Mae
Mae reunió confianza y valentía. Trató de recordarse que, a pesar de las acciones agresivas de su padre, este nunca le haría daño. Ató su cabello en una cola de caballo y respiró profundamente. Se miró en el espejo del baño, jugando con su anillo de bodas.
—¿Estás bien? —preguntó Henry.
Ella se volvió y lo vio apoyado en el marco de la puerta, con esa mirada de preocupación que tanto apreciaba. Sus labios formaron un suave puchero, dando forma a un pequeño corazón.
—Sí, estoy bien. Solo... preparándome —respondió ella. El puchero en el rostro de Henry se hizo más evidente. Mae no pudo evitar sonreír. Caminó hacia él y lo abrazó por la cintura mientras asentía.
—¿Quieres que vaya contigo? —ofreció cuando se separaron del abrazo. Mae casi negó con la cabeza de inmediato.