Capítulo 32: Adiós Tito
Narra Brenda
Salí del salón con un torbellino de emociones revoloteando dentro de mí: confusión, enojo, tristeza. El sonido de un libro golpeando la pared y las maldiciones de Alan resonaban en mis oídos.
Me dirigí a la cafetería y me senté en una de las mesas, intentando ocultar mi enojo y mi tristeza. Pero la calma no llegaba. De repente, alguien tocó mi hombro. Me giré, lista para descargar mi furia en quien fuera que me hubiera interrumpido.
- Ah, eres tú – dije al ver a Tito frente a mí.
- Sí, soy yo… ¿Por qué ese tono tan decepcionante? ¿Esperabas a alguien más?
- No, lo siento, es solo que tengo muchas cosas en la mente.
- Quizás, si me acompañas a mi entrenamiento te sirva de distracción.
- Pero no estoy de humor, no es un buen día – respondí.
- Claro, para estar conmigo nunca es un buen momento, ni un buen día — replicó molesto, antes de alejarse.
Al ver su cara de decepción, me sentí aún peor. Tito no merecía que me desquitara con él por algo que Alan había hecho. Recogí mis cosas y decidí ir a acompañarlo a su entrenamiento.
Al llegar, él ya estaba en la cancha. Me quedé sentada en las gradas, donde también estaban las animadoras. Desde que me había hecho novia de Tito, ellas y yo solíamos hablar de vez en cuando. La capitana de las animadoras se acercó y se sentó a mi lado.
- Qué romántico que la novia venga a los entrenamientos – dijo con una sonrisa.
Yo solo me limité a devolverle la sonrisa, sin ganas.
- Él es un gran chico, me alegro de que estén juntos. Se ve muy feliz desde que está contigo – continuó.
Sus palabras me hicieron sentir aún peor. Sabía que lo que estaba haciendo lastimaría a Tito, y mucho.
- Aún nos estamos conociendo – dije, tratando de cortar la conversación.
Después de un rato, Tito levantó la cabeza y me regaló una sonrisa al verme. El equipo tuvo un descanso de cinco minutos, tiempo suficiente para que Tito se acercara a las gradas.
- Viniste – dijo, su entusiasmo era evidente.
- Aquí estoy – respondí con una sonrisa – Lamento lo que pasó hace un rato. Estaba de mal humor y no debí desquitarme contigo. No te lo mereces – me disculpé.
- No hay problema – respondió con una sonrisa amable.
- Sí lo hay. He sido muy mala contigo, y eso no es cómo se comporta una novia.
- ¿Y entonces? ¿Cómo se comporta Brenda de novia?
- Te lo mostraré cuando termine el entrenamiento – prometí, devolviéndole la sonrisa.
Regresó a entrenar y, después de veinte minutos, había terminado.
- Estoy listo – dijo, sonriendo ampliamente – El entrenamiento ya terminó.
- Te mostraré entonces.
Puso su brazo alrededor de mi cuello y comenzamos a caminar. Al salir del gimnasio, nos topamos con Alan. Ambos hicimos mala cara al vernos, y sospeché que Tito lo había notado, pero decidí no pensar en eso.
Llegamos al parque.
- ¿Qué te parece un pícnic improvisado? – propuse, sacando algunas cosas para comer de mi mochila.
Tito se recostó en el césped, su expresión se había vuelto seria.
- ¿Por qué estás tan serio? – pregunté, preocupada.
Tito suspiró profundamente y comenzó a hablar.
- Brenda, lo que voy a decirte es importante. Espero que te haga sentir mejor y que estés bien - dijo Tito, su voz era seria.
- ¿A qué te refieres? ¿Pasa algo? – pregunté, confundida.
- Tranquila – respondió, suavemente entrelazando nuestras manos.
- Me estoy poniendo nerviosa – admití, sintiendo un nudo en el estómago.
- Brenda, mírame a los ojos – pidió con ternura.
Levanté la mirada para encontrarme con la suya.
- Ok ¿Qué pasa? – pregunté, mi voz temblaba ligeramente.
- Brenda… ¿Me amas? – preguntó sin titubear.
- Tito, no entiendo… ¿A qué viene esto? – dije, apartando la mirada.
- No apartes tu mirada… solo responde. No hay respuestas buenas ni malas, solo respuestas que salen del corazón – insistió.
Respiré hondo, tratando de encontrar las palabras correctas.
- Bueno, en realidad... Tú eres... Mira... la verdad es que... — empecé a tartamudear — tú eres una gran persona para mí, te quiero porque siempre estás ahí para apoyarme, siempre me haces sentir protegida y eso lo aprecio mucho. Ahora mismo hay muchas cosas que me preocupan y aunque no te las puedo contar, sé que me escucharías y eso es muy importante para mí — Mi voz se quebró y tuve que apartar la mirada, la tensión era demasiado fuerte — pero tengo cosas que resolver, cosas que tú no entenderías.
- ¿Cosas que tienen que ver con el Profesor Freeman? – Preguntó de golpe - ¿Él es tu "Complicado"? ¿No?
- ¿Qué? ¿Perdón? – dije, sorprendida y nerviosa.
Respiré hondo y traté de mantener la calma. No sabía cómo responder a su pregunta.
- Espera ¿Qué es lo que sabes? O ¿Qué crees saber? - dije, mi voz temblaba ligeramente.
- Sé que tú y el profesor de literatura, el señor Freeman... Alan estaban saliendo, ¿cierto?
Mi corazón se detuvo. ¿Cómo lo sabía? ¿Acaso era tan obvia? Intenté disimular mi nerviosismo.
- Tito, antes que nada, puedo explicarte... es decir, él y yo, tú sabes – balbuceé, mis palabras se atropellaban entre sí.
Tito tomó mi mano delicadamente.
- No te estoy pidiendo una explicación.
- Ah, no, ¿entonces? – pregunté, desconcertada.
- Solo quiero saber qué pasa entre ustedes.
Tomé sus manos y lo miré a los ojos.
- Tito, voy a ser sincera contigo, porque sé que esto te afecta – suspiré antes de continuar – Yo solía salir con Alan antes de saber que sería mi profesor. Fue una larga historia entre nosotros, pero entre él y yo ya no hay nada. Ahora estoy contigo. Te pido que no se lo digas a nadie, me traería muchos problemas y a él también.
- Eso no es cierto, no sigamos mintiendo. Tú sigues queriéndolo. No miento cuando digo que estás enamorada de él. Lo noto en tus ojos, en tus intentos fallidos de darle celos conmigo. Pero yo nunca diría nada sobre eso, no necesitas decírmelo.
- Tito, no quiero que te sientas utilizado… yo ahora estoy contigo.
- Y es algo que ya debe terminar. Eres una chica maravillosa, Brenda. Nunca conocí a alguien como tú… pero supongo que él es un fuerte rival – dijo con una sonrisa nerviosa – Si es lo que quieres, deberías estar con él. Mereces ser feliz.
- Tito, cada vez me sorprendes más. Eres el que más tranquilo ha tomado la noticia sobre esto, pero ¿y tú? Siento que ya te he lastimado demasiado.
- ¿Yo? Yo estaré bien. Perdí una novia, pero gané una amiga – dijo, mirándome fijamente – Además, como tú bien has dicho, soy el capitán del equipo de baloncesto. Puedo tener a quien quiera – agregó con una sonrisa.
- Oye, qué presumido – dije, golpeándolo suavemente con el
Era la conversación más sincera que había tenido con Tito desde que lo conocí.
- Es broma, pero si de verdad lo quieres, al profesor... aunque no sea algo correcto, debes luchar por él, arregla las cosas y deseo que seas muy feliz de verdad. Creo que es mejor que me vaya ahora, tú sabes... antes de que esto se vuelva incómodo - dijo Tito.
- Tito, antes de que te vayas, solo dime algo… ¿Cómo lo supiste? - pregunté.
- Siendo honesto, Melody en el baile me insinuó que algo pasaba y lo confirmé las múltiples veces que nos topábamos con Alan. Pero descuida, ya todo pasó... Ahora sí me voy, cuídate linda - respondió Tito.
- Gracias por todo, Tito - fue lo único que pude decir.
Me quedé confundida, sin saber qué estaba pasando. Había renunciado a Alan por tratar de ser feliz con Tito, pero ahora Tito me dejaba para que fuera feliz con Alan. Vaya dilema.
Caminé hacia mi auto y me topé con Anabela, quien se veía mal.
- ¿De qué te enfermaste? - pregunté.
- Seguramente de lo último que comí… No podré ir a la fiesta - respondió.
- ¿Qué fiesta? - pregunté.
- La fiesta del equipo de basquetbol. Se organiza en casa de tu amigo Ian el universitario. Pensé que irías con tu novio Tito - dijo Anabela.
- Exnovio - corregí.
- ¿Terminaste con él? - preguntó curiosa.
- Él terminó conmigo - respondí.
- ¿Qué pasó? - preguntó asombrada.
Le conté lo que había pasado con Tito y Alan, y Anabela puso una cara de asombro.
- ¿Así que Tito sabía lo de Alan y tú? - preguntó.
- Sí, así es - respondí.
- Bueno, me tengo que ir - dijo Anabela. Me despedí, subí a mi auto y me fui.
Cuando llegué a casa, mis padres estaban discutiendo.
- ¿Pasa algo? - pregunté preocupada.
- No pasa nada… ve a tu cuarto - dijo mi mamá.
Me estaba yendo cuando escuché el motivo de la discusión y, como buena metida que soy, regresé y hablé.
- ¿Ya le contaste lo que pasó con tu alumna? - pregunté mirando a mi papá.
Ellos nunca habían mencionado a la alumna, solo habían dicho "infidelidad", así que ambos me miraron sorprendidos.
- ¿Alumna? ¿Me fuiste infiel con una alumna? - gritó mi madre a mi padre. - Y tú, ¿lo sabías? - preguntó mirándome a mí.
Estaba a punto de hablar, pero mi padre me interrumpió.
- Ella no tiene nada que ver... yo le pedí que no dijera nada. Ella quería decírtelo en múltiples ocasiones, pero yo le pedí que no lo hiciera. Quería ser yo mismo quien te lo contara - dijo defendiéndome.
- Y tardaste tanto - dijo mi madre con tono de reproche.
Después, mi madre se dirigió a mí.
- Brenda, ve a tu cuarto - dijo con tono autoritario.
Salí prácticamente corriendo de allí y me encerré en mi habitación, pero aún podía escucharlos pelear. Mi madre insultaba a mi padre y él trataba de calmarla. Pensé que todavía había solución hasta que escuché que mi madre mencionó la palabra "divorcio".
En ese momento, sentí que mi familia se iba por el retrete. Todo se estaba yendo al demonio y solo quería saber cómo mi madre se había enterado.
Me acerqué a la ventana de mi habitación y vi que mi padre estaba saliendo de casa con una maleta. Al parecer, mi madre le había pedido que se fuera de la casa.
- ¿Papá, a dónde vas? - pregunté corriendo hacia él.
- Lo siento, hija. No quería que las cosas terminaran así - dijo mi padre con lágrimas en los ojos.
- ¿Cómo se enteró mamá? - pregunté.
- Fue una de mis alumnas, ella lo descubrió y se lo contó todo a tu madre - respondió mi padre.
- ¿Y quién es? - pregunté curiosa.
- No importa, hija. Lo siento mucho - dijo mi padre mientras se subía al auto y se alejaba.
Me quedé allí, en la calle, viendo cómo mi padre se iba. No sabía qué hacer ni a quién culpar. Solo sabía que mi familia nunca volvería a ser la misma.