No podía evitar sentirme afligida ante el repentino cambio a mi alrededor. Tal y como lo había anunciado la reina madre, la servidumbre del palacio arribo para mejorar mi vida y la de mi familia, mi hogar ya no era el de antes, pero no solo en el exterior. Mi madre mostraba arrogancia y orgullo, por mi unión y mi nuevo título, mientras que mi padre apenas lograba dirigirme la mirada y cuando lo hacía era incómodo, porque aún podía sentir su decepción encima de mí.
Se suponía que debía hacer lo mismo que mi madre, sonreír, pero era imposible cuando el peso de una nación comenzaba a caer sobre mis hombros y esa inquietud ocasionaba que todas mis mañanas fueran grises y amargas, el sol no me calentaba lo suficiente como para animarme a seguir con el camino que yo habia elegido y por si fuera poco mis noches no eran mucho mejores, terribles pesadillas me atormentaban constantemente y en cada una de ellas lograba ver el rostro de Jane, aparecía ante mi vestida con un hermoso vestido rojo y una corona dorada ensangrentada sobre sus rizos, no lograba escuchar lo que trataba de decirme, pero lograba leer en sus labios la palabra "Traidora"
Al despertar a mitad de la noche, empapada en sudor, el recuerdo de sus palabras me angustiaba al pensar que esas pesadillas recurrentes eran un mal augurio del porvenir o quizás de lo que mi hermana deseaba para mí, ella era otro motivo para derrumbarme ante la ansiedad, su odio heria mi corazón, pero ante eso no era capaz hacer nada para justificar mis acciones, sabía que su ira no le permitiría prestar oídos a mis excusas, ella no entendería mi sacrificio y ahora que conocía a la verdadera Jane que guardaba detrás de su dulce aspecto solo podía orar y rogar al cielo que encontrara en su alma paz y perdón.
Seré la reina o al menos eso es lo que se difunde en todo el reino, pero si tan solo supieran cuánto dolor me causan esas palabras. ¿De verdad me considerarían su reina?
—Pareces un mapache—aludió mi madre malhumorada por las terribles bolsas negras debajo de mis ojos— ¿Qué pensara la gobernanta cuando te vea así?
—No he podido dormir bien.
—Pensara que somos unos padres incompetentes— respondió a su pregunta.
—Estoy nerviosa, eso es todo. Cualquiera en mi lugar se sentiría de la misma forma—me excuse.
—Comprendo perfectamente, pero mira como luces. Cualquiera pensaría que estás enferma.
—Lo sé—logre decir cuando una joven de la servidumbre del palacio entro al saloncito de mi madre para anunciar la llegada de mi nueva gobernanta.
—Hazla pasar—indicio mi madre con aire noble.
La joven asintió y volvió por la puerta, unos segundos más tarde entro en compañía de una mujer de aspecto mayor, su cabello era canoso y lo sostenía con un broche de flores sencillo, usaba un vestido verde escabeche muy conservador y elegante, por un momento me recordó mucho a la reina madre.
—Saludos, su alteza. Mi nombre es Elise Van Dorel vasalla de su real majestad la reina madre, he venido aquí para servirle.
La franqueza con la que había pronunciado aquellas palabras me dio el alivio que necesitaba para poder estar tranquila con su presencia, después de todo, era la reina madre quien la enviaba, no solo para asegurarse de los preparativos sino también para vigilarme, esperaba que la mujer que enviara seria como ella, recta y severa, pero quizás era todo lo contrario.
—Sea usted bienvenida a nuestro hogar—aludido mi madre con gran solemnidad— la reina madre nos comunicó que usted estaría encargada de todo hasta el día de la boda.
—Así es, pero más que eso estoy aquí para preparar y acompañar a su alteza—me dirigió una sonrisa.
—¿Qué clase de preparativos tiene en mente?
Mi nueva gobernanta, la señora Elise, explico a detalle qué esperaba de nuestra parte para poder llevar a cabo todo lo que la reina madre había ordenado. Debía recibir a los joyeros al siguiente día y a las modistas la semana entrante, además de una instructora de etiqueta, ella y la señora Elise se encargarían de moldearme a imagen y semejanza de la reina madre, pero de todo lo dijo, lo que me sobresalto fue el nuevo sequito de doncellas que debían servirme, todas ellas hijas de nobles aristócratas que conocíamos.
—¿Y Melanie?—cuestione angustiada— ¿Qué pasara con ella?
—Lamentablemente no puede permanecer a su lado. Como distintivo de su solemnidad no cualquiera puede servirle, solo pueden hacerlo aquellos que son pertenecientes a la nobleza, en este caso, hijas de nobles distinguidos que anhelan su gracia cuando sea coronada como nuestra reina.
Suspire al escuchar la manera tan elegante en que aquella mujer trataba de explicarme que tendría lamebotas siguiendo todo el día, era frustrante saber que cada uno de mis movimientos serian siempre vigilados y aunque eso me molestaba, tampoco podía culparlas, solo seguían ordenes de la reina.
—Madre, tu muy bien sabes que Melanie no tiene a donde ir, no podemos simplemente despedirla.
—No te preocupes—sonrió— Melanie se ha desempeñado muy bien en otras labores de la casa, seguramente encontraremos algún trabajo para ella aquí.
—Por cierto, escuche que tiene una hermana. ¿Por qué no nos ha honrado con su presencia esta tarde?
Instintivamente mire a mi madre y al parecer ella hizo lo mismo. Jane no habia querido salir de su habitación desde aquel día y yo no tenía la cara ni el corazón para mirarla.
—Mi hija mayor está ocupada preparando su viaje a cromenia.
—¿Cromenia?— expresó sorprendida.
—Si, mi hija se ha sentido intranquila últimamente, su padre le ha convencido de salir y ver el mundo para distraerse de todo esto.
—Entiendo, debe ser estresante el ir y venir incesante de personas ajenas a su hogar.
—Así es— dijo mi madre convencida de su mentira
—Espero que vuelva a tiempo para la boda.
—Por supuesto estará aquí para esa fecha.
Me mantuve en silencio reflexionando sobre las palabras que mi madre había pronunciado tan deliberadamente a la gobernanta, eso solo significaba que era verdad y de alguna forma trato de ocultármelo.
—Alteza, me comunicaron que pronto será su cumpleaños y que debemos realizar una cena para conmemorar la ocasión...
—Por supuesto debemos celebrar— le interrumpió mi madre.
—La reina madre emitió una lista de los invitados que deben estar presentes, por supuesto la cena debe ser impecable ya que esperamos la presencia de su real majestad, el rey.
—¿El rey vendrá?—cuestiono mi madre alterada.
—Por supuesto—sonrió— después de todo, se trata de la prometida del rey. Me imagino que le alegra la noticia ¿No?
—Claro—contesto mi madre por mí.
—Con lo que se cuenta en la capital no es de sorprenderse.
—¿Disculpe?
La gobernanta Elise enrojeció, al pronunciar aquellas palabras, sin darse cuenta había revelado algo que mi madre y yo desconocíamos.
—Por favor disculpe mi insolencia olvide lo que dije—expreso abochornada.
—No por favor, no se disculpe, realmente nos gustaría saber que dicen en la capital sobre mi hija, debemos estar preparadas para cuando ella se mude al palacio, no quiero que nada la sorprenda.
—Oh bueno, si es así— se acomodó sobre su asiento— dicen que su majestad y usted se conocían desde hace tiempo, que fue amor a primera vista, pero por cuestiones de la realeza su amor no podría ser, hasta que finalmente el parlamento y la corte aceptaron su matrimonio.
—¿Eso se dice?
—Si, de hecho, un diario nacional lleva la noticia, es de lo único que se habla en los salones de té de las damas más distinguidas de la nobleza.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de mi madre, aquello era mentira, pero no podíamos simplemente desmentirlo cuando parecía que todo el reino ya lo creía y si la reina madre o el rey había desmentido aquel rumor, tal vez se debía a que ese rumor, aunque falso, estaba ayudándome de cierta manera, el reino parecía estar aceptándome como su próxima reina.
—Muchas gracias señora Elise, agradecemos su confianza y que el reino tenga una buena opinión de la relación de mi hija con el rey.
—¿Pero lo que se dice es verdad?—insistió en saber.
—Usted sabe que yo trabaje un tiempo en el palacio sirviendo a la princesa, no era extraño llevar a mis hijas de vez en cuando por órdenes suyas, fue en una de esas visitas que ambos se conocieron.
La gobernanta Elise desvió su mirada hacia mí, creí que la mejor forma de corroborar la mentira de mi madre era asentir.
—Maravilloso— expresó sujetando sus manos— me alegra saber que este matrimonio no se realizara por mero capricho y que ambos comparten el mismo sentimiento.
Me sentí mal por ella y el reino entero, pero ya que comenzaban a tener una buena impresión de mí, no creí necesario desmentirlo, sobre todo porque dejaría expuesta a mi madre y sus mentiras.
Hablamos un par de horas más, mi madre por supuesto disfruto de la compañía de alguien que no fuera ninguna de sus hijas, pero ya que la gobernanta debía supervisar a la servidumbre y los preparativos de mi cumpleaños, se disculpó antes de retirarse.
—¿Por qué mentir sobre mi relación con el rey?—me atreví a reprocharle una vez que estuvimos solas
—Ese rumor, sea de donde sea que haya salido te ha beneficiado bastante. Nuestro título, aunque noble también es uno de los más bajos en la nobleza, solo estamos por encima del título de Vizconde y Barón, seguramente muchos han de estar oponiéndose a esta unión, pero la opinión de la gente les hará reflexionar sobre su oposición, muchos te apoyaran y te demostrara ese apoyo a su debido tiempo.
—Entiendo, pero. ¿Y qué hay con lo de Jane? ¿También es una mentira?
—Jane ha estado deprimida hasta el punto de no querer comer, tu padre cree que lo mejor que podemos hacer por ella es llevarla a otro lado donde pueda superar su dolor.
—¿En Cromenia?—cuestione angustiada por la salud de mi hermana, no entendía porque le había afectado de esa manera.
—La celebración de tu boda se llevará a cabo en todo el reino, tu padre teme que suceda lo peor, así que enviaremos a Jane a Cromenia.
—¿Con quién ira?—me atreví a preguntar. Comprendí que Jane pasaba por un momento difícil y que esta medida era simplemente por protección, pero no dejarían que marchara sola y por ello uno de mis padres no asistiría a mi boda.
—Tu padre conoce Cromenia mejor que yo, además tiene varios conocidos allá que le han ofrecido hospedaje, él ira con ella y se quedaran allá por un tiempo.
No me sorprendió en lo absoluto saber que él la acompañaría, porque tampoco soportaba la idea que unirme en matrimonio con nuestro soberano, así que no sería testigo de ello, por primera vez, solo tenía el apoyo de mi madre, aunque tampoco podía llamarse apoyo, ella solo estaba conmigo porque debía hacerlo y porque permanecer a mi lado le traería muchos beneficios y eso era lo que mas me dolía, pero ella era lo único que tenía.
—Entiendo—musite desviando la mirada hacia la ventana. Quizás porque mis días se volvieron oscuros debido a esa noticia, el cielo decidió sentirse como yo, se nublo y empezó hacer frio hasta el punto de comenzar a nevar, la región se cubrió de una manta blanca signo de que el invierno se acercaba lentamente a mí.
—No te aflijas— se acercó a mi para darme ánimos con un abrazo, uno de los pocos que habia recibido de ella— estoy segura que compensara su ausencia en un día tan importante para ti, debes entenderlo, no puede dividirse para atender a sus dos hijas, solo eligió la que más necesitaba su ayuda, yo estaré a tu lado y no me apartaré al menos hasta el momento que dejes de ser mi hija y te conviertas en mi reina.
—No hace falta que me expliques nada—dije tratando de ser fuerte, pero mi debilidad era la soledad a la que mi padre me estaba confinando al desentenderse de mí—estaré bien sin él, Jane debe ser su prioridad ahora, después de todo estoy recibiendo más atención de la que necesito y el rey y creo que Jane y mi padre necesitan un tiempo juntos.
—Si— dijo ella para apoyar mis palabras, para consolarme.
—Subiré a mi habitación, por favor discúlpame.
Me aparte rápidamente de ella y salí del saloncito de té para ir a mi habitación a descansar, sin embargo, en el camino me encontré con Melanie, justo otra de las personas que sufriría por mi causa.