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Cuando Lin Huanhuan tomó la carne asada, notó que los dedos de Sang Ye estaban quemados.
Debió haberse quemado accidentalmente mientras asaba la carne.
—Tu mano
Sang Ye miró sus dedos y dijo indiferentemente:
—Me quemé.
Su tono era muy calmado, como si no fuera él quien se hubiera quemado. No le importaba en lo absoluto.
Lin Huanhuan preguntó:
—¿Te duele?
—No siento nada.
Sang Ye se sentó lejos del fuego. Rasgó la carne cruda restante en pedazos, se los puso en la boca y los comió lentamente.
Era claramente un acto bárbaro, pero se veía excepcionalmente elegante y tranquilo cuando lo hacía él.
Lin Huanhuan lo miró embelesada. —¿No te gusta la carne cocida?
—No me gustan las cosas calientes.
Lin Huanhuan miró inconscientemente al fuego. —El fuego es caliente...
—No me gusta el fuego.
—¿Pero estabas asando carne en el fuego?
Sang Ye le echó una mirada indiferente. —Porque tú quieres comer carne cocida.