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Sang Ye la miraba fijamente, con sus oscuros ojos fríos como el hielo.
—No me obligues.
Si ella estaba decidida a no aceptarlo, tendría que tragársela.
De esa manera, podrían estar juntos para siempre.
Lin Huanhuan intuyó instintivamente el peligro. No pudo evitar encoger el cuello y preguntar suavemente:
—¿Por qué te gusto? ¿Solo porque soy una hembra?
En vez de responder, Sang Ye preguntó:
—¿Es eso importante?
—¡Claro que es importante! —Lin Huanhuan reunió coraje para defenderse—. Si solo quieres una hembra como pareja, puedo llevarte de vuelta a la montaña rocosa. Hay muchas jóvenes hembras allí. Puedes elegir a cualquier hembra que te guste como pareja. No tienes que insistir en tenerme a mí.
—No, solo te quiero a ti.
Lin Huanhuan estaba atónita y lo miró confundida:
—¿Por qué?
—Me gustas —afirmó él.
Le gustaba tanto que solo con verla tenía ganas de enrollar su cola alrededor de ella y no dejarla ir jamás.