Capítulo 37: Pasando la noche junto a ti
Narra Brenda
Las horas de clase pasaban lentamente, ansiando la hora de salida para poder ir a casa. Al fin llegó el momento y salí de la escuela, pero no había visto a Alan en todo el día. Al llegar a casa, mi padre estaba allí.
- Hey, ¿qué pasó en la mañana? - pregunté a mi padre.
- Bueno, hablé con todos tus profesores y me dieron la razón, bajaste mucho tu nivel académico, estás saliendo bien, pero no al nivel que estabas antes - respondió mi padre.
- Papá, solo estoy estresada, no es culpa de nadie, son muchas tareas… eso es todo - intenté justificarme.
- No creo que sea solo eso… tus profesores me dijeron que te está pasando algo que te tiene distraída - dijo mi padre preocupado.
- Entonces, todos mis profesores están de acuerdo contigo - respondí con sarcasmo.
- Me encantaría decir eso, pero tuve un pequeño problema con ese profesor que se cree supermodelo, el de literatura... - mi padre titubeó.
- ¿Con Alan? - pregunté alterada - ¿Con el profesor?
- Sí, bueno, nada grave, pero es mejor que ya no tomes esa clase, quiero que te cambies - dijo mi padre.
- ¿QUÉ? ¿QUÉ ME CAMBIE? ¿POR QUÉ? - grité - Cómo se te ocurre, de ninguna manera, es decir ¿qué pasó entre ustedes? Antes decías que te caía muy bien.
- Eso fue la primera vez que lo conocí, pensé que era un buen chico… pero resultó ser un insolente - justificó mi padre.
- No me pienso cambiar de clases - dije alterada.
- ¿Qué está pasando aquí? - interrumpió mi mamá - ¿Por qué tanto escándalo?
- Solo quiero que sepas que una vez intenté dejar su clase y todo salió mal, díselo mamá... - dije con frustración.
- ¿Están hablando de la clase de literatura? No, de ninguna manera tienes por qué dejarla, escucha Walter, el profesor Freeman estima mucho a tu hija, la ha ayudado demasiado, es mejor que arreglen sus problemas, sea lo que haya pasado hoy, no debes de dejar que eso le cause problemas a tu hija - intervino mi mamá.
- Solo quiero saber qué te está pasando… quiero que estés mejor... - dijo mi padre con preocupación.
- ¿Mejor? - interrumpí con un tono de sarcasmo - Me gustaba más cuando me ignorabas. Ahora que por fin me prestas atención, es para arruinar mi vida.
Dejé los libros y subí a mi habitación para encerrarme. Estaba muy confundida y no sabía qué había pasado entre Freeman y mi padre, pero sabía que había sido feo.
Por un momento, pensé en dejarlo por la paz, pero la curiosidad me estaba matando. Además, tenía muchas ganas de ver a Alan, así que fui a su departamento.
- ¡Alan! - dije efusivamente al verlo.
- Hola, Brenda. ¿Qué haces aquí? - respondió con seriedad.
- ¿Qué piensas que hago aquí? - sonreí - Vine a verte.
Alan me dejó pasar, pero no se veía muy animado. Estaba bastante enojado.
- No entiendo por qué no me dijiste antes que tu papá iba a venir. Si me hubieras avisado, me hubiera preparado mejor - dijo molesto.
- Alan, no te enojes conmigo. Te juro que yo tampoco sabía. Me tomó por sorpresa. ¿Me quieres decir qué pasó? - le pregunté.
- ¿No te lo dijo tu padre? - preguntó sorprendido.
- No, no me dijo nada. Solo me dijo que estaba enojado contigo. ¿Por qué? Pero si no quieres decirme, puedo irme entonces - respondí.
- No, no te vayas - suspiró - Es que no pasó gran cosa. Él prácticamente me dijo que yo no era buen profesor y yo le dije que él no era buen padre.
- ¡Alan! ¿Cómo pudiste decir eso? - exclamé sorprendida.
- Bueno, estaba muy enojado. Él no fue nada amable. Solo quería defenderme con eso - justificó.
- No es un buen comienzo. ¿Te imaginas si él sabe algún día de lo nuestro? Después de esto, no va a querer verte ni en fotografía - le dije preocupada.
- Ya lo sé, pero fue culpa de los dos - admitió Alan.
- No entiendo qué pasó. Cuando se conocieron la primera vez, todo iba bien. No paraban de hablar de ti. Creían que eras una eminencia - comenté confundida.
- Si consigo que puedas hablar con él de nuevo, ¿lo harías? - le propuse.
- No lo sé... no sé si sea buena idea - respondió dubitativo.
- Vamos, hazlo por mí, por favor Alan - dije haciendo pucheros.
- Siempre me ganas con esa carita, es imposible decirte que no... está bien, hablaré con él, siempre y cuando tenga otra actitud - accedió finalmente.
- Sí, sí, lo prometo. Te amo, ya tengo que irme, no saben que salí - dije mientras Alan me tomaba de la cintura.
- No te vayas, por favor quédate - pidió.
- ¿Me propones quedarme toda la noche? - pregunté con una sonrisa pícara.
- Mi cama te extraña mucho - respondió Alan.
- Estás loco, si no llego en la mañana me matan... ni siquiera pude traer mi auto - respondí con una risa.
- Bueno, podemos irnos en la madrugada, claro si tú quieres... di que sí - dijo haciendo pucheros.
- Entonces tendré que decir que sí - dije mientras nos abrazábamos.
La tarde continuó con películas, videojuegos, libros y bromas, pero llegó la hora de dormir.
- Alan... mmm... no tengo nada para dormir, no quiero dormir con mi ropa - dije apenada.
- Ahí tienes mi armario, puedes ver si algo te sirve - ofreció Alan.
Encontré trajes, playeras, sudaderas, pero nada que se pareciera a un pijama. Finalmente, tomé una playera larga y salí hacia donde estaba Alan.
- Te ves sexy con eso - dijo sonriendo.
- Por favor... no digas sexy - respondí sonrojada.
- ¿Por qué no? - preguntó con una sonrisa pícara.
- Porque... tú eres muy sexy, para decir sexy - respondí con una risa.
Él se acercó a mí y juntó sus labios con los míos. Puse mis manos alrededor de su cuello y él posó las suyas en mi cintura. Lo quería conmigo, sus manos recorrían mi espalda bajo la playera. Pero de repente reaccioné y comencé a sentir temor. Ligeramente me separé de él...
- Alan, Alan - dije.
- ¿Pasa algo? - preguntó él.
- ¿Me pediste que me quedara contigo para... para acostarte conmigo? Sé que suena tonto preguntar, pero también sé que el día de la fiesta dije cosas muy tontas y quiero decirte que eran los efectos del alcohol. La verdad es que me da miedo - confesé.
Alan se rió y la sonrisa en su rostro era incontenible.
- ¿De qué te ríes? ¿Dije algo gracioso? - pregunté confundida.
- Yo no te pedí que te quedaras para eso, no te forzaré a nada. El día que eso pase, pasará porque tú lo quieres, no porque yo lo diga... no fue mi intención hacerte sentir así - dijo él con ternura.
Me dio un tierno beso y después me levanté a la cocina por un poco de café. Cuando salí de la cocina, noté cobijas y almohadas en el sillón.
- ¿Qué haces? ¿No piensas dormir en el sillón, verdad? - pregunté con una sonrisa.
- Creí que te sentirías más cómoda con la cama para ti sola - respondió él.
- Mira que no hay almohada más cómoda que tu pecho, ni hay manta más calentita que tus brazos - dije mientras tomaba su mano y lo dirigía a la cama. Me acomodé en su pecho y él me cubría con sus brazos. Era lo mejor que podía tener.
- ¿Cómo te sientes con lo de tus padres? - preguntó tímido, como si pensara que hablar de ese tema estuviera prohibido.
- No lo sé, por un lado siento que se van a arreglar pronto, pero por otro lado los siento distantes. Me parece que solo se hablan por mi hermana y por mí - respondí con tristeza.
- No estoy seguro de eso - dijo él con seguridad.
Levanté la mirada.
- ¿A qué te refieres? - pregunté intrigada.
- Solo digo que los matrimonios son complicados. A veces hay peleas que tienen solución y a veces solo se reúnen por sus hijos - dijo con seguridad. Pronto comprendí que no quería saber cómo sabía de eso y me quedé callada.
Después de esa pequeña conversación, volvimos a estar en silencio por un largo tiempo hasta que decidí romperlo.
- ¿Alan?
- ¿Sí?
- ¿Alguna vez te has imaginado estar así en el futuro?
- ¿Así cómo?
- Durmiendo todas las noches juntos. No sé, en una familia...
- No me gusta pensar en el futuro – dijo – Tú eres mi presente y me gustaría vivirlo cada día junto a ti
En ese momento sentí que me desmoronaba de amor. Esa respuesta fue suficiente, Alan me besó en la frente.
- Buenas noches, Alan
Al día siguiente estaba algo adormilada, pero noté la presencia de alguien mirándome. Abrí lentamente los ojos y vi a Alan parado junto a mí, observándome.
- Buenos días, amor. ¿Llevas mucho tiempo mirándome?
- No mucho, acabo de venir. Pero me encanta verte dormir
- ¿Qué hora es? ¿Por qué ya estás cambiado?
- Son las 5 am. No quería despertarte, pero creo que deberíamos irnos ahora para que tus padres no se den cuenta de que no estabas
- Ok, dame 5 minutos por favor
- Ok, te espero
Cuando estaba lista, subí al auto de Alan y después de un rato llegamos a mi casa. El camino fue silencioso, pero no incómodo. Ambos parecíamos estar sumidos en nuestros propios pensamientos. Cuando finalmente llegamos, me di cuenta de que no quería que la noche terminara.
- Alan, de verdad que esta fue una de las mejores noches que he pasado en mi vida - dije con una sonrisa en el rostro - Eres lo mejor que tengo, eres lo mejor que me ha pasado. Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo
Alan sonrió y me tomó de la mano.
- Te amo infinitamente, Brenda - dijo con ternura en su voz.
No quería soltar su mano, no quería que se fuera. Pero sabía que tenía que despedirme. Lentamente me desabroché el cinturón de seguridad y me giré hacia él.
- Cuídate mucho, Alan
- Que tengas un buen descanso, mi amor - dijo mientras me daba un beso en la mejilla.
Salí del auto y caminé hacia mi casa. Antes de entrar, me giré para ver a Alan una última vez. Él estaba sonriendo y agitando la mano. Me devolvió el gesto y entré en casa, sintiéndome feliz y agradecida por haber encontrado a alguien como él.