En la mañana del Festival Naazora, los primeros rayos del sol se filtraban entre las ramas de los árboles antiguos que bordeaban el camino hacía el Clan Yamada. El aire estaba impregnado de una extraña excitación palpable, como si cada brizna de hierba y cada hoja susurrara misterio sobre el día que estaba por comenzar.
Caminaba por el sendero de piedra, observando con curiosidad los elegantes carruajes que se alineaban a lo largo de la vía. Cada uno de ellos era una obra de arte sobre ruedas, decorada con intrincados grabados y tiradores de oro reluciente. Era evidente que los ocupantes de esos carruajes no eran simples plebeyos; su mera presencia irradiaba un aire de nobleza y poder.
Las murallas del Clan Yamada se erguían majestuosas, testigos silenciosos de incontables batallas a lo largo de los siglos. Aquí, en este lugar el Imperio Suru, se reunira la realeza, los nobles y las mentes más influyentes del reino. Pero el Naazora era más que una simple reunión social; era un evento cargado de significado, utilizado para informes, conmemoraciones especiales y para controlar los hilos del destino del imperio y acciones que afectarían el mundo.
Este año, el honor de acoger el Festival Naazora recaía en la familia Yamada, y el bullicio que rodeaba el evento se podía sentir en el aire. Las murmuraciones y los rumores se extendían como el viento entre el pueblo de Telaz y los invitados.
-¿Escuchaste lo nuevo sobre el Clan Yamata y su jóven estrella en ascenso? - exclamó la señora de Germán, con un destello de intriga en sus ojos.
-¡Ahhh sí!, ¿Hablas de Jiro Yamata uniéndose a la conversación el mercader chinhu, el héroe de Dakos?, se le considera más que un prodigio a ese muchacho; su talento no se ha visto en siglos. Es una verdadera Joyita en ascenso- respondió con entusiasmo uno de los presentes.
(risas)... -Sería genial tener un talento así en mi familia- comentó otro, con una mezcla de admiración y envidia.
- ¿Genial?, ¡Ja! Sería más que genial. Tiene buen rostro y mucho prestigio, algo que no se encuentra todos los días-, añadió la señora de Germán con una chispa de picardía.
-Tus pensamientos están muy limitados-. Contestó el General Julius con firmeza. -Demostró inteligencia militar y peleó en primera línea de batalla. No obstante, nadie conoce sus verdaderas habilidades. Su misterio lo hace aún más deseable-.
Mientras tanto en el bosque de los susurros.
Raizo: (susurrando) -Manténganse alerta, todos irán a sus posiciones. No sabemos qué nos espera en este bosque; es un lugar hostil y no sabemos si los perros de caza de la familia Yamada están sueltos-.
-¿Escuchaste eso, jefe?- dijo mark.
Raizo: (frunciendo el ceño)
-Sí, algo no está bien. Parece que la niebla de este bosque no es normal está interfiriendo con nuestros aparatos de comunicación. Pero no podemos detenernos ahora. El artefacto debe estar cerca-.
Raizo repasó el plan con su equipo. -Equipo 1, ustedes son los encargados de abrir y activar los cristales púrpura para atraer a todos los monstruos que estén a las afueras hacia la ciudad. Eso nos comprará algo de tiempo. Equipo 2, ustedes deben secuestrar a cualquier hijo de las familias nobles. Eso es una garantía para nosotros. Mark y yo nos reuniremos en los adentros del bosque después de obtener el artefacto-.
Mark, hablando a través de su dispositivo, les advierte a todos: -Y si se encuentran con uno de esos hombres, no peleen. No sean valientes-.
Raizo se ríe estruendosamente, dándole una palmada en la espalda de su segundo al mando, Mark. -Jajaja, siempre te preocupas esos bribones estarán bien-.
Mientras tanto en la Fiesta .
En el opulento salón sur de la mansión de la familia Yamada, una fiesta aparte para los jóvenes se llevaba a cabo. La sala resonaba con murmullos emocionados y el tintineo de las copas de cristal, mientras las miradas juguetonas se hacían nuevos amigos y conexiones en el proceso, pero no solo era una fiesta para jóvenes alcohólicos, si no un truco sucio entre familias para hacer buenas conexiones entre sí, ya que las relaciones entre las familias importantes siempre han sido tensas.
-¡¿Ese no es Ratzu?!-
-Sí, ¡sí lo es!-
-¿Qué pálido, no?-
Estaba sentado en un extremo, apartado de todos, y aún así los escuché murmurar. De repente, sentí un olor extraño; algo está pasando aquí. Observé ligeramente una sombra de algo enorme dirigiéndose a embestir la ventana.