*Estelle*
Conseguí contener las lágrimas hasta que llegué a casa. Justo cuando creía que las cosas iban mejor, Charles tuvo que ir y decir algo tan horrible. Debía de ser su forma de vengarse por la nariz rota de Isolda. Una parte de mí deseaba haberle pegado yo también.
Cuando llegué al dormitorio me tumbé en la cama y me apreté la almohada contra el pecho. Olía a Gabe y eso ayudó a calmarme un poco.
No pude evitar preguntarme qué había de cierto en las palabras de Charles. Quizá mi madre era una granuja y por eso no había ninguna manada que la apoyara cuando yo nací. ¿O tal vez había algo malo en mí? Había pasado la mayor parte de mi vida preocupada por si estaba loca, por si había alguna enfermedad mental genética acechándome. Tal vez fuera cierto.