La policía ha retrocedido, pero todavía no se ha ido; tampoco parece que tengan intenciones de irse del todo, simplemente están respetando nuestro espacio.
Aaron y la directora se han marchado y han ordenado que cada uno de nosotros volvamos a nuestras habitaciones.
Y eso hemos hecho, porque la cosa tampoco está para rechistar.
Sin embargo, a mi cabeza vuelve Zane. Su ausencia pesa más de lo que me imaginaba.
Cuando entro en mi habitación, casi me caigo de culo cuando vuelvo a ver a esa figura encapuchada.
Podría decir que hasta le he echado de menos con todo lo que ha pasado.
—Tú otra vez —digo, cerrando la puerta detrás de mí.
—Yo… ¿Eso es que me has echado de menos?
—Si te digo que sí, ¿te lo creerías?
Me gustaría decir que ha sonreído, pero la mascarilla que lleva le cubre la mitad de la cara.
—Ahora que está la policía aquí, tenemos tiempo de hablar —dice, sentándose en el borde de mi cama, invitándome a hacer lo mismo.
—Sí, aunque tampoco tiene pinta de que su presencia vaya a cambiar mucho lo que está pasando —murmuro entre dientes, sentándome a su lado.
—Te equivocas. Con la policía aquí será mucho más fácil salir —me corrige, mirándome fijamente.
—Hasta la directora ha amenazado al jefe de la policía con matar a su hijo.
Marco…
Que él sea el hijo de la policía y no haya sido capaz de mencionarme algo al respecto me duele mucho más de lo que quiero admitir.
—Todo el mundo está cubierto de mierda aquí dentro —añado, con cierta rabia.
—No todo el mundo, Nellie.
Entrecierro los ojos y juego con mis manos, nerviosa.
—La directora es buena persona.
—Claro, porque ahora las buenas personas van amenazando con volar cabezas a diestro y siniestro —replico con sarcasmo.
—Es parte del plan.
—¿Qué plan? —indago.
—De uno que se está tejiendo para sacaros a todos de aquí.
—¿Y no puedes decirme cuál?
Niega con la cabeza.
—Ya, me lo suponía.
Suelto un resoplido de indignación.
—Pero sí puedo decirte algo.
Vuelvo a mirarle.
—¿El qué?
—Tu madre está viva.
Y me quedo en blanco.
Jodidamente. En. Blanco.
—¿Qué mierda dices?
—Alice, sigue viva —insiste.
Niego con la cabeza repetidas veces.
—Imposible. Es imposible —me levanto y empiezo a dar vueltas en círculos—. Mi madre está muerta.
—No lo está, Nellie.
—¿¡Y cómo coño lo sabes!? —grito más alto de lo que me gustaría—. ¡He estado llorando la muerte de mi madre todo este tiempo!
—Y así tenía que ser —dice con una serenidad que me pone de mala hostia—. Pero ahora que se acerca el final, ya no es necesario que sufras por una muerte que no es real.
Siento como mi pecho sube y baja con violencia.
La rabia amenaza con consumirme. Tengo que apretar los puños para intentar relajarme.
Él parece darse cuenta y se levanta, colocándose delante de mí.
—Tu madre está viva y está buscándote, Nellie —insiste.
—¡Cállate!
—Escúchame…
—¡No! ¡Quiero que te largues de aquí! —grito, alterada.
Él me agarra los brazos con una ligera presión, pero tampoco demasiado fuerte.
—Escúchame, Nellie.
No. No. Y no.
—Cuando salgas de aquí, podrás despotricar todo lo que tú quieras. Tienes derecho a hacerlo, pero no ahora —replica, hastiado—. Ahora tienes que hacer todo lo que está en tu mano para salir.
Los latidos de mi corazón no frenan, no bajan la marcha; ni lo hace el enfado que siento en estos momentos.
He estado todo este tiempo pensando que mi madre estaba… muerta.
Joder.
Entonces, me suelta los brazos y da un paso hacia atrás.
Yo me quedo perpleja, mirándole fijamente mientras intento calmar mi respiración.
Él, con un gesto suave se baja la capucha y deja ver sus mechones castaños con reflejos rubios. Sus ojos ahora brillan con una intensidad que no estaba antes.
Cuando se quita la mascarilla y me revela quién ha estado detrás de todo esto, tengo que apoyarme en la pared para no caerme al suelo.
—¿Tú…?
Dhrent esboza una leve sonrisa y asiente levemente.
Mi mejor amigo… De siempre…
—Dhrent… O mejor dicho… ¿MJ?
Siempre ha estado aquí conmigo.
—¿Te acuerdas cuando ''nos conocimos'' en la pista de baloncesto? —yo asiento, claro que me acuerdo, joder, fue lo que me llevó a romper una de las reglas—. ¿Y te acuerdas que dije que seguías siendo igual de patosa que siempre?
Claro que sí.
—Simplemente quería comprobar si te acordabas de mí —confiesa—. Pero ví que no. Y eso solo confirmó mis sospechas.
Sacudo la cabeza.
—¿Qué sospechas? ¿Qué estás hablando?
Dhrent resopla antes de hablar.
—Que te han borrado la memoria, Nellie.
Claro que yo también lo sospechaba, porque nunca he sido capaz de recordar algo más allá de todo lo que me rodea aquí.
—¿Y cómo es que me acuerdo de ti?
—Puse un antídoto en la bebida de tu bandeja —dice.
Me tengo que sentar porque me tiemblan las piernas.
Eso era ese líquido transparente que no sabía a agua.
—El antídoto, como has leído en las notas, hace que vayas recuperando tus recuerdos de manera gradual, por eso te vas acordando.
Las dichosas notas…
—Y bueno, de nada por esas notas.
—¿A qué te refieres? —alzo una ceja.
—¿Quién crees que dejó las notas en esos libros, Nellie? —se cruza de brazos—. ¿De verdad pensabas que algún tipo despistado se las dejó entre medias de unas páginas de un libro ridículamente antiguo?
Abro la boca, pero no me salen las palabras.
—Eh… ¿sí?
—Pues no, fui yo. Y quién puso el diario de Kaín en la bibliotecas, también fui yo.
—¿Y no era más fácil entregármelo a mí directamente?
—Hubiera sido una opción, si no te hubieras dedicado a hacerte la Sherlock Holmes por tu cuenta.
—Entonces, ¿el mapa y todo eso lo pusiste tú?
—No, eso no. Fue a raíz de eso que fui poniéndote cosas. Como el diario.
—O sea… ¿que mis dotes de detective sí sirvieron?
—Ahí tienes tu mérito, sí.
No puedo evitar sentir una pizca de orgullo por mí misma.
—Pero de todas formas, no sabes ni la mitad de lo que realmente pasa aquí, Nellie.
—Me imagino que todavía queda más —dejo caer mi espalda sobre la fría pared.
—Mucho más, pero bueno, eso se va a descubrir por sí solo —dice, sentándose de nuevo.
Entonces, veo el tatuaje de la mariposa y la daga sobre su muñeca.
—¿Y eso? —digo señalando directamente su muñeca.
Él deja escapar una gran bocanada de aire.
—Proyecto Mariposa —dice finalmente—. Estoy seguro de que lo has leído en alguno de esos documentos.
—Sí —digo recordando vagamente lo que leí sobre eso.
«Los sujetos seleccionados para el Proyecto Mariposa han demostrado una capacidad excepcional para desvincularse emocionalmente de sus acciones. No muestran remordimiento, ni empatía, ni miedo. Máquinas de matar perfectas, entrenadas para ejecutar sin cuestionar».
—Este tatuaje lo tienen las personas que formaron parte del proyecto —me explica.
—Tú eres… ¿una máquina de matar? —indago, incrédula.
Él suelta una breve risotada.
—No, pero pude haberlo sido. Yo fui el único capaz de escaparme de aquí, Nellie.
—¿Hay alguien más con ese tatuaje? —indago, frunciendo el ceño.
—Sí, en total seis personas.
Me muerdo el interior de la boca, con curiosidad.
—¿Quiénes?
—Nora Baker, Dom King, Alec Hayes, Theo Morgan, Zane Clark y yo.
Cada nombre se siente como una piedra lanzada directamente a mi cabeza.
—¿Cuántos quedan vivos? —indago, intentando asegurarme de oír la respuesta que realmente necesito oír.
—Cuatro.
Nora está muerta.
Dom está muerto.
Eso significa que Zane está vivo.
Suelto un gran y largo suspiro que alivia toda la tensión que siento en mis músculos.
Dhrent sostiene mi mirada.
—Cuatro —repite, como si el peso de cada uno le pesara personalmente—. Y cada uno de ellos es crucial para lo que viene a continuación.
Intento asimilar todo. La revelación sobre mi madre, el papel de Dhrent, y ahora, todo esto…
No puedo más.
—¿Y qué se supone que debo hacer yo? —pregunto.
—Tu madre y yo necesitamos que estés fuerte para lo que viene. Tu papel es más importante de lo que crees.
—¿Mi papel? —mi voz apenas es un susurro.
—Sí, Nellie. Tú eres la clave para desentrañar la verdad detrás del Proyecto Mariposa y para exponer todo lo que ha estado sucediendo aquí.
Las palabras de Dhrent resuenan en mi cabeza. La esperanza. Nunca me había visto a mí misma de esa manera.
—Pero… ¿cómo? —la duda me carcome por dentro.
—Con la ayuda de Zane y los demás, vamos a revelar la verdad al mundo. Vamos a desmantelar este lugar pieza por pieza —su tono es firme, decidido—. Y cuando llegue el momento, necesitaremos que actúes.
—Lo haré —digo, y por primera vez en mucho tiempo, siento que tengo un propósito claro.
Dhrent me ofrece una sonrisa de aprobación antes de levantarse.
—Mañana tendrás que tomar una decisión, Nellie —me advierte, mientras se acerca a la ventana con un paso lento—. Ahora que sabes más cosas será más fácil.
—¿Qué decisión?
Él se encoge de hombros.
—Ya lo verás.
Abre la ventana y, cuando hace el amago de saltar, le detengo.
Él se queda paralizado cuando envuelvo mis brazos alrededor de su cuerpo.
No puedo evitar sollozar al sentir que estoy abrazando a mi mejor amigo después de tanto tiempo.
Dhrent me devuelve el abrazo, pero me separa rápidamente.
—Tengo que irme, pero nos veremos más pronto de lo que crees.
Y con esas últimas palabras, pega un brinco por la ventana.
Me asomo y de nuevo, no hay rastro de él.
Tengo que preguntar cómo mierda es que hace eso.
Miro hacia el cielo, como si estuviera buscando respuestas que sé que no me va a dar.
La decisión que debo tomar mañana… ¿Qué será?
¿Tendrá que ver con el Proyecto Mariposa?
¿Con mi madre?
¿O con algo que aún no puedo imaginar?