Mae
Mae se observó en el espejo mientras April adornaba su cabello con campanillas de invierno y flores de aliento de bebé. Siempre le había gustado su cabello más rizado, le recordaba a su madre. El cabello de October generalmente estaba rizado y caía sobre su espalda con solo unos pocos mechones atados con las delicadas flores blancas que April continuaba agregando.
La señora Hallow se recostó en el borde de la cama de Mae y miró con lágrimas en los ojos. No hizo ningún intento de recomponerse ni de secarse las lágrimas.
—Oh, Mae, te ves tan hermosa, querida. —Las mejillas de la señora Hallow estaban rojas e hinchadas cuando Mae la miró a través del espejo.
—Gracias —Mae le devolvió la sonrisa.
Inmediatamente, April giró la silla y miró a su hermana. En sus manos sostenía una brocha de maquillaje y un tubo de lápiz labial.
—Quiero verme bien... no nos exageremos —advirtió Mae. April le dedicó una sonrisa torcida y traviesa.
