Mi estrés iba en aumento y pasados un par de días, finalmente obtuve respuestas por parte de rey del norte. Este me explicó que fue algo de fuerza mayor y me pidió disculpas por ello. Me rogó que no echara a su hijo del harén y como compensación envió otro consorte, el cual llegó junto a la carta. Ahora tenía al segundo y tercer príncipe como mis consortes. Dos hermanos, definitivamente eso se está poniendo interesante. Aunque no los visité ni una sola vez, pude ver que esta semana les sentó bien. Todos se habían adaptado fácilmente al palacio y sus personalidades encajaban perfectamente.Hasta que una noche, me tocó trabajar hasta muy tarde y me acosté entrada la madrugada. A pesar de que solo iba a poder dormir cuatro horas, no pude dormirlas, ya que el escandalo afuera no me dejaba. La puerta de mi habitación fue golpeada muchas veces y con mucha fuerza. Di el permiso para que entrara y vi que era el señor Anton, el cual se veía demasiado nervioso y agitado.—¿Qué ocurre secretario? —pregunté sin entender nada.—Uno de los consortes fue herido —contestó con la voz temblando y yo también me alteré.De inmediato me levanté de la cama y corrí hasta el harén para ver qué pasaba. Todos los consortes son nobles y están bajo mi extremo cuidado, ninguno puede salir herido por ningún motivo. El herido había sido el hijo del primer ministro y tenía una quemadura en el rostro demasiado profunda. Pedí a los sirvientes que lo llevaran a mi recamara y que llamaran la doctor real, el cual llegó en apenas media hora. Lo observó con cuidado y para ese entonces, él ya había dejado de quejarse del dolor.—No te preocupes majestad, es una quemadura superficial y no quedará más que una cicatriz. Pero podemos ayudarla a desaparecer con algunas cremas —las palabras del doctor me calmaron, me alegraba saber que la herida no fue grave. Tenía toda la mejilla quemada, al igual que sus dedos.—¿Qué fue lo que pudo pasar doctor? —pregunté mientras me sentaba junto al consorte.—Por lo que veo, su esposo se pasó alguna especie de toalla con el ácido. Ya que este fue arrastrado por el rostro y sus dedos están quemados, como si hubiese agarrado el ácido con sus manos —contestó tranquilamente y pude entender que era lo que pasaba.El doctor espero a que llegara mi sirviente, ya que este traía la supuesta toalla que quemó el rostro del consorte. Al parecer era una toalla húmeda, estaba impregnada con este veneno. El doctor dijo que era un veneno particular, era una especie de ácido pero diferente. Explicó que fue una fortuna que solo se limpiara la mejilla, ya que si se la pasaba por todo el rostro, habría muerto.Luego de que el doctor se fuera, decidí que mi consorte permanecería en mi habitación y no volvería a la suya hasta haberse curado por completo. Necesito protegerlo para que no puedan hacerle más daño, además de darle algo de autoridad como medida de protección y así poder averiguar más fácil, quien intentó asesinarlo. El se quejaba mucho, el doctor dijo que eso pasaría. Que en si la herida dolería mucho, dijo que la quemadura ya no duele, pero que de todas formas sentiría dolor.Al parecer, las cremas sanatorias que debe usar, penetran en la piel muerta y de esa forma curan la parte sensible. No solo para cerrar la herida, sino para quitar el veneno que está en esta, lo cual generará dolor. En resumen, no le duele la quemadura, sino las cremas que están sanando sus heridas. Me dio bastante pena, ya que él estaba tumbado en mi cama de costado y mantenía sus ojos cerrados, al mismo tiempo que se quejaba por el dolor que estaba sintiendo. No podía quedarme con él en ese momento y me fui a trabajar, dejándolo al cuidado de su sirviente.Junte a todos los consortes con sus respectivos sirvientes y decidí que era momento de poner las cosas en orden, ya que estoy segura de que alguno de ellos ocasionó el accidente y aunque no fuese así, necesitaba que les quedase claro, que este no era un harén normal. En mi harén, ningún consorte debe salir herido o sino todos pagaran las consecuencias juntos. Ellos parecían bastante molestos por mi repentina junta, ya que normalmente les ignoro.—Los llamé para hablar de lo ocurrido anoche, por suerte el consorte Min se encuentra bien y no tiene más que heridas superficiales. Pero no voy a consentir que ningún consorte salga herido y aunque esté caso va a ser investigado, quiero que tengan en cuenta, que la próxima vez que algo así ocurra, todos serán castigados —dije con toda la seriedad que pude y uno de los consortes hecho a reír.—Es bastante aburrido este palacio, me gustaría saber qué clase de castigo tiene en mente majestad.—El palacio es muy aburrido, pero también es grande. ¿Qué te parecería dar cien vueltas corriendo alrededor de el? —pregunté sonriendo también y él se tensó de golpe.—Espero haya quedado claro. El consorte Min es el hijo del primer ministro y no seré piadosa con el culpable de intentar asesinarlo —fue lo último que dije antes de irme.Le pedí al señor Anton que postergara mis trabajos y me fui directo a mi recamara. Iba a dedicarme a cuidar del consorte Min, eso era lo más importante en este momento. Durante las siguientes semanas me tuve que dividir, entre el trabajo y el consorte Min. Pero poco a poco comenzó a dejar de dolerle y ya se podía sentar en la cama, comer, charlar y reírse como una persona normal.—Gracias majestad, por cuidar de mi —dijo sonriendo, de repente soltó un pequeño quejido.—No te preocupes, solo es cuestión de que te recuperes pronto.Recién le había cambiado la venda de su mejilla y le había puesto las cremas, pero también tuve que sacarle la venda de su mano. Sus dedos se veían menos lastimados que su mejilla, eso era porque con la mano solo sostuvo la toalla, pero la mejilla sufrió mucho más. Di la orden de que a partir de ahora, todos los productos, objetos, alimentos, o cualquier cosa que vaya al harén. Debe ser analizado antes de entrar a la recamara de cualquier consorte, de esta forma evitamos que otro salga herido.—Me hace tanto bien que usted sea quien me cuide, desearía no recuperarme nunca y poder ser cuidado siempre por usted —dijo de repente agarrando mi mano, su confesión tan descarada me sorprendió.—¿Qué tonterías dices? No tengo tanto tiempo libre para eso —dije yo medio riendo, la verdad es que la situación me estaba incomodando— Tengo que irme a trabajar, cuídate mientras no estoy —seguí diciendo y el asintió con una sonrisa.Antes de irme, él tomó mi mano con su mano sana y la acercó a su boca. Le dio un par de besos que me pusieron demasiado nerviosa y de repente me miró a los ojos, aun con mi mano en sus labios. Sus ojos eran tan oscuros, tenía una preciosa iris café y unas pestañas demasiado largas. Su cabello era oscuro y sus mejillas sonrosadas. Nunca había visto un hombre tan guapo como el, era claro que era el más guapo del reino.—Cuando me duele solo pienso en usted, es mi mejor calmante —sus palabras me hicieron sonrojar y me alejé de inmediato para irme.¡No creí que un hombre podía ser tan meloso!