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Chapter 9 - Capítulo 8

Un sentimiento de intranquilidad invadió mi alma al ver a mi hermana así, afligida, como si hubiera perdido la fuerza para seguir existiendo y esa sensación me atormento toda la tarde porque no tenía el valor para enfrentarlas, este secreto me destrozaba por dentro.

La cena transcurrió sin contratiempos, mi madre hablo sobre lo mucho que extrañaba Sacris, nuestro hogar, según ella. Hablo de los lugares que despertaban en ella nostalgia, salones de baile que conoció en su juventud y hoy en día rebosaban de gran popularidad y deseaba que nosotras acudiéramos a un baile el próximo año, en el festival de las flores. Mi padre alzo las cejas, quizás sorprendido de su deseo, hizo una mueca, pero no dijo nada, nadie más parecía tener algo que decir salvo ella quien no parecía darse cuenta de que algo no estaba bien.

Jane se mantuvo en silencio y al terminar la cena, se levantó, pidió disculpas por retirarse antes que nadie y se fue. El lúgubre silencio que dejo a su paso fue extraño, su belleza estaba siendo opacada por la nostalgia, era como si un nubarrón gris estuviera entre ella y nosotros.

—Mi pobre niña—expresó mi madre colocando sus manos sobre su pecho como si tomara entre ellas un corazón invisible que sufría por su hija— no ha podido superar el compromiso del rey.

—No debiste alimentar falsas esperanzas—le reprocho mi padre, tenía razón.

—Ella tenía la misma oportunidad que cualquier otra chica, es prudente, bella e inteligente ¿Qué otra cosa buscaría el rey si no eso?

—Si eso fuera cierto, Helena no estaría presionada bajo las órdenes de su capricho.

Se mantuvo en silencio observando la fría expresión de mi padre, desconcertada por su declaración, luego me miro un instante y volvió la mirada hacia mi padre.

—¿Qué estás diciendo?

—Debemos hablar, pero no aquí—sugirió dirigiendo la mirada hacia el pasillo por el cual podía escucharse cualquier conversación del comedor.

Mi padre se levantó de su asiento y se encamino hacia su oficina donde mi madre y yo lo seguimos.

—Explícame que quieres decir con que helena está presionada bajo sus órdenes—replicó una vez que cerró la puerta.

Mi padre dio un largo suspiro, ambos sabíamos que tratar de convencer a mi madre era una tarea imposible, pero él estaba decidido a imponer su autoridad sobre ella.

—Léelo con tus propios ojos—indicó aproximándose a su escritorio para sacar de uno de los cajones el edicto real. Se lo extendió y ella, dudosa tomo el papel y comenzó a leer en voz alta, tal vez para comprender mejor el contenido:

Proclamación de la casa real, actual regente del estado mayor del reino Athoniense, emitido por su Majestad real Fiztwilliam G. Linden Volkov II

Su majestad real anuncia su deseo de contraer nupcias con la joven Athoniense Helena L. Hamilton ultima descendiente de la casa Hamilton antiguamente conocida como Harman, undécima familia ungida y ascendida en la nobleza por su Majestad Fitzgerald V. Lindor Volkov IV.

Exteriorizamos el deseo de su Majestad la reina Madre, Sofia Isabella Volkova I de ser la autoridad responsable en la preparación de la unión de la futura familia real, quien visitara próximamente a la familia Hamilton para dar a conocer los preparativos de la ceremonia de pedimento.

Por la gloria de Athos y por la consagración a sus súbditos

—Helena, hija...—se detuvo para tratar de contener el llanto de emoción y quizás hasta orgullo—mi pequeña se convertirá en la próxima reina.

—Te equivocas—corrigió mi padre en un tono severo—ni Helena ni yo estamos de acuerdo en la decisión que ha tomado la casa real.

—¿¡Estás escuchando la locura que acabas de decir!?—vocifero perpleja—esta boda es la oportunidad que estábamos esperando de recuperar lo que perdimos.

—¿Tu escuchas lo dices?—impugnó mi padre—¿Piensas sacrificar la libertad de tu hija por lujos y joyas?

Se quedo en silencio observando a mi padre, después me miró.

—¿Ser la reina y tener poder sobre cualquiera en el reino es perder su libertad?

—Ser la reina no solo se trata de poder si no de sacrificio. ¿Qué sacrificios le puede ofrecer mi niña a todo un reino?

—¿¡Qué han dicho!?—aludió una voz dulce llena de ingenuidad y al mismo tiempo llena de ira.

Todos miramos en la dirección donde se habia escuchado la voz de Jane, la puerta estaba abierta y ella sobre el marco, atónita. Sus ojos expresaban su perplejidad.

—Jane, hija...—mi madre no se atrevió a decir nada más, el ceño fruncido de mi hermana era suficiente para callarla.

—¿Ella será la reina?—me señaló, su voz tembló y en sus mejillas resbalaron lágrimas—¿Cómo?

—Jane—intente decir, pero una bofetada me silencio. Cuando regrese la vista, ella estaba frente a mí, dirigiéndome una mirada mordaz.

—Me traicionaste—objetó—¿Tú lo planeaste, no es así?

—¡Cállate!—le ordenó mi padre—¿Cómo puedes tratar a tu hermana de esa forma?

—Ella no es mi hermana, ella es una maldita...

Mi padre le abofeteo al punto de provocarle que se mordiera el labio inferior, sangro levemente y al volver la mirada, no fue a él quien miro fríamente sino a mí.

—Siempre le has mostrado más cariño a ella que a mi ¿Por qué?—reclamo Jane.

—Las amo a las dos por igual, pero tu enfado no es justificación para golpearla, yo no te crie así.

—Tienes razón, tú solo le diste tu cariño a ella.

—Por favor, Jane, cálmate este no es el momento para reclamar nada—explico mi madre aproximándose a ella, pero lo que recibió fue su desprecio.

—¿Qué no es el momento?—cuestionó con burla—dijiste que me apoyabas, que yo sería la reina, ¿Pero ahora que Helena fue elegida la apoyas a ella?

—Hija esto es diferente...

—No, es que esto nunca se trató de mi o de ella, se trataba de ti, de que volvieras a tu vida desmedida ¿No es así? ¿Yo nunca te importe?

—¡Basta!—vocifero mi padre, pero Jane solo le dirigió una mirada mordaz, jamás la habia visto así, tan desequilibrada—no permitiré que continúes ofendiendo a tu familia solo por un berrinche.

—A ninguno de los dos ¿Verdad?—ignoro sus palabras y dio un par de pasos dirigiéndose a mí, mi padre se interpuso en su camino colocándose como si fuese una barrera entre ella y yo. Después de eso Jane soltó una carcajada qué, supuse, escondía su dolor.

—¿Acaso has perdido la cordura Jane?—replico él mirándola de arriba abajo como si no pudiese reconocerla—no se trata de quien será o no la reina, se trata de la libertad de tu hermana ¿Acaso no lo entiendes?

—Entiendo que la única que te importa es tu adorada hija—insistió.

—No continuare con esto—asevero él desviando la vista de Jane hacia un punto fijo sobre el librero.

—Jane también es tú hija—refutó mi madre interponiéndose entre ambos—piensa en cómo se siente

—¿Y de quien ha sido la culpa de alimentar esperanzas vacías?—él dirigió su vista hacia mi madre.

—No me culpes por algo de lo que yo no tenía control.

—No es eso, te has desvivido en cumplir todos sus caprichos desde que era una niña, era tarde o temprano para que emergiera el cuervo que has criado.

—¿Cómo te atreves a decirme eso?

Hubo silencio y lo único que se percibía eran los sollozos de Jane. Después de unos segundos ella se encamino hacia la puerta.

—¿Adónde crees que vas señorita?—bramó mi padre enfurecido, al parecer no estaba satisfecho, quería sermonearla y hacerla entender, pero no contestó, salió de la oficina como si su vida dependiera de ello, me sentí forzada a seguirla, pero mi padre me detuvo.

—Déjala, no pierdas tu tiempo, no entenderá de razones y menos viniendo de ti.

—Pero necesita saber que yo no estoy de acuerdo con esto—insistí, pero él solo movió la cabeza en negación, quizás tenía razón.

—Eso ya no importa.

—Si, solo importa la libertad de Helena—se burló mi madre como si fuera una guerra entre quien era la hija preferida de quién. Me destrozo el corazón, no por confirmar que siempre elegiría a Jane por encima de mí, sino porque jamás habia un poco de su amor para mí, ni siquiera cuando mi propia vida y libertad estaban en juego.

—Jane tiene razón, lo único que te interesa es tu propio bienestar, tú nunca has pensado en tus hijas

—Eres tú quien no razona como debería, queriendo ganarse el enfado del rey al rechazar esta oportunidad—cuestionó mi madre—te apresaran por insubordinación.

—No soy soldado para ser acusado de tal crimen, solo debemos recordarle a la reina Madre quienes somos, no creo que ella, quien se encargó de sacarnos de la corte y de quitarnos todos nuestros bienes desee emparentarse con nosotros.

—¿Piensas condenar a tu familia por un capricho?

—¿Salvar a tu hija es un capricho?

—Lo es cuando no piensas en toda tu familia ¿Has pensado que haremos si el rey toma represalias contra ti?

Mi padre negó con la cabeza.

—Es una estupidez, pero más vale que lo que estas por arriesgar valga la pena—expresó antes de marcharse de la misma forma en que Jane habia dejado la habitación.

Soporte cuanto pude, pero un sentimiento de impotencia se adueñó de mí, mi familia se desmoronaba antes mis ojos porque mi padre estaba decidido a no entregarme a las garras del rey y mi madre se oponía a ello, no entendía sus razones para anteponer cualquier cosa antes que a mí. ¿Acaso no era también su hija?

—Creí que afrontaríamos esto como familia—musite evidenciando cuan lastimada me sentía y que la palabra familia no era mas que un chiste en este lugar.

—Hablare con tu madre cuando esté más calmada, tarde o temprano entenderá.

—¿De verdad lo crees?—cuestione con lágrimas de ira y frustración escurriendo por mis mejillas.

—Eso espero.