lindo que se veía mientras estaba concentrado en su lectura. Mi corazón latía con fuerza, emocionada por la sorpresa que le esperaba.
Entré al salón con cautela y me acerqué silenciosamente a su escritorio.
- Hola - dije sonriendo.
Él me miró con sorpresa y abrió los ojos grandes.
- Señorita Brown - dijo señalándome con los ojos para que volteara - ¿Qué puedo hacer por usted?
Me sorprendió un poco su reacción. Luego, volteé sigilosamente y vi a un par de chicos mirándome. ¡Rayos! Me había olvidado de que Alan se quedó por el examen de recuperación. Rápidamente intenté actuar con normalidad.
- Me preguntaba si podría revisar mi tarea... por favor - dije entregándole el cuaderno que tenía en mi mano.
- Claro, no hay problema. ¿Podría esperar a que terminen de contestar el examen? - dijo tomando el cuaderno.
- Mm, de hecho me urge que lo revise ahora - dije bajando el cierre de mi campera. Él abrió los ojos sorprendido, pero trató de disimular. Y ahí vio la corbata que le había comprado, con un cartel que decía "Úsame, por favor" - Y saber si estoy en lo correcto.
- Claro, lo revisaré - dijo abriendo el cuaderno y encontrando las entradas del cine con una nota que decía "Hoy a las cuatro, en ese pueblito no nos conoce nadie"
- ¿Qué opina, profesor? - pregunté sonriendo.
- Está muy bien, es excelente - dijo sonriendo.
- Perfecto, se la entregaré al final del día - levanté el cierre de mi campera y tomé el cuaderno. Luego, antes de salir, le saludé con la mano y le sonreí sin que nadie lo notara.
Mientras caminaba hacia la puerta, sentí la mirada de los demás estudiantes sobre mí. Intenté mantener la calma y la confianza en cada paso que daba. Sabía que esta era una oportunidad única para sorprender a Alan y demostrarle mi interés.
Una vez fuera del aula, me detuve por un momento para tomar aire fresco. El sol brillaba sobre el campus, creando una atmósfera cálida y reconfortante. Aproveché la oportunidad para dar un paseo, disfrutando del paisaje y dejando que la emoción se apoderara de mí.
Mientras caminaba, recordé los momentos especiales que habíamos compartido juntos. Cada risa, cada conversación profunda, cada mirada cómplice. Me inundó una sensación de gratitud por tener a alguien como Alan en mi vida. Su apoyo y cariño me habían dado fuerzas para enfrentar cualquier desafío.
Llegó el momento de dirigirme a prepararme para la cita. Tomé mi auto y me dirigí a casa, sintiendo mariposas en el estómago y una sonrisa que no podía borrar de mi rostro. Mientras conducía, escuchaba música que me inspiraba y me llenaba de energía positiva.
Al llegar a casa, me sumergí en los preparativos. Tomé una ducha relajante y elegí cuidadosamente la ropa que luciría en la cita.
Estaba en mi cuarto, emocionada y nerviosa, preparándome para mi cita con Alan. Elegí cuidadosamente un hermoso vestido de color bordo que realzaba mi figura y unos zapatos de tacón a juego. Me hice un peinado con rulos que caían suavemente sobre mis hombros y me maquillé resaltando mis mejores rasgos. Quería lucir deslumbrante para él.
Una vez que estuve lista, salí de casa y tomé un taxi que me llevó directamente al imponente edificio donde se encontraba su departamento. Mi corazón latía con fuerza mientras ascendía en el ascensor, ansiosa por verlo.
Al llegar al piso donde se encontraba su departamento, me encontré con un pequeño obstáculo. Toqué el portero eléctrico cinco veces, pero nadie me respondió. Mi emoción comenzó a mezclarse con una pizca de preocupación. No quería que algo arruinara nuestra cita.
Decidí tomar el teléfono y llamar directamente a Alan. Respiré aliviada cuando escuché su voz al otro lado de la línea. Su tono cálido y familiar me tranquilizó al instante. Le expliqué la situación y él se disculpó por la falta de respuesta en el portero.
Narra Alan
Estaba llegando al edificio donde se encontraba mi departamento en una lujosa limusina cuando la vi, parada en la entrada. Mi corazón se aceleró al verla tan hermosa con su vestido bordo, que combinaba perfectamente con la corbata bordo que ella me había regalado.
De repente, mi celular sonó y vi que era ella quien me estaba llamando.
- Hola - contesté emocionado.
- Amor, ¿dónde estás? - preguntó ella impaciente.
- Estoy a punto de llegar. Pero antes, déjame decirte lo hermosa que te ves esta noche - le dije con sinceridad.
Vi cómo ella empezó a mirar a su alrededor, buscándome entre la multitud. Y entonces, nuestros ojos se encontraron. Sonrió sorprendida al verme dentro de la limusina esperándola.
- ¿Qué? ¿Creí que íbamos a tomar el tren? - dijo riendo, sin cortar la llamada.
- Quería sorprenderte, cariño. Pensé que te gustaría un poco de lujo en nuestro camino hacia la cita - le respondí con una sonrisa.
- Mm, ¿así que así es una cita con Alan Freeman? Fascinante - dijo con picardía.
- ¿Puedes colgar ya? - pregunté divertido, y ella colgó rápidamente.
El chofer abrió la puerta de la limusina con elegancia. Me moví unos centímetros para darle espacio y ella se sentó a mi lado, radiante. La rodeé con mis brazos y la besé apasionadamente mientras cerraba la ventanilla, dejando atrás el bullicio de la ciudad y adentrándonos en nuestra propia burbuja de amor y emoción.
Narra Brenda
Continuando con nuestra cita en el cine, la sala estaba casi vacía, solo había tres personas más, ninguna de ellas conocida. Tomamos asiento en medio y compramos pochoclos. La película comenzó y él me rodeó con sus brazos mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro.
En el momento más romántico de la película, nos besamos. Sus labios suaves y cálidos se encontraron con los míos, y sentí una oleada de emociones recorrer todo mi cuerpo.
- Eres hermosa - me dijo con una sonrisa, haciéndome sonrojar. Le devolví la sonrisa, sintiendo la felicidad llenar mi corazón.
Se acercó nuevamente para besarme, y en ese instante, el mundo a nuestro alrededor desapareció. Ya no podía concentrarme en la película, mis ojos y mis labios solo tenían atención para él. Ni siquiera me di cuenta de cuándo terminó la película.
Alan tomó mi mano y me guio hacia la salida. Sentí su cálido abrazo y supe que quería pasar más tiempo juntos.
- ¿Quieres pasar todo el día conmigo? - me preguntó, abrazándome con ternura.
- Eso me encantaría - respondí emocionada, sellando nuestras palabras con otro beso.
Así, continuamos nuestra cita llena de amor y complicidad, deseando que el tiempo se detuviera para poder disfrutar cada momento juntos.
Alan y yo continuamos nuestro paseo por Shaftesbury, disfrutando de la belleza del lugar mientras caminábamos tomados de la mano. Durante nuestro paseo, hablamos de nosotros, de nuestros planes para el futuro y hasta de cómo nos gustaría llamar a nuestros hijos si algún día los tuviéramos. También conversamos sobre libros, música, arte y tantas otras cosas interesantes. Era una cita perfecta, llena de conexión y complicidad.
Luego, llegamos a un centro comercial donde encontramos una cabina de fotos. Alan señaló la cabina y me preguntó:
- Brenda, amor, ¿quieres entrar?
- Me encantaría - Sonreí emocionada y respondí
Así que entramos a la cabina y comenzamos a tomar fotos. Al principio, hicimos poses divertidas y juguetonas, pero a medida que avanzaban las fotos, nuestras miradas se encontraron. Me perdí en el azul profundo de sus ojos y poco a poco él se acercó a mí. Como si fuera algo que esperábamos, nuestros labios se encontraron en un beso apasionado mientras la cámara de la cabina capturaba ese momento mágico. Nos separamos, pero nuestras sonrisas decían más que mil palabras.
Salimos de la cabina y tomamos las fotos impresas. Alan solo sonreía mientras las miraba. Señaló una foto en particular, donde nos estábamos besando, y dijo: "Me gusta esta". Yo asentí y respondí:
- A mí también. Sin duda, es mi favorita
Luego, echamos un vistazo al reloj y nos dimos cuenta de que era hora de irnos. Alan me invitó a cenar en su departamento y acepté emocionada. Le pregunté si él cocinaría y él respondió con una sonrisa:
- Haré el intento. Sabes que no soy muy bueno en la cocina
Después, Alan se acercó a mí y nos besamos con pasión. Luego, nos subimos a la limusina que nos esperaba para llevarnos a su departamento.
La cita continuó en su acogedor departamento. Alan se esforzó por cocinar su especialidad y disfrutamos de una deliciosa cena juntos. Durante la cena, nuestros ojos no podían apartarse el uno del otro y nuestras sonrisas eran constantes. Todo era simplemente perfecto.
Después de la cena, Alan sugirió con entusiasmo:
- ¿Te gustaría ver caricaturas?
Sonreí y respondí emocionada:
- ¿Existe una manera mejor de continuar una cita que viendo caricaturas con mi novio? No lo creo
Así que nos acomodamos en el sofá y pasamos alrededor de una hora riendo y disfrutando de nuestras caricaturas favoritas en la televisión. Era tan reconfortante y especial estar juntos de esa manera, sin preocuparnos de que nos vieran o de que alguien intentara separarnos.
En ese momento, me di cuenta de lo afortunada que era de tener a Alan a mi lado. Cada momento compartido era una confirmación de nuestro amor y de la conexión única que teníamos. Estábamos construyendo recuerdos inolvidables y fortaleciendo nuestro vínculo cada vez más.
La noche continuó con risas, abrazos y momentos de ternura. Nos sumergimos en el mundo de las caricaturas, disfrutando de la compañía del otro y de la sensación de estar en un lugar donde solo existíamos nosotros dos.
En ese instante, supe que había encontrado a alguien especial, alguien con quien quería compartir no solo esta cita, sino también el resto de mi vida.