Esa mañana me desperté con algo de cansancio, últimamente no estoy con muchas ganas de despertarme. En horarios como esté es cuando más me duele el cuerpo y cuando más siento que todo se me está cayendo encima. Padre, padre mío. ¿Por qué te fuiste y dejaste inmensa carga en los hombres de tu pequeña hija? Sabía que nada sería igual cuando tomé el trono, sabía que mi vida despreocupada acabaría. Lo que nadie me había dicho, es que jamás volvería a ser feliz. Nunca pensé que el dolor sería el único camino frente a mí.
—Majestad —escuché la voz del señor Anton, estaba afuera de mi habitación— Los consortes están llegando —dijo dando una reverencia y yo me preparé rápidamente para recibirlos.Todos verían como llegan al palacio, se formaría una caravana donde entrarían de a uno. Aún no sé quién es el enviado del reino norte, pero imagino que debe ser uno de los últimos carruajes. De todas formas debía ignorarlo y centrarme en lo importante. Me puse un atuendo que resaltara mi honorable título y me acomodé la corona lo mejor posible. Por lo general no utilizó vestidos muy elegantes, me gusta usar unos más simples y cómodos dentro del palacio. Pero cuando hay eventos tan importantes como este, debo ser un poco más cuidadosa y vestirme más formal.Decidí organizar una gran fiesta para recibir a mis consortes y realmente esperaba que fuera un agradable momento para todos. Quería que todo el mundo supiera que mis hombres habían llegado y además darle tranquilidad a sus familias. El palacio es un lugar demasiado peligroso y enviar ya sea a tu hija o tu hijo, es algo que siempre te va a dar inmensa preocupación. Los intentos de asesinato no son muy comunes, pero es algo que puede suceder si la seguridad falla. Incluso la agresión podría ocurrir entre ellos, recordemos que el ser humano es un ser ambicioso por naturaleza y puede hacer cualquier cosa para lograr lo que desea.—Su majestad, la reina Anne Marie del sur —al escuchar mi nombre todos se voltearon y me dieron una leve reverencia.Bajé con cuidado las escaleras y sentí la mirada clavada de todos los presentes, pero cuando se dieron cuenta la bajaron de inmediato. Todos saben que deteste que me miren sin permiso, ¿cómo se atreven a desobedecerme solo por estar en una fiesta que organicé? La confianza es algo que me genera mucho trabajo, no soy buena confiando y por eso detesto que se tomen la confianza de mirarme, ni siquiera confío en ellos, ¿por qué me desobedecen así?—Majestad, los consortes acaban de llegar —dijo el señor Anton y en cuestión de minutos ya todos estaban presentes.Me sentía más en calma después de que todos estuvieran ahí y pude sentarme tranquila en mi trono. Ellos se inclinaron levemente ante mí y luego tomaron sus lugares alrededor mío. Ellos rodeaban parados mi trono, sus rangos definían el orden en que se posicionaban. De repente me di cuenta de algo y era que el consorte del norte no había llegado aún. La fiesta acabó y los consortes fueron llevados a sus habitaciones, yo por lo pronto me fui a la oficina.—Averigua porque no llegó el consorte del norte —le dije al señor Anton y el asintió.—¿No quiere que mande llamar a alguno de los consortes? —preguntó tranquilo y yo negué con la cabeza.—No tengo intenciones de que llame a ninguno —contesté tranquila. La verdad es que no tenía interés de pasar la noche con ellos, solo lo hice para salvarme de un matrimonio. Mi trono no está completamente asentado, pensar en un matrimonio oficial no es adecuado.Las cosas no estaban siendo sencillas, ya que habían varias rebeliones en la parte sur del reino. Por algún motivo la gente estaba descontenta, pero no entendía porque. No me cerraba, no eran pobres y no morían de hambre, ¿por qué estarían descontentos? Era una completa encrucijada y por más que lo pensaba, no lograba entender que podía estar pasando. Mi cabeza estaba comenzando a doler de nuevo, desde que me volví reina siempre es así. Mis dolores de cabeza son muy fuertes y no me dejan descansar tranquila, las noches se vuelven tortuosas. Por suerte no pasa siempre, solo cuando trabajo hasta tarde.—Majestad, el consorte del norte acabó de llegar —dijo el señor Anton desde la puerta.De repente entró el hombre que menos esperaba recibir, sus ojos eran tan familiares y ese cabello que solía acariciar. ¿Qué hace mi ex esposo acá? No parecía ser el mismo, estaba muy cambiado físicamente y no creo que dos años sea tanto tiempo como para cambiar tanto. Se veía flaco, algo ojeroso y su cabello ya no tenía el brillo de antes, además de su seriedad, no parecía el sonriente príncipe con el que me había casado.—¿Qué haces tú aquí? —pregunté molesta y el solo me dio una reverencia.—Majestad, soy el consorte del norte —contestó sin levantar la mirada y yo me quedé demasiado impactada.—Explica porque —ordené de inmediato.—Mi padre no tenía a nadie quien enviar, por eso vine yo —dijo con la voz suave, no se escuchaba como el príncipe soberbio que conocía.—Todos mis consortes son hombres solteros, ¿acaso tu padre me falta el respeto al enviarme un hombre divorciado? —pregunté enojada y el negó con la cabeza.—Su requerimiento era demasiado, no hay nobles solteros en el reino del norte.—No me convence para nada está situación, pero no puedo echarte porque es tarde. Ve afuera y espera al señor Anton, él te llevará a la habitación en el harén —mis palabras sonaron severas, la verdad es que tenía bastante rencor hacia él y no quería por nada del mundo que fuera mi consorte.Escribí una carta al rey del norte explicando mi molestia, no estaba nada bien esta falta de respeto. Primero no acude a la fiesta de consortes, eso le faltó el respeto a los otros consortes, además llegó tarde y encima me enviaron a quien fue mi esposo, del cual me separé por ser infiel. Recalquemos que es divorciado, cuando yo pedí expresamente hombres solteros. No debo permitir que me falte el respeto, soy una reina joven, pero sigo siendo una reina. Le pedí que se llevara de regreso al príncipe y enviara a otro consorte como compensación.No permitiré esta falta de respeto.