—Así como lo oye primer ministro —dijo tranquilamente el secretario— Su majestad instaurará un nuevo harem, solo que estará conformado por hombres en lugar de mujeres —las palabras del señor Anton, eran como dagas para los ministros.
—Pero la ley... —comenzó a decir el segundo ministros, pero fue interrumpido por Anton.—La ley dice que el gobernante debe instaurar un harem, pero en ningún lado habla de gobernantes masculinos. Necesita repasar la ley ministro.—Las mujeres nunca fueron regentes, es normal que no sean tomadas en cuenta. Por sentido común sabemos que es una tontería —contraataco otro de ellos, no recordaba que ministro era.—¿A qué se refiere con sentido común ministro? —pregunté yo con la mirada seria.—Ningún hombre de clase noble, querría entrar en el harem de una mujer —contestó el con una clara soberbia.—Se equivoca, son muchos los hombres que anhelan mi poder. Es claro que muchos estarán interesados —dije yo fulminante y el bajo la mirada de inmediato.—Es una decisión de su majestad ya tomada. Se tomará un noble del reino del sur y se le pedirá a los otros tres reinos que manden a un noble. Esto forjara una alianza entre los cuatro reinos —explicó tranquilamente mi secretario y todos se observaban entre ellos, hasta que el primer ministro hablo.—Entonces serán cuatro hombres en el harem ¿verdad? —preguntó y ambos asentimos.—Primer ministro, usted tiene un hijo soltero. ¿Lo propondrá para concubino de su majestad? Dada la buena relación que tienen claro —dijo el segundo ministro con burla, claramente este país es muy raro.—Usted también tiene un hijo soltero segundo ministro —contestó el primer ministro y ambos se quedaron totalmente callados luego de ese hecho.Al parecer no les gustó demasiado y yo realmente no creo que vayan a aportar. Podría decirse que tendrían un gran beneficio si aceptan, pero realmente los dos primeros ministros son muy orgullosos y dudo que me entreguen como concubinos a sus hijos. Aunque claramente no podría tomarlos a ambos de igual forma. La cuestión es que esto puede ser algo interesante, estoy segura de que será muy entretenido.—¿De qué se ríe majestad? —preguntó el señor Anton.—De los ministros, son grandes y se comportan como niños —contesté con algo de cansancio.—Majestad, nos llegaron los candidatos —escuché la voz emocionada del señor Anton.—¿Cuáles? —pregunté confundida.—Los dos reinos ya enviaron a sus candidatos, pero aparte nos llegaron seis candidatos de nuestro reino. Hay que elegir uno majestad.—Elije a quien nos convenga más políticamente —dije yo tranquilamente y el observó las fotos por unos minutos.—En ese caso habría que elegir al hijo del primer ministro —sus palabras me dejaron en shock y escupí el jugo que estaba tomando.—¿El hijo del primer ministro? —pregunté totalmente sorprendida.—El primer, segundo y tercer ministro postularon a sus hijos. También hay hijos de duques, pero creo que el primer ministro es la mejor opción.—¿Estaban en contra pero postularon a sus hijos? —pregunté de forma irónica y el secretario se encogió de hombros— ¿Qué reino no ha enviado a su noble?—El reino del norte, ellos aún no han enviado a nadie —contestó con algo de nervios— Igual es comprensible, recuerde que hace dos años usted era su nuera.—Ya pasó mucho tiempo, la verdad no creo que sea eso. ¿Cuándo traerán a los hombres al palacio? —pregunté mientras ojeaba los papeles que debía firmar.—En dos días ya estarían llegando —contestó él y yo asentí con la cabeza, me decidí a continuar con mi trabajo.(Elián)—Al final me decidí por el vestido pastel, ¿qué te parece? —preguntó Ale, pero la verdad no quería escucharla.—Enserio eres una molestia, vete a decir tonterías a otro lado —dije molesto y me fui de inmediato.Desde que me divorcié de mi esposa todo empeoró y Ale cree que es mi nueva esposa, me molesta todo el tiempo. Ella no es mi esposa y no planeo casarme con ella. Cuando me divorcié de Marie esperaba que regresara, pero luego supe que su padre murió y tuvo que tomar el trono tras la desaparición de su hermano. Temo que ella nunca quiera regresar, pero aún tengo la esperanza de que podamos volver a vernos, porque aún la amo demasiado.—Hermano, ¿te enteraste? —preguntó mi hermano, venía agitado y cansado.—¿Qué ocurrió alteza?—La reina del sur va a instaurar un harem y pidió a nuestro padre que ofrezca un hombre de clase noble —contestó el y mis ojos se abrieron de golpe. ¿Cómo se atrevió Marie a crearse un harem?—¿Es una broma?—¿Me ves cara de payaso? —preguntó el riendo y yo negué con la cabeza— Sé que es difícil saber que tu ex esposa, tendrá cuatro hombres guapos sirviéndola. Por favor no te desquites con tu príncipe —se notaba que se estaba burlando de mí y era más fastidioso por nuestra diferencia de títulos, nunca puedo defenderme.—Fue mi culpa, no la valoré a tiempo. De todas formas ya no importa —contesté con simpleza y pensaba en irme a descansar, últimamente la jaqueca me está matando.—Si no peleas por ella la perderás, te lo digo yo que ya estoy casado. Dejé ir a la mujer que amaba hace mucho tiempo y hoy me arrepiento de no haberla hecho mi esposa. No repitas mi error —sus palabras lograron conmoverme, era cierto eso y muy triste a decir verdad.Recuerdo que mi hermano estaba enamorado de una chica, ella era de clase media y aunque no era una noble, logró cautivar a todo a todo el palacio. Pero hubo malentendidos entre ellos y mi hermano prefirió no aclararlos. Ella se marchó a las montañas con su hermano y no hemos vuelto a saber de ella. Fue una verdadera lástima, ellos se amaban de verdad y simplemente decidieron dejarlo así. Luego mi padre comprometió a mi hermano y acabó casándose con la hija de un duque amigo de él.—Hijo —escuché la voz de mi padre a lo lejos.—Majestad —dije yo reverenciándome.—Que tengas un buen día.—Majestad —llamé a mi padre y esté se volteó a mirarme— ¿Ya ha elegido el noble que enviará al reino del sur? —pregunté algo temeroso, el negó.—Es muy difícil, no tengo un noble de buen rango que no haya sido casado. Es demasiado complicado para nosotros enviar a alguien —contestó el tocándose la cien, claramente no estaba disfrutando está situación.—Padre —dije sorprendiéndolo, normalmente nunca lo llamo así— Permítame ir al harem de la reina como el noble designado por su majestad —mis palabras no solo sorprendieron a mi padre, también a mí.