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Chapter 13 - 11. b

 

Raira suspiro en su cuarto mirando su teléfono con el ceño fruncido, esa mañana recibió una llamada perturbadora, sobre un trabajo. Miro pensativo la puerta, antes de levantarse y fue a su escritorio donde tenía su bolsa de tela donde tenía algunas de sus herramientas para el trabajo, checando que tuviera todo lo necesario, salió con esta en su hombro, busco con la mirada al menor, sonriendo entretenido al verlo por la ventana del recibidor.

El día anterior Raira instalo una hamaca en el jardín, cuando el menor descubrió esta su rostro se ilumino y ahora cada que encontraba un momento libre solía ir a tumbarse a la hamaca disfrutando del aire fresco y la sombra de los enormes árboles.

 

Kym levanto la cabeza, adormilado cuando escucho al mayor acercarse, notándose casi de inmediato atento cuando noto que traía su "equipo de trabajo".

-Tengo un trabajo, ¿quieres venir? -le pregunto con calma el mayor. El adolecente asintió y casi cayéndose se levantó y corrió a por sus cosas para salir. Raira sonrió entretenido antes de que su mirada se volviera seria y un poco preocupada, últimamente estaba recibiendo muchas llamadas, aun que le venía bien el dinero que ganaba, no era normal, y estaba comenzando a preocuparse.

 

- ¡listo! -Kym llego corriendo su mochila en su espalda y vestido con jeans y camiseta, noto con gusto que seguía con sus amuletos. Juntos salieron de la propiedad y emprendieron su camino.

 

 

 

La muerte, era vista un poco diferente en México comparándolo con otros sitios. No parpadeamos si nuestra casa está justo al lado de un cementerio, no solemos espantarnos fácilmente, y mucha de nuestra cultura gira alrededor del respeto por la muerte. Así que algo como que, en la casa a la que te mudas, tuviera muertes en su historial no era algo tan llamativo como en otros países.

Muchas casas antiguas tenían varias, incluso si son casas con historia, en algún punto alguien fue velado en el sitio, todo normal, una limpieza con salvia y unos cuantos rezos, y seguimos con lo nuestro, aparte de una vez al año poner un altar para dejarles en claro a nuestros antepasados que los recordamos, la vida sigue.

Pero incluso con esa actitud, un sitio donde hubo una o más muertes violentas, aun nos pone de nervios. Pero cuando la necesidad nos lleva a rentar un sitio, ya que por esa situación la renta es más económica, apretamos los labios, damos unas limpias extras si crees en eso, y te mudas, solo aseguras de no compartirlo con tus niños si son pequeños. La familia Hernández, se vio en esa situación, y con un hijo pequeño de 8 años, no le dijeron de la historia de la casa, y con más razón, eso fue lo que les llevo a creer en sus historias, y cuando fueron testigos de los sucesos, no tardaron en buscar ayuda, siendo Raira recomendando por la vendedora de hierbas y velas local.

 

-La casa nos la vendieron barata -admitió el padre, un hombre de unos 38 años, moreno y ojos negros, cabellos cortos, vestido con ropas simples de camisa y pantalón, una mirada cansada en su rostro, estaban en la sala de la casa, era un sitio bastante agradable, una casa amplia con mucha luz, una cocina, sala, comedor, y un baño, estacionamiento para un auto, y un jardín pequeño pero agradable, así como 3 habitaciones y un baño entero arriba, y la zona de lavado en un patio de servicio que se accedía por la cocina, no era muy grande, pero era un sitio bueno para criar a una familia. -Al principio todo estaba bien, solo Matty comenzó a decirnos que escuchaba a otros niños a veces jugando, creímos que podían ser los vecinos, las casas están juntas y las paredes luego son delgadas -se encogió de hombros y con un suspiro se cruzó de brazos frunciendo su ceño, mientras Raira le escuchaba con calma sentado al otro lado en el sillón contrario, Kym sentado a su lado miraba curioso alrededor, extrañamente atento a los sonidos del sitio -Mi esposa fue a preguntar, pensando que sería una buena oportunidad para conocer a los vecinos e igual podría conseguir amigos para Matty, pero, resulta que en ninguna de las casas hay niños, al lado son unos estudiantes que se la pasan fuera casi todo el tiempo, y la otra casa está abandonada -se masajeo el puente de su nariz.

 

- ¿Qué más paso? -pregunto con calma Raira mirando de reojo a la cocina donde pudo ver a la esposa, una mujer pequeña y cabellos castaños recogidos en una coleta ya algunas hebras de tono blanco brillaban a la luz, y aun que se le notaba cansada, acariciaba los cabellos del pequeño niño de 8 años, sentado en la mesa mientras comía lentamente a un bocadillo que le preparo esta, se le notaba pálido y cansado, pero se mantenía cerca de la mujer no queriendo separarse mucho de esta. Ambos estaban sentados en el desayunador en la cocina, dándoles espacio, además el pequeño se le notaba aun nervioso y temeroso.

 

-Paso de sonidos, a verlos, sombras más que nada, nunca nada claro -frunció el ceño el hombre su mirada fija en la mesa baja entre los sillones -no la primera vez que pasa, normalmente solo lo ignora y luego de decirnos se le olvida, pero comenzaron a aparecer más que solo las sombras de niños, formas adultas, una mujer que cantaba en el cuarto, cosas así, el problema empezó con la figura masculina -hizo una mueca -escuchaba los pasos de alguien en el pasillo, subiendo las escaleras y deteniéndose en cada cuarto, pero anoche fue lo más fuerte, esa cosa abrió la puerta del cuarto de Matty -les miro seriamente -luego de eso la casa se volvió un caos, luces prendiéndose y apagándose, puertas azotándose, las cosas cayendo por todos lados, todo se calmó cuando logramos sacar a Matty de la casa, dormimos en casa de mi mama -admitió con un tono agotado.

 

- ¿Qué sabe de la casa? -Raira miro de reojo a Kym quien tenía su mirada fija en escalera, extrañamente fija, y luego mirando hacia la cocina noto que el pequeño se movió para refugiarse en el regazo de su madre su mirada también fija en la misma dirección, frunció un poco su ceño, pero volvió a mirar al mayor, el cual pareció también notar el detalle, pero igual que él no se movió a ver hacia la escalera.

 

-Hace como 5 años, hubo un asesinato -admitió con una mueca -me dijeron solo que alguien murió aquí, pero luego de las historias de mi hijo, comenzó a investigar, y encontré el caso de asesinato y suicidio -se sentó mejor apoyándose sobre sus rodillas mirando fijamente a Raira bajando su voz un poco -El padre de familia un día decidió asesinar a sus dos hijos y a su esposa, luego se suicidó, los encontraron pocas horas después, ya que fue mucho el ruido, no supieron la razón, solo rumores, dieron el caso como cerrado, la familia de la mujer enterró a los niños y a su madre juntos, y nadie sabe dónde pusieron al hombre, fue algo que acallaron luego de un tiempo, y fue hasta que nosotros nos mudamos que alguien vivió aquí desde entonces -explico, y resoplo exasperado -de haber sabido esos detalles, habría pagado a alguien con más experiencia para que limpiara el lugar -mascullo.

 

Raira asintió levemente, generalmente quienes lo contrataban creían en lo paranormal, incluso tenían algo de contacto con el mundo de los chamanes y curanderos, y le dejaba en claro, sabia este de lo sensible que era Matty.

-Me hare cargo de eso -le aseguro, y se levantó -lo mejor es llevar a Matty a un sitio que se sienta seguro y pueda descansar, nos encargaremos de esto nosotros -le dijo y saco de su bolsa un pequeño medallón y fue a donde el pequeño Matty dedicándole una sonrisa suave, notando como se calmaba en brazos de su madre. Se hinco junto a la silla para quedar un poco más a su altura.

-Hola Matty, tuviste una noche algo aterradora ¿no? -el pequeño asintió mirándole con grandes ojos color ámbar refugiado en brazos de su madre -No te preocupes, mi amigo y yo nos encargaremos de que esa sombra mala ya no te asuste, te daré un tesoro -conto y le mostro el medallón en su mano, era del tamaño de una moneda de color oro, y tenía una abertura en el centro en forma de diamante, tenía algunos símbolos en la orilla, y colgaba de un cordón azul claro. El pequeño miro a su mama y cuando esta asintió con una sonrisa dulce, este tímido tomo el tesoro curioso

- ¿Para qué sirve? -pregunto suavemente, su voz queda y algo afectada aun por el grito que le lastimo su garganta.

-Es un escudo mágico, mientras lo traigas puesto ninguna de esas sombras que vez podrá lastimarte, por más que hagan ruido, tu estarás a salvo, y si quieres que desaparezcan tomas esto entre tus manos -le mostro el medallón que el traía colgando de su propio cuello tomándolo entre sus dedos mostrándolo frente a su corazón -y dices "Vete de aquí" con voz firme, y estos se irán -le aseguro, el menor observo curioso el medallón antes de que con ayuda de su mama se lo coloco al cuello practicando el movimiento notándose mucho más relajado, incluso sus ojos parecían más brillantes. -Por ahora iras con tu mama y papa aun sitio donde puedas dormir y seguro jugar, mientras nos hacemos cargo de que ya no estén esas sombras -le dijo, este asintió aceptando eso.

 

 

-Gracias, esperamos tu llamada -dijo el Padre unos minutos después subiendo una ligera maleta con cosas para cambiarse y algunos juguetes para Matty, antes de que subieran y se alejaran dejándole las llaves a Raira, dejando a los dos solos en esa casa.

 

- ¿Qué es esa sombra? -pregunto Kym, una vez estuvieron solos, en cuanto llegaron noto algo extraño en el sitio, y estaba seguro percibió algo en las escaleras, pero no logro detectar que era, solo la sensación de que algo los observaba. El mayor le miro con una expresión pensativa - ¿Qué? -murmuro confuso al notarlo.

 

-No sé si preocuparme, o impresionarme, parece que conforme más eres expuesto más sensible te vuelves -suspiro con tono casi de pesar antes de entrar a la casa de nuevo.

 

- ¿Por qué preocuparte? -soltó el menor con tono un poco afligido.