*Kael*
Rian y Tara eran la única familia consanguínea que me quedaba. No nací para ser rey, pero me vi obligado a recoger la corona rota y ensangrentada cuyo peso exigía que nuestra manada volviera a su antigua gloria. Era difícil, por decir lo menos, llevar las ruinas de una manada de la desesperación a la esperanza, pero aún más difícil seguirle la pista a un hermano de veintiún años.
Sabía que tenía buenas intenciones. Quería recuperar nuestra antigua vida tanto como el resto de nosotros. Pero fue imprudente e impaciente al respecto. Tenía nueve años cuando estalló la guerra. El asesinato de nuestros padres y hermanos lo cambió. Parecía tomárselo mucho más difícil que yo, incluso cuando el título de Alfa pasó de nuestro hermano mayor a mí, el segundo más joven de siete cachorros. Desde que tuvimos que huir de nuestra casa en Moonwake, él estaba a favor de actuar, incluso cuando corría el riesgo de que los enemigos descubrieran nuestra existencia.