El destello de los recuerdos se apoderó de la mente de Kaito, llevándolo de regreso a tiempos más brillantes y esperanzadores, antes de que la sombra del caos se extendiera sobre Neo-Tokyo. Hace apenas unos años, la sociedad florecía en una era de progreso y tecnología, donde las luces de neón iluminaban las calles y los avances científicos prometían un futuro brillante para la humanidad. Kaito, entonces un joven de tan solo 17 años, recorría las calles de la ciudad con la confianza y la alegría propias de la juventud, inconsciente de los peligros que acechaban en las sombras.
Pero entonces, el destino se torció y la tragedia golpeó sin piedad. Un poderoso virus, surgido de las profundidades de la oscuridad, se extendió como una plaga imparable, infectando los minerales que sustentaban la tecnología de la era moderna. En cuestión de semanas, la sociedad se vio sumida en el caos y la desesperación, mientras los avances del pasado se desvanecían en el olvido y la humanidad retrocedía tecnológicamente a pasos agigantados.
El nombre de aquel malévolo virus que marcó el destino de la humanidad resonaba en los anales de la historia como una maldición imperecedera: "Crono-Plaga".
Kaito recordaba con claridad las imágenes de su juventud, la angustia en los rostros de los seres queridos, la desesperación en las calles desiertas y la sensación de impotencia al ver cómo el mundo que conocía se desmoronaba ante sus ojos. Ahora, en la oscuridad de la noche en Neo-Tokyo, esos recuerdos le perseguían como sombras del pasado, recordándole el precio de la libertad y el valor de la supervivencia en un mundo desgarrado por el caos.
Mientras vagaba sin rumbo entre los escombros y las sombras de Neo-Tokyo, Kaito se topó con un objeto singular entre los restos de un edificio derrumbado. Era un diario, desgastado por el tiempo y manchado por el polvo y la humedad. Con manos temblorosas, lo recogió y comenzó a hojearlo, encontrando en sus páginas las palabras escritas por un testigo de los eventos que llevaron al desastre que asoló la ciudad.
A medida que leía, los recuerdos se agolpaban en su mente, reconstruyendo los eventos que lo llevaron hasta ese momento. Recordó el día en que la Crono-Plaga se desató sobre Neo-Tokyo, la confusión y el caos que se apoderaron de las calles mientras la sociedad colapsaba ante el avance imparable de la enfermedad. La Crono-Plaga, como una sombra oscura, comenzó su avance desde los cimientos de la tecnología misma. Los minerales esenciales que sostenían los avances tecnológicos de la era moderna fueron los primeros en sucumbir ante su poder corrosivo. Pero el verdadero horror llegó tres meses después, cuando la plaga comenzó a atacar a los propios seres humanos.
En la era de la tecnología avanzada, cada individuo nacía con un chip implantado, una herramienta que facilitaba el entendimiento y el uso de los avances tecnológicos de la sociedad. Pero la Crono-Plaga, insaciable en su voracidad, se abalanzó sobre estos chips, dejándolos inertes e inútiles, privando a la humanidad de su conexión con la tecnología que una vez dominaron.
Ante el colapso de la sociedad tal como la conocían, los supervivientes se vieron obligados a buscar nuevas formas de vida, mientras luchaban por reconstruir lo que una vez fue su hogar. Las ruinas de Neo-Tokyo se convirtieron en un testigo silencioso de la decadencia y el renacimiento, una metrópolis devastada que se alzaba sobre los cimientos de un pasado glorioso, recordando a sus habitantes la fragilidad de la civilización y la fuerza de la esperanza.
En la actual Neo-Tokyo, la vida laboral se divide en varias opciones, cada una con sus propias dificultades y recompensas.
Recolectores de Tecnología Básica: Estos valientes individuos se aventuran entre los escombros y las ruinas de la ciudad en busca de artefactos con tecnología "bacía", restos inutilizables de la antigua tecnología afectada por la Crono-Plaga. Aunque el trabajo es peligroso y legalmente cuestionable, el gobierno paga generosamente por estos artefactos, lo que hace que muchos se arriesguen en esta profesión arriesgada.
Construcción de Viviendas: Un trabajo más estable pero menos lucrativo es el de constructor de viviendas. Con la ciudad en constante necesidad de reconstrucción, hay una demanda constante de mano de obra en este campo. Sin embargo, los salarios son modestos y el trabajo puede ser agotador.
Empleados en Bares Nocturnos: Especialmente para las mujeres, trabajar en bares nocturnos se convierte en una opción necesaria para muchas familias desfavorecidas por la crisis y la falta de un sostén masculino. La industria del entretenimiento nocturno, aunque ofrece una fuente de ingresos, también está plagada de explotación y abuso.
Puestos en Organizaciones Gubernamentales Corruptas: Para aquellos con conexiones o estatus social, trabajar en organizaciones gubernamentales corruptas se convierte en una opción tentadora. Sin embargo, esta elección alimenta el resentimiento y la desconfianza entre la sociedad, ya que las acciones de estas organizaciones son percibidas como injustas y perjudiciales para el bienestar de la ciudad.
Sepultureros: Un trabajo sombrío pero necesario en una ciudad devastada por la tragedia, los sepultureros se encargan de enterrar a los fallecidos, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida en Neo-Tokyo.
Lustradores de Botas, Choferes y Otros Trabajos Legales: Estos trabajos son mal remunerados y exigentes, pero son una opción para aquellos que buscan ganar dinero extra. Sin embargo, muchos se ven obligados a buscar oportunidades en el bajo mundo debido a la insuficiencia de estos trabajos para mantenerse.
En el oscuro entorno de Neo-Tokyo, la desesperación y la necesidad han dado lugar a la formación de facciones entre los recolectores y otros trabajadores, quienes, desesperados por mejorar su situación, a menudo se ven arrastrados a actividades ilegales y peligrosas en busca de poder y prosperidad.
Además de los trabajos mencionados anteriormente, también hay una presencia de oficiales de policía en Neo-Tokyo. Estos puestos suelen ser ocupados por individuos de clases más bajas que tienen conexiones con las organizaciones gubernamentales. Aunque los salarios no son tan altos como los de las élites, los policías pueden vivir relativamente tranquilos en los suburbios de la ciudad. Sin embargo, son ampliamente despreciados por la población debido a su reputación de corrupción y abuso de poder.
La mayoría de los policías se ven involucrados en comportamientos corruptos, aprovechándose de su estatus para extorsionar a los ciudadanos necesitados y obtener beneficios adicionales. Esta conducta ha llevado a que las fuerzas policiales sean despreciadas en gran medida por la población de Neo-Tokyo, siendo llamados despectivamente cerdos.
Muchos de los agentes de policía están comprados por distintas facciones de las zonas bajas para que hagan la vista gorda a las actividades de las organizaciones criminales, incluyendo a algunas facciones de recolectores. Esta complicidad entre la policía y el crimen organizado solo contribuye a la desconfianza y el resentimiento hacia las autoridades en una ciudad donde la ley y el orden son difíciles de encontrar.