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Chapter 14 - Capítulo 8: Travesía (1)

15 de Agosto de 2021

Día 23

Los primeros días tras el inicio de nuestro viaje han sido muy… "tranquilos", una palabra con la que no pensé que podría volver a describirlos. El profesor Nicolás es muy hábil para moverse por el lugar evadiendo peligros, hemos logrado pasar desapercibidos de los cristalizados que van en grupo mientras que aquellos que van en solitario no son capaces de oponer la mínima resistencia contra él.

 El entrenamiento diario ha sido menos difícil de sobrellevar, quisiera pensar que mi condición mejoro un poco pero en realidad debe ser que el profesor disminuyo la intensidad para compensar las largas caminatas diarias y los enfrentamientos que me obliga a tener contra los cristalizados después de que los deja malheridos.

Lo mejor es que en este poco tiempo me ha enseñado bastantes cosas que se han reflejado a manera de nuevas habilidades: "Rastreo Sísmico", "Sigilo", "Primeros Auxilios" y "Catalogo". La última es bastante particular, la aprendí por mi cuenta y me permite ver las habilidades que he ido acumulando.

 

Sigilo — Entras en un estado de enfoque en el que puedes avanzar siendo discreto y silencioso

Primeros Auxilios — Conocimientos básicos para tratar heridas leves y básicas

Catalogo — Puedes visualizar la lista de habilidades adquiridas

—Supongo que me queda mucho por aprender… —le digo al profesor mientras me venda una herida.

Los cristalizados podrán estar debilitados tras pelear con él pero eso no los hace inofensivos, tienen suficiente fuerza para derribarte en un descuido.

—En efecto, pero ese es el punto, que empieces a reconocer los patrones que siguen y te acostumbres a ellos, en realidad vas muy bien, aprendes rápido.

—Es gracias a usted… el problema soy yo, aun no domino lo de moldear la petrificación en armas como martillos… me facilitaría las cosas.

—Paciencia Marco, apenas hace una semana que aprendiste sobre… ¿Cómo lo nombro tu habilidad?

—Petrocristalizacion, aunque en lo personal creo que es un nombre más largo de lo necesario.

—Es muy ad hoc, pero mi punto es que no te preocupes, dale tiempo al tiempo para que aprendas de manera paulatina a crear armas con más naturalidad, no obstante, no subestimes el potencial de un buen derechazo,

—Para usted es fácil decirlo, los hace polvo con solo un puñetazo, no sé cuantos meses de entrenamiento me tomara alcanzar su fuerza.

—Lograras estar a mi nivel en solo un par de semanas —responde preparándose para retomar nuestro camino—, con nuestra nueva fisiología el entrenamiento actual debería ser suficiente para ello.

—¿Nueva que…? —pregunto extrañado.

—La nueva fisiología que tienen nuestros cuerpos tras la mutación que sufrimos el día del cataclismo.

—… —mi silencio le deja claro que no sé de qué habla.

—¿No tocamos ese tema?

—No, creo que recordaría algo tan… importante…

—Oh, una disculpa, di por hecho que si lo habíamos hablado y por eso no volví a mencionarlo, ¿Debería hacer alguna especie de plan de estudios? Quizá un temario sería más adecuado para cubrir todos los puntos.

—¿La mutación también afecto nuestros cuerpos más allá de lo relacionado a la cristalización? —le pregunto para que se enfoque y no se pierda en sus pensamientos.

—En efecto, nos volvimos capaces de percibir la frecuencia o energía de los cristales así como la de nosotros mismos, ese fue el cambio más destacado y fácil de percibir.

—Si…

—Mas no fue todo, internamente también mutamos pero de manera un poco imperceptible ya que, a priori, en esta situación uno no se pone a cuestionar mucho sus capacidades físicas a detalle.

—Entiendo…

—Para este punto puede que lo hayas presenciado sin darte cuenta —explica mientras camina al exterior para no retrasarnos mientras da su "catedra"—, fuerza bruta, estamina, resistencia a la deshidratación y/o al hambre a niveles que rozan lo sobrehumano, incluso la velocidad a la que nos recuperamos de las heridas o el cansancio.

—Eso explica… mucho…

Ciertamente no me detuve a pensar en lo mucho que logramos sobrevivir Rubén, Santiago y yo sin comida, agua y con solo unas pocas horas de sueño, sin mencionar la facilidad con la que Rubén blandía esa maza que llevaba con él o como movió la columna en la entrada de aquellas oficinas, es decir, siempre fue fuerte pero… eso no era normal.

—¿Está diciendo que ahora somos… "Super humanos" o algo asi?

—No creo que podamos levantar un carro sobre nuestras cabezas o ser capaces de pasar semanas sin dormir… pero considero que si estamos dentro del área de "super humanos" con el simple hecho de poder controlar la cristalización.

—Y aun asi… hay tan pocos sobrevivientes…

—Es difícil saber cuántos lograron despertar… pero la gran mayoría de quienes lo hicieron… estoy seguro que sucumbieron ante la cristalización y no a factores externos.

—¿Cómo puede estar seguro?

—¿Cuántos cadáveres has visto? —me pregunta de vuelta dejándome sin palabras—. Si realmente hay alguna especia de entidad cósmica y/o divina detrás de esto… es difícil siquiera pensar en porque sobrevivimos ¿Una segunda oportunidad? ¿O se divierte viéndonos sufrir?, claro, también podría ser un error en sus planes, después de todo, humanos, dioses o entes de energía, nada ni nadie es perfecto.

 

Descansamos en el primer lugar que encontramos despejado una vez que empieza a oscurecer. Ya estamos cerca de las oficinas donde pase la primera noche, deberíamos poder llegar mañana en la tarde.

Al igual que días pasados, intento practicar la purificación después de cenar… logrando nulos resultados. Al menos mi habilidad con la petrificación ha mejorado mucho, en lo que respecta a solo mis brazos puedo cubrirlos relativamente rápido, entre más veces lo hago más natural se empieza a sentir.

Después de un rato el profesor Nicolás me detiene y me obliga a dormir. Es tentador seguir practicando pero prefiero no arriesgarme a que me dé un sermón acerca de la importancia del buen y correcto descanso.

 

16 de Agosto de 2021

Día 24

Busco al profesor con la mirada pero me encuentro rodeado con un vacío total.

—Ya muéstrate Adler, no lograras tomarme por sorpresa —vocifero estando atento de por donde aparecerá.

—¿Marcos…? ¿Eres tú…? ¿Enserio eres tú…? —una voz que no esperaba oír me toma por sorpresa.

—¿¡Rubén!? —exclamo anonadado al darme la vuelta y verlo— ¿Cómo…? ¿¡Cómo estás aquí!?

Corro hacia él pero en solo unos segundos su imagen se evapora. Detrás aparece Adler quien empieza a reír a carcajadas.

—Oh dios… ¡No puedo creer que cayeras en eso!

—Eres un idiota —replico enfadado.

—Vamos Marcos, tu fuiste el que me reto a sorprenderte y la cara que hiciste ahorita fue digna de retrato.

—¿Qué quieres ahora?

—Marcos, Marcos, Marquitos —responde en un tono cantarín—, no te esponjes, es solo una broma.

—Una broma desagradable como siempre.

—Ya, ya, ahí lo dejo pues —Adler intenta arreglar las cosas con una sonrisa amistosa pero la quita rápidamente al ver que no le hago caso—, como quieras, tampoco te voy a rogar, solo vine a ver cómo te iba y por lo que veo que te conseguiste un sugar daddy y te va muy bien con él.

—Hubiera sido útil que mencionaras acerca del control de la cristalización, en realidad, pudiste haberme dicho de la existencia de los cristales en primer lugar —le reclamo irritado—, ¿No se supone que estas de nuestro lado? Si hubieras puesto tan solo un poquitito de tu parte no me habría separado de Rubén y Santiago.

—Oye, oye, en realidad deberías agradecer que de una manera u otra te encamine con el tal Sapiens, es un mejor compañero que aquel pelele y el demagogo.

—No te quieras apropiar de ese logro, el profesor Nicolás ya estaba intentando alcanzarnos a los tres —respondo ignorando las extrañas palabras que usa. Entre el profesor y él parecen un diccionario andante.

—Del dicho al hecho hay mucho trecho.

—¿Rubén y Santiago están bien? —suspiro intentando obtener algo de esta conversación.

—Mmm… ¿Qué te puedo decir? Mínimo están vivos, pero no sé si podría utilizar "Bien" para describir su situación.

—¿Están en el refugio que usamos el primer día?

—No, no están ahí.

—¿Dónde están?

—Mmm… no te puedo decir —responde riéndose "inocentemente"

—No me vengas con eso, dime donde están —replico ofuscado.

—Ya, ya, quiero decir que no sé, podría intentar buscarlos pero siendo ellos sería inútil, no lograría nada.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No se… —dice mientras desvía la mirada— bueno si se, pero no te voy a decir.

—¿¡Por qué!? —pregunto cansado de esta rutina de payasos

—Muchas razones, principalmente por que le quitaría lo divertido.

—Infeliz… —mascullo irritado—, ¿Al menos podrías decirme si están a salvo?

—Uy Marcos, deberías saber que ya nadie está a salvo —se ríe—, incluido tú, será mejor que despiertes de una vez…

—Mierda… —recuerdos de lo que paso la última vez que lo vi y que me dijo eso mismo regresan a mi mente.

Adler se esfuma frente a mis ojos y poco a poco empiezo a despertar en el mundo real, no termino de abrirlos para cuando el ruido a mi alrededor llama mi atención a la vez que siento como todo mi cuerpo se agita.

Me despierto del todo y me doy cuenta de que el profesor está cargándome en su espalda mientras corre, a nuestro alrededor las paredes están agrietándose mientras partes del techo se desmoronan.

—¿¡Qué pasa…!? —digo articulando las primeras palabras que puedo.

—Oh despertaste —me baja de su espalda de inmediato y me da unas fuertes palmadas en ambas mejillas a la vez—, eso te ayudara a despertar, ¡Ahora corre! ¡Las preguntas pueden esperar!.

Me da mi mochila y empieza a correr, por lo que sin tener un momento para pensar o recuperarme del aturdimiento lo sigo sin dudar, me centro en hacer mi mejor intento de no perder el equilibrio con el piso temblando bajo nuestros pies.

 

—Eso estuvo cerca… —digo agitado una vez que estamos en el exterior y que el temblor se ha detenido por completo. El lugar sigue en pie pero no me gusta la idea de volver adentro—, no creo que el edificio siga siendo seguro.

—Ni en este ni ningún otro por el resto de la noche, habrá riesgo de réplica por las siguientes horas —responde seriamente para luego voltear a verme— ¿Viste a ese ser que se hace llamar Adler?

—Si… —respondo sorprendido de que lo supiera.

—Lo supuse, nadie tiene el sueño tan pesado a menos que este en coma.

—No es la primera vez que es asi de inoportuno.

—¿Alguna información útil?

—No… es decir, quizá, dijo que Rubén y Santiago están vivos, pero no están en el lugar al que vamos… —respondo con desanimo—, deberíamos cambiar nuestra ruta.

—Que no te desanimen las palabras de ese tal Adler, sigue siendo una buena estrategia visitar ese lugar y dejar alguna nota por si acaso —argumenta con una sonrisa positiva—, por ahora sigamos nuestro camino, tenemos la suerte de que alcanzamos a dormir suficiente y la luz de la luna ilumina nuestro camino… aun asi avancemos con sumo cuidado.

 

El haber dormido menos horas, despertar en medio de un temblor y caminar a oscuras por el campus hizo que para la hora del desayuno ya estuviera agotado. Como cereza del pastel y para coronar a este como uno de los peores días, solo detrás de aquellos en donde un sabueso nos tenía en jaque, tuvimos la mala suerte de encontrarnos con una horda de cristalizados que tras percatarse de nuestra presencia estuvieron tras nosotros por horas, obligándonos a retroceder y desviarnos hasta perderlos.

 

17 de Agosto de 2021

Día 25

Tras una semana desde que comenzó nuestra travesía llegamos a nuestro primer destino. Aún sigue en pie por lo que supongo que temblores como el que nos hizo huir de aquí no se han repetido.

—Hay que tener cuidado… quien sabe en qué momento se termine de caer —le advierto al profesor cuando estamos frente a lo que queda de la entrada.

—En efecto, dadas las grietas en la fachada y el estado del área circundante, la integridad de la estructura debe estar comprometida.

—El peligro es lo engañoso del suelo, en algunas partes solo queda una delgada capa que cubre un agujero bastante profundo.

—Si, muchas áreas de la ciudad están plagadas de socavones ocultos —responde para luego agacharse y tomar unas cuantas piedras pequeñas—, sigue mis pasos, literalmente.

Empieza a tirar los guijarros frente a nosotros antes de dar cada paso, me explica que tiene la finalidad de detectar que partes del suelo son más frágiles e inestables en conjunto con Sentido Sísmico.

Evitamos cualquier peligro hasta llegar al salón donde dejamos todas las cajas con cosas que no consideramos útil llevarnos. A simple vista parecen estar intactas, idea que es reforzada por la gruesa capa de polvo que las cubre.

—No creo que hayan estado por aquí, ni ellos ni nadie, todo esta como lo dejamos.

—Eso parece.

—Escribiré la nota y la dejare sobre las cajas —saco un papel y lápiz de mi mochila, no quiero pasar mucho tiempo aquí dentro.

—No, no es lugar correcto —me corrige—, si otro individuo viene lo primero que hará será revisar eso primero y descartara todo lo que no le sirva, por lo que tu mensaje podría perderse.

—Buen punto, pero si no es ahí… ¿Entonces donde dejarlo para asegurarme que la vean…?

—Tu dime, tú los conoces, piensa como ellos e imagina si regresaran ¿Qué revisarían?

—No lo sé, todo lo útil está aquí.

—No hablo de lo útil, instintivamente darán un vistazo por el lugar, se verán atraídos por los recuerdos.

—La oficina de al lado —respondo sin pensarlo mucho, ya que, tal y como acaba de decir, yo mismo no pude evitar darle una mirada cuando pasamos por un lado—, la primera noche la pasamos ahí y creo que Rubén le daría un vistazo solo por el recuerdo.

—Excelente idea, es una suposición inteligente.

Retrocedemos con cuidado sobre nuestros pasos para regresar a la oficina, en la cual, me dispongo a escribirla.

 

Para Rubén y Santiago

Soy Marco, puede ser difícil de procesar pero logre sobrevivir a la petrificación, fue gracias al profesor Sapiens de la universidad, es alguien de confianza y tiene un plan para salir de aquí.

Los estamos buscando para que vengan con nosotros, tenemos un refugio seguro ̶e̶n̶ ̶e̶l̶ ̶s̶ó̶t̶a̶n̶o̶ ̶d̶e̶l̶ ̶e̶d̶i̶f̶i̶c̶i̶o̶ ̶d̶e̶ ̶m̶a̶n̶t̶e̶n̶i̶m̶i̶e̶n̶t̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶e̶s̶t̶á̶ ̶a̶l̶ ̶n̶o̶-̶r̶o̶e̶s̶t̶e̶ ̶d̶e̶ ̶a̶q̶u̶í̶,̶ en el edificio de mantenimiento, si ven esta nota vengan lo antes posible, existe una especie de "cura" y maneras de enfrentar a los petrificados.

Rubén, tenías razón, aún hay gente en la que podemos confiar, el profesor es una de ellas, con su ayuda los tres podremos sobrevivir y seguir adelante.

Espero que nos reencontremos, d̶e̶s̶p̶u̶é̶s̶ ̶d̶e̶ ̶t̶o̶d̶o̶ ̶n̶o̶ ̶h̶a̶y̶ ̶m̶u̶c̶h̶o̶s̶ ̶a̶ ̶l̶o̶s̶ ̶q̶u̶e̶ ̶p̶o̶d̶a̶m̶o̶s̶ ̶l̶l̶a̶m̶a̶r̶ ̶a̶m̶i̶g̶o̶s̶.

 

Al final tacho las indicaciones de cómo llegar, ellos deberían de saber cómo y no sería buena idea que otros lo descubran asi de fácil. También tacho una parte del final que… quizá estaba un poco fuera de lugar…

—Muy buena idea —exclama el profesor leyéndola sobre mi hombro—, no me opongo a que otros quieran unírsenos, pero no podemos ser demasiado confiados como para dejar nuestra ubicación especifica a la vista de todos.

Tras dejar la carta sobre el escritorio dejamos el lugar ahora con destino al polideportivo. Con una semana a nuestras espaldas empiezo a cuestionarme si realmente podremos ir y regresar hasta allá en el lapso de tiempo que calculamos.

 

20 de Agosto de 2021

Día 28

Ya casi hace un mes desde que todo esto empezó, más bien, desde que yo desperté en medio de este caos. Las primeras dos semanas fueron las más difíciles… entre el hambre, la sed, el miedo, la petrificación… sentía que solo estaba retrasando un trágico final, no obstante, pese a que el futuro se sigue viendo muy oscuro, el estar al lado del profesor Nicolás me tranquiliza, excepto cuando recuerdo el hecho de que ya casi son dos semanas de que me separe de Rubén y Santiago… tiempo suficiente para que las cosas hayan empeorado aún más para ellos…

—¡No aligeres el paso! —exclama con los ánimos que esperarías de alguien que está en una excursión en el campo.

Con alrededor de cuatro meses despierto supongo que ya está acostumbrado a toda esta situación o quizá lo que le permite estar tan tranquilo es la extrema confianza que se tiene a sí mismo, después de todo, no ha perdido el tiempo, es realmente fuerte y conoce a detalle casi todas las amenazas que nos rodean.

En sus palabras, los cristalizados "normales" no son de temer a menos que hablemos de toda una horda. Por si solos son fuertes y resistentes, pero tras enfrentar a unos cuantos empiezo a notar lo lentos y torpes que son, el verdadero peligro son los "especiales" la simple expresión de seriedad que se dibuja en el rostro del profesor cuando habla de ellos me es suficiente para tenerles miedo.

Su origen es incierto, hasta ahora la mejor teoría es que cuando alguien llega a la fase cuatro hay una pequeña probabilidad de mutar en algo diferente. En casos extremos en cosas como los sabuesos, que parecieran una quimera salida del infierno, por otro lado, hay mutaciones más simples como el "Esquelético", aquel que era alto, con extremidades alargadas y que nos atacó a Rubén, Santiago y a mí en el interior de aquel edificio. Hasta donde el profesor ha descubierto son muy pasivos y frágiles, no obstante, cuando deciden atacar se vuelven muy violentos y rápidos, dando saltos enormes asi como golpes devastadores que he presenciado de primera mano, lo que no era normal era su capacidad de atraer otros cristalizados, esa habilidad le corresponde a los "Aulladores", el tipo de cristalizado más peligroso, con un solo chillido pueden atraer cristalizados de varias cuadras a la redonda, la mejor manera de lidiar con ellos es huir antes de ser vistos.

Lo que nos encontramos en ese edificio fue una fusión, el profesor ya me había hablado de los colosos y de los bielementales, pero también existen fusiones entre cristalizados especiales, siendo algunas de ellas monstruos imparables.

Me hablo sobre un tipo al que llama "Segador", son agiles, flexibles y con afiladas hoces sustituyendo sus extremidades. No me quiero imaginar el resultado de fusionar algo asi con un sabueso.

 

—¡Esto es perfecto! —exclama el profesor mientras buscamos entre lo que parece haber sido el refugio de alguien en el pasado.

—¿Encontró algo?

—¡En efecto! ¡Sardinas! Una gran fuente de vitaminas —responde con emoción.

—Ew… no soy muy fan de ellas… —digo un poco asqueado.

—Es entendible, tienen un sabor muy particular, pero ya deberías tener algo claro…

—Lo sé, no podemos ser quisquillosos con la comida.

—No, que el mejor condimento es el hambre, ya verás lo apetitosas que se verán en un par de horas cuando el estómago vacío te aqueje.

Me rio un poco mientras seguimos buscando. Al principio a una parte de mí no le agradaba le idea de "robar", pero el profesor me señalo la gruesa capa de polvo que cubre todo el lugar, si estas cosas eran de alguien… probablemente ya no regresara.

Unas botellas de whisky llaman mi atención, no soy fan del alcohol pero me sorprende que alguien le dedicara tiempo y energía a conseguirlas en una situación asi, sin embargo, de nuevo soy corregido, al parecer pueden ser excelentes para ser usada como antiséptico de emergencia.

 

Estamos en un tercer piso por lo que el lugar es suficientemente seguro para pasar la noche y mañana rehacer las maletas con lo que encontramos.

Hay una ventana que da hacia la ciudad, sin embargo, la que antes sería una gran vista ahora es una muy deprimente, solo han pasado unos pocos meses pero la explosión de aquel día y los terremotos han dejado la ciudad en un estado deplorable.

Mi mirada vaga por las calles y los edificios que se extienden hasta el horizonte, pero ante la completa quietud y tranquilidad del panorama algo moviéndose a lo lejos destaca bastante.

—¿Tiene los binoculares por ahí? —le pregunto sin apartar la vista de aquello.

—Si, tómalos.

Ahora lo puedo ver bien, por un segundo pensé que era una persona, pero sin duda se trata un esquelético, aunque su boca es muy distinta al que vi la última vez… asi deben verse los que son "normales"

—Hay un cristalizado tipo esquelético a lo lejos —advierto al profesor—, ¿Qué hacemos?

—A esa distancia no debería suponer un peligro —me responde tras asomarse por la ventana y lograr divisarlo—, solo tendremos que ser precavidos mañana en la mañana, aunque nuestro destino está orientado a otro punto cardinal.

—Entiendo… —respondo sin apartar la vista… no puedo evitar sentirme intranquilo al verlo, me trae muy malos recuerdos.

Se mueve con su particular lentitud, como un perezoso, da un paso, da otro, mira los alrededores, da un paso, da otro, mira a…

—¡Mierda…! —musito a la vez que me escondo debajo de la ventana.

—¿Qué paso?

—¡Esa cosa me volteo a ver! —musito asustado—, debió haber notado que lo estaba observando.

—Eso es imposible, los cristalizados no "ven" sino que sienten las vibraciones —me aclara acercándose a la ventana—. ¿Puedes darme los binoculares?

—Juraría que volteo directo hacia acá… —se los doy mientras que por dentro intento convencerme de que fue una coincidencia.

—¿Por dónde estaba? Ya no lo veo…

—Debe estar frente a un lavandería con los ventanales rotos —le digo asomándome también, solo para percatarme de que ya no está, desapareció.

—Los esqueléticos son especialmente sensibles pero no lo suficiente para detectarnos hasta acá, debió haber seguido su camino.

—Que extraño… —murmullo entre dientes—, estaba allí hace solo…

La aterradora silueta de esa cosa se aparece justo frente a nosotros, prácticamente se materializa delante de nuestros ojos fuera de la ventana para acto seguido aferrarse al marco con sus largos dedos.

¡Estaba a varias cuadras!

¡Estamos en un maldito tercer piso!

¿¡Qué diablos!?

Ni siquiera soy capaz de gritar, me quedo congelado, pero a diferencia de mí, el profesor Nicolás reacciona al instante, recubre su brazo con piedra, me empuja a un lado y le propina un golpe en el pecho a esa cosa con la suficiente fuerza para hacerlo caer.

—¡Corre! —me ordena—, eso solo nos dará algo de tiempo.

—¡Pero las mochilas están…!

—¡Olvídate de eso! ¡Tómalas asi! —replica corriendo a la salida con una mochila medio vacía debajo del brazo.

—¡Esta bien! —corro detrás suya hacia las escaleras bajando a toda prisa.

—¡Puede sonar contraintuitivo pero estamos en desventaja en espacios cerrados!

No me detengo a cuestionarlo, aun menos al escuchar a esa cosa detrás de nosotros rompiendo puertas y ventanas con cada salto que da.

Alcanzamos el exterior con el esquelético pisándonos los talones, pero en vez de seguir corriendo el profesor se detiene en seco, avienta su mochila a un lado y se da media vuelta mientras petrifica sus brazos.

—¡Lección sobre esqueléticos! —exclama mientras levanta ambos brazos en guardia y… un momento ¿¡Planea convertir esto en una clase!?—, ¡Sus ataques con amplios y rápidos! Céntrate en sus brazos pero no pierdas de vista sus piernas. ¡Lección 2! ¡Son veloces! No obstante solo lo son al saltar, ¡Predice sus movimientos!. ¡Lección 3! ¡La mejor manera de acabar con ellos es destruyendo sus piernas para inmovilizarlo o sus brazos para hacerlo inofensivo!. ¡Lección 4!, ¡Son muy escurridizos! Será difícil darles en el pecho si no somos rápidos, ¿¡Entendido!?

—¡Entendido! —respondo con decisión pese a que me tiemblan las piernas. No sé qué hacer más allá de imitarlo y cubrir mis brazos de piedra.

—¡Creare una apertura! ¡Destruye sus brazos en ese momento! ¡Apunta a los hombros!

—¡Entendido! —repito luchando para que no se me quiebre la voz.

La puerta se viene abajo con una embestida, el profesor reacciona al instante y corre en su dirección mientras termina de crear unas replicas a menor tamaño de las garras de una excavadora.

El cristalizado salta hacia él, pero prediciendo esa respuesta el profesor lo intercepta sujetándolo de los hombros entorpeciendo sus repetidos manotazos mientras forcejean.

¿¡Esta es la apertura!?

Corro hacia ellos solo siguiendo mi instinto al mismo tiempo que moldeo mi brazo en la forma del martillo más contundente que soy capaz. El profesor Nicolás se coordina conmigo y jala al petrificado hacia abajo, dejándolo a la altura perfecta para que mi golpe de en el lugar correcto, destruyendo su hombro izquierdo y consiguiendo que el resto de su brazo se desplome en el suelo.

Esa cosa da un salto con todas sus fuerzas liberándose del ahora débil agarre dado que solo podía sostenerlo del hombro restante.

—¡Buen trabajo! ¡Falta el otro! —exclama con una sonrisa nerviosa—, no será igual de fácil, ahora esta enfadado y tengo un punto de agarre menos.

Me limito a solo asentir con la cabeza, mi corazón esta tan acelerado que siento que si intento decir cualquier cosa este saldrá por mi garganta.

El cristalizado se mantiene contra la pared del edificio con aparente cautela, pero el profesor no desperdicia ni un segundo más y carga contra él con un grito de guerra.

Lo toma del hombro y con la otra garra lo agarra del cráneo mientras lo empuja contra la pared.

Sin embargo, tal y como menciono, no logra mantener ese agarre por mucho, el esquelético se libera parcialmente justo en el momento en que estoy por dar el segundo golpe lo que causa que en vez de su hombro, este aterrice arriba de su codo sin romperlo por completo.

Intento terminar el trabajo con un golpe más pero al tener más libertad de movimiento logra dar un pequeño salto y asi patearme en un costado, con una fuerza tan descomunal que me lanza al suelo y me hace rodar varios metros.

De haber reaccionado un segundo después no habría alcanzado a cubrirme… mis costillas están enteras por pura suerte…

—¡Marco! —grita el profesor que a causa de mi error… termina cometiendo uno él también.

Como si de un movimiento de lucha libre se tratase, el esquelético acorta la distancia entre los dos, solo un poco, lo suficiente para dar un pequeño salto, inclinarse levemente hacia atrás y darle una patada doble justo en el pecho, con la fuerza necesaria para que las garras del profesor se rompan y aparte lo manda a volar por el aire hasta estrellarse de espaldas contra un carro.

—¡Profesor! —grito preocupado al ver la carrocería hecho trizas por la fuerza del impacto.

Mi primer pensamiento es correr a auxiliarlo, pero al ver al esquelético empezar a regenerar ambos brazos me doy cuenta que estando yo solo no tengo ni la más mínima oportunidad de hacerle frente si se recupera… tampoco es como que pueda hacer mucho contra esa cosa incluso en su estado actual… pero es mi mejor apuesta.

Vuelvo a petrificar mis brazos, pongo especial énfasis en mis nudillos, creando pinchos en ellos imitando un puño americano. El esquelético esta debilitado, se mantiene de pie recargado contra la pared y los restos de las garras del profesor aun le dificultan moverse…

¡Es ahora o nunca!

Asesto el primer puñetazo directo en su cabeza, no le hago más que un rasguño, pero en su estado es suficiente para hacerlo tambalearse. Repito el golpe dejándolo al borde de perder el equilibrio y con un tercero cae sobre su rodilla aun negándose a ser derribado por completo.

¿¡Estoy ganando!?

Debo hacerle más daño en el cráneo, si hago el suficiente dejara de moverse. Moldeo mi puño en forma de picota, la más grande y densa que puedo en el par de segundos que tengo. Con toda mi fuerza golpeo su sien logrando romperle un pedazo de su cara, no obstante, también lo hace la piedra en mi brazo… pero…

¡Puedo hacerle daño!

Centro todos mis esfuerzos en repetir la creación de antes, pero el cristalizado también obtiene suficiente tiempo para que, con un movimiento entorpecido, me intente conectar un manotazo. Lo esquivo a tan pocos centímetros que siento como se me baja la presión, pero también veo una oportunidad de oro al tener su brazo alzado frente a mí, a la distancia perfecta para que al dar un golpe con todas mis fuerzas pueda terminar de romper su codo derecho.

El esquelético emite un débil chillido y se las arregla para darme un golpe con lo que queda de su brazo, esta vez mis reflejos me fallan, sin embargo, esta tan débil que pese a darme en la cara no logra derribarme, solo hacerme tambalear y retroceder varios pasos mientras el característico sabor a hierro que tiene la sangre se extiende por mi boca.

Sin duda, los cristalizados especiales dejan en ridículo a los demás… con ese "débil" golpe es capaz de hacer que la cabeza me dé vueltas, ganando tiempo suficiente para ponerse de pie con dificultad pero sin rastro de las heridas en su cráneo.

—¡No dejes que se recupere! —gruñe el profesor Nicolás detrás mío

—¿¡Se encuentra bien!? —exclamo aliviado de que despertara pero sin darme el lujo de apartar la vista de esa cosa.

—No te distraigas… —responde con seriedad—, tienes que distraerlo… un poco más, necesito… más tiempo.

En su voz noto que se le dificulta hablar, pero no por dolor, sino por hacer esfuerzo, ¿Está creando algo?

—¿Cuánto tiempo? —pregunto mientras termino de regenerar la petrificación que cubre mis brazos.

—Dos minutos… —responde con firmeza—, consígueme dos minutos y acabare con ese bastardo.

No sé qué planea… no se si pueda contener a esa cosa siquiera un misero minuto… pero tengo que conseguirle ese tiempo a como dé lugar.

Me olvido del miedo y me dejo llevar por el impulso de la adrenalina. Arremeto contra el esquelético con ambos brazos moldeados como una punta gigante de lanza, si los puños americanos y la pequeña picota fueron efectivos esto también debería serlo.

Logro conectar varios golpes seguidos, pero tras cada uno de ellos me veo obligado a reconstruir la petrificación en mi brazos, lo que se convierte en un ciclo extenuante que empieza a mermar mis reflejos, mientras que el esquelético parece empezar a adaptarse a mí, esquivando y contratacando con patadas en cuanto bajo la guardia lo más minino.

Sus movimientos son predecibles, pero aun que pueda verlos venir soy incapaz de esquivarlos incluso usando Concentración Profunda y Pensamiento Lateral, por lo que tras solo el primer minuto ya he recibido suficientes daño para que sienta punzadas de dolor en cada musculo y hueso.

Medio minuto se siente como una eternidad en una pelea, especialmente cuando con cada segundo yo estoy más débil y esa cosa se ve más recuperada, el daño que le hago no es suficiente para superar su velocidad de regeneración…

Los últimos 30 segundos son los más duros, siento que voy a desfallecer por el dolor. Me hace falta oxígeno. Regenerar la cristalización de manera constante y mantener dos habilidades a toda su capacidad me está llevando al límite.

 

Nueva habilidad Creada

Al usar las habilidades "Concentración Profunda" Y "Pensamiento Lateral" en una pelea se creó la habilidad "Instintos De Guerrero"

 

Instintos de Guerrero – Tus reflejos y tiempo de reacción se agudizan en el calor de una batalla

 

Solo logro leer parcialmente lo que dice la ventana emergente, pero con casi los dos minutos cumplidos … esta habilidad es el último empujón que necesitaba.

10 últimos segundos. Intento darle otro golpe, lo esquiva sin dificultad, no sé si se está volviendo más rápido o yo más lento.

9 segundos. Con la mayor parte de su brazo derecho regenerado lanza un golpe directo a mi sien izquierda, el cual, pese a que alcanzo a bloquear hace que todo se vuelva borroso.

8 segundos más. El esquelético aprovecha para darme otra patada en el costado izquierdo, si algo no se había roto antes… ahora lo está.

7 segundos solamente. Escupo sangre… pierdo el aliento… veo como su mano derecha, regenerada por completo, busca cerrarse sobre mi cabeza.

6 segundos restantes. Salto hacia atrás para evitarlo, a duras penas lo logro, a costa de perder el equilibrio y terminar en el suelo.

5 segundos. Levanta su pie izquierdo con toda la intención de pisarme, pero me libro rodando en el suelo. Petrifico mi mano derecha y con un golpe le fracturo el tobillo derecho.

4 segundos aún. El esquelético da un pequeño chillido mientras se tambalea… pero logra mantener el equilibrio. No importa, me da el tiempo para ponerme de pie e intentar recuperarme. Respirar duele…

3 segundos y el profesor tomara mi lugar. Arremeto en un último ataque, apuntando directamente a su pecho.

2 segundos más y ya. Me esquiva sin esfuerzo alguno pese a tener su tobillo hecho polvo, nunca podre destruir su núcleo yo solo. El esquelético extiende su mano en un ágil movimiento y me toma del cuello…

1 segundo y… no puedo respirar, me levanta del suelo cortándome el oxígeno, aunque en vez de terminar de estrangularme me estrella contra una pared. Ningún grito logra salir de mi boca, no tengo aire en mis pulmones como para hacerlo.

Desde el suelo busco al profesor con la mirada mientras escucho los pasos de esa cosa acercándose… pero no lo veo por ningún lado…

¿Me… abandono…?

El pánico me consume. Mi cuerpo ya no me responde, respirar es difícil, no puedo ponerme de pie, no puedo arrastrarme… no puedo escapar.

Veo al esquelético pararse justo a mi lado, su inexpresivo rostro no refleja nada, tampoco hace ningún ruido, solo levanta ambos brazos completamente regenerados para acabar conmigo.

Cierro los ojos y aprieto los dientes esperando que sea rápido, pero… un golpe retumba en mis odios mas no en mi cuerpo.

Al abrirlos solo puedo ver la espalda del profesor Nicolás frente a mí. De su brazo izquierdo la piedra se extiende formando un escudo tan resistente como para seguir entero tras lo que sonó como un golpe de una fuerza abrumadora, aun asi no es tan impresionante como el descomunal pilar de piedra que abarca por completo su otro brazo.

—Lo siento, llego un poco tarde… pero también en el momento perfecto.

Con una gran demostración de fuerza contrataca embistiendo al esquelético con el escudo haciendo que este retroceda, momento en el cual el profesor da un sólido paso al frente y lanza un golpe con el arma que creo en su brazo derecho.

Al igual que como hizo conmigo, y casi como si se burlara, a tan solo unos centímetros de ser tocado este retrocede solo lo suficiente para salir de su alcance.

Es inútil… es demasiado…

¡¡Crack!!

El inconfundible sonido de la piedra resquebrajándose resuena por todo el lugar.

La punta del pilar se extiende en un instante, sin explosión, ni fuego, ni humo, de alguna manera desde dicho pilar, que ahora doy por hecho que es una especie de cañón, prácticamente sale disparado a quemarropa lo que parece ser un ariete, un cilindro de piedra pura con la suficiente fuerza para abrir el pecho del esquelético.

No hizo falta más. Solo un impacto fue necesario para destrozar su pecho y consigo el núcleo de cristal y ya sin él, esa cosa simplemente se desploma contra el suelo para no volver a levantarse nunca más.

El terror, el estrés, el pánico… todo se desvanece conforme el brillo de su núcleo palidece y se torna azul, esos sentimientos son reemplazados por un dolor intenso asi como por un alivio embriagante… una combinación que… que…

—¿¡Marco!? ¿¡Me escuchas!? ¿¡Marco!? ¿¡Estas bien!? —los gritos desesperados del profesor evitan que caiga inconsciente, pero el solo pensar en abrir los ojos me duele.

—Si… estoy… no estoy bien… pero al menos estoy vivo… —bromeo intentando ignorar el dolor, feliz de que todo termino.

—Estas consciente, eso es bueno —siento sus manos tomar la temperatura en mi frente y palpar mis heridas, aunque mis gruñidos de dolor lo hacen detenerse—. Por ahora tenemos que tomar refugio nuevamente, el alboroto puede convertirnos en el objetivo de otros cristalizados.

Me pongo de pie con ayuda del hombro del profesor. Cada movimiento que hago envía pinchazos de dolor desde el costado donde recibí la patada del cristalizado, podría decir que el lado positivo es que opaca a las demás heridas… pero es tan intenso que me hace querer vomitar.

—Creo que… me rompí algo… —mascullo mientras entramos al edificio y nos escondemos. Subir al tercer piso me es imposible en este momento, la simple tarea de respirar me causa dolor.

—No te preocupes, estarás bien, trataremos tus heridas —responde intentando ocultar la angustia en su voz.

Recostarme de nuevo duele tanto como al ponerme de pie, algo debe estar roto… estoy seguro.

—Mierda… —maldice el profesor al rasgar mi playera para palpar mis costillas. Él no suele decir groserías. No puede ser buena señal…

—¿Asi de mal estoy…?

—No… no, es… tratable… —miente de manera nada convincente—, solo haremos un cambio de planes… podría tardar en sanar, necesitaremos instalarnos temporal…

La imperante necesidad de toser me supera, intento contenerlo pero me es imposible, lo peor es que con cada tosido me retuerzo de dolor a causa del estrés que ejerce en mis pulmones y costillas.

—Estoy bien… estoy… —intento tranquilizarlo cuando la tos desaparece, pero el agobio que reflejan sus ojos me hace seguir su mirada hasta mi mano—, oh… mierda…

La oscuridad no me deja ver su característica tonalidad carmesí… pero el sabor a hierro que siento en mi boca me confirma de que se trata.

—Esto es malo… —recargo la cabeza de vuelta al suelo y fijo mi mirada en el techo—, en el "mejor" de los casos… es un contusión pulmonar, en el peor… una perforación… creo que esta vez el paracetamol no será suficiente…

—Estarás bien —me miente de nuevo.

—¿Si? ¿Cómo? ¿Aparte de arquitecto es cirujano neumólogo? —me desquito injustamente con él, la angustia y el miedo me supera.

—Usare los cristales —con solo esas palabras me quita el aliento, si algo puede desafiar a la misma realidad es eso —, pero no es magia, no es un proceso sencillo… y tampoco infalible. Es el plan z, el último recurso al que se recurre.

—Si hay una manera…

—Lo sé —me interrumpe mientras se pone de pie y se dirige a la puerta—, primero necesitare ir por algunas cosas, intenta soportar unos minutos más… y… mentalízate, va a doler…

—No puede ser peor que lo que siento ahora… —apenas y puedo soportar el tener que respirar… pero su mirada de angustia y su falta de respuesta al irse me hacen dudar.