Una vez que Glynn consiguió que Noah firmara los documentos de divorcio, salió de la casa sin decirle a nadie. Glynn temía que si alguien la atrapaba, podría terminar confesando. Esta era la primera vez que hacía algo así, pero cuando pensó que necesitaba correr este riesgo para limpiar la mancha en su nombre y el de su familia, decidió avanzar con la cabeza bien alta.
De todos modos, ella era la princesa de la familia Nelson y creció mimada. Su hermano fue quien la crió y su madre fue quien le enseñó a nunca temer a nadie ya que la respaldarían. Glynn nunca había sido castigada severamente por su hermano y su madre, quienes la cuidaban como si fuera una muñeca de porcelana.
Especialmente su hermano, que nunca siquiera alzó la voz contra ella. Con solo derramar unas lágrimas, Glynn estaba segura de que su hermano le perdonaría por haber obtenido su firma mintiéndole. ¡Después de todo, estaba haciendo esto por él!