Chereads / Los hombres de la reina / Chapter 8 - Capítulo 7

Chapter 8 - Capítulo 7

Tenía muchos papeles que firmar y situaciones que resolver, al mismo tiempo, me tocaba investigar la desaparición de mi hermano y hacer todo lo posible para encontrarlo. Era imposible concentrarme, mi mente estaba claramente en otro lado. Luego de pedirle al consorte Min que se bañara conmigo, claramente lo hizo y fue uno de los momentos más intensos que viví. Mi mente regresaba a ese momento constantemente e incluso hasta vergüenza sentía.—Majestad —dijo una voz en la puerta y yo le permití el pasó al señor Anton— El consorte Min vino a verla.—Hazlo pasar —murmuré mientras hacía los papeles a un lado.—Mi reina —escuché que decía el, me dio una reverencia e hizo pasar a su sirviente. Esté traía una bandeja con un plato de sopa, una rosa y una pequeña carta.—Gracias consorte Min.—Ariel, me llamo Ariel —dijo de repente y yo le sonreí.—Gracias Ariel —repetí mi agradecimiento, me puse de pie, caminé hasta él y le di un corto beso en los labios.Me quedé sola observando la sorpresa y me sentí bastante feliz, es la primera vez en mucho tiempo, que me siento así de contenida. La sopa se veía muy apetitosa, la rosa era de color azul y la carta era pequeña, escrita con tinta negra. La tomé entre mis manos para leerla y pude ver la perfecta letra del hijo del primer ministro, era absolutamente su letra. Solo alguien como él podría escribir así, perfecto y sin errores.Mi señora.Sopa para su dolor de cabeza, una rosa para endulzar su mañana y mis palabras para que me recuerdes.Sonreí ante sus palabras, nunca pensé que volvería a sentirme de esta manera. Tomé la sopa muy despacio y lo hice con el suficiente tiempo para disfrutarla, solo pensaba en Ariel. No me importaba si la había hecho el o la había mandado a hacer, lo que me importa es la intención y lo había hecho para mejorarme del dolor de cabeza. La rosa adornó mi escritorio el resto de la tarde y la nota fue guardada en mi cajón con llave. Tenía que seguir trabajando, pero ahora lo hacía feliz y esperaba que esta felicidad durara lo que quedaba del día.—Majestad —escuché de repente la voz del señor Anton, el cual parecía alterado.—¿Qué ocurre? —pregunté poniéndome de pie y el se tranquilizó un minuto.—La princesa del reino del oeste envió una invitación, para el cumpleaños número cuatro de su hijo.—Sí, estuve hablando de eso con Alexa. Por supuesto que iré —dije tranquilamente y el asintió.—¿A qué consorte llevará?—Llevaré a Ariel, así el ministro se queda tranquilo. Lo necesito de mi lado el mayor tiempo posible y su hijo es la mejor garantía de ello —debía seleccionar adecuadamente mis palabras, pero era consciente de todo lo que estaba en juego.—Me arrodillo ante su inteligencia majestad —dijo él y se retiró con tranquilidad. Yo seguí trabajando para terminar todo mi trabajo.Me estaba dirigiendo a la habitación de Ariel, aunque era consciente de que debía ir con otro consorte. Solo que me sentía con ganas de verlo a él, pero supongo que tendremos mucho tiempo en el viaje. Decidí pedirle al señor Anton que le avisara y yo fui a visitar a mi querido ex cuñado. Era el momento adecuado para vengarme, de todas formas, siempre me pareció muy atractivo y podría ser una noche interesante.—Majestad —dijo sorprendido, no esperaba verme al abrir la puerta.—Alec, es bueno verte —dije con una sonrisa y el me dejó pasar de inmediato.—¿Has venido a visitarme? Realmente no lo esperaba —se notaba nervioso, su lenguaje corporal lo delataba.—Visito a mis consortes en base a sus puestos y la conveniencia que tengo. Visite a Ariel antes por ser el hijo del ministro, me convenía más y ahora me conviene estar aquí.Ante mis palabras no dijo nada, solo me permitió acceder a su cama, donde él dormía. Me di un baño, esta vez sola. No sentía ganas de revivir ese bonito momento, le pertenece a Ariel. Ya podré formar otro buen momento, uno que le pertenezca solo a Alec y a nadie más. No quiero que mis consortes compartan ciertos momentos, esos que son muy importantes. Una vez preparada, me senté en la cama a su lado y el me miró de costado.—Escuché que tú y Ariel se llevan muy bien —dijo de repente y yo lo observé confundida.—Sí, digamos que Ariel es mi tipo —fue lo único que dije y fue sin darle nada de importancia.—¿Por qué no pasas la noche con él? —preguntó sin dejar de mirarme, era bueno ver que no apartaba la mirada.—No puedo estar solo con él, tengo muchos consortes que visitar. Todos aspiran a convertirse en el favorito y eso no va a pasar si no les doy oportunidad a todos —contesté yo sonriendo y él también sonrió.—Siento que el hecho de que estés acá, significa que quieres vengarte de mi hermano —sus palabras eran bastante acertadas.—¿Huiras si digo que es cierto?—No, yo también quiero venganza. No puedo entender, ¿cómo pudo cambiarte por alguien como ella? Es incoherente —mientras hablaba, sus ojos observaban mis labios y pude por fin afirmar algo que ya sabía. Siempre supe que Alec moría por mí y lo feliz que estuvo cuando me divorcié.—Entonces no pierdas tiempo, bésame —dije muy cerca de sus labios y el acepto el reto.Me besó con mucha fuerza y yo inevitablemente le correspondí. Me acostó en la cama rápidamente y se sentó sobre mí. Comenzó a besarme el cuello, me deslizo lentamente el vestido y aunque no me lo quitó, ni dejó a la vista mis partes privadas, si dejó toda mi piel. Mis brazos, hombros, escote y mis piernas. Comenzó a besarme en los brazos y luego dejó varios besos húmedos por mi escote y mi vientre, hasta lentamente llegar a mis piernas. Me besó desde donde se divide mi entre pierna, hasta la punta de los dedos de mis pies. Aunque reitero, no tocó mis partes privadas.Supongo que entiende la situación, no he decidido aún que pasará con eso. No sé con cual consorte tendré esa primera vez y aún no estoy segura de ello. Me acostaré con todos en el futuro, pero el primero marcará la división de la línea y aún necesito decidirlo. Necesito pensar a quien darle ese poder, el poder de haber sido mi primera vez. Ese consorte podría tener un trato diferente, es demasiado poder para dárselo a cualquiera.—Descanse majestad —susurró Alec y me estrechó entre sus brazos.