- ¿E-Eso es … agua?
- Sí … pero debe ser un truco, así que no vayas …
Haciendo caso omiso a la advertencia, Renato se dirigió lentamente a aquella maleta.
- ¡Oye, te dije que no vayas!
- Yo … sabes … no me importaría perder un brazo si puedo tomar algo de agua …
- ¡Que te detengas!
Renato quien parecía haber escuchado a Liam, solo lo miró de reojo por unos segundos e inmediatamente se fue corriendo a donde estaba esa maleta.
- ¡Hijo de … ¡
- ¡Cállate, mocoso! ¡¿Acaso no ves que me muero de hambre y sed?!
Liam fue corriendo tras Renato.
La escena parecía algo infantil, tal vez por la edad de esos jóvenes.
- Ahora que me doy cuenta … ¿Ustedes … siempre se comportan así? - preguntó Ofelia.
Una incomoda risa se escuchó de Daniel como respuesta.
- Y eso que faltan dos más … me pregunto cómo les está yendo, espero que mejor que nosotros.
El sonido de la alarma de la minivan parecía no haber dejado escuchar las instrucciones de aquel joven que había venido en el preciso momento para el rescate.
- ¡Oigan, ¿están sordos?! ¡Súbanse de una vez!
Esta vez, todos escucharon; sin embargo, aquel vehículo que podía sacarlos de aquí fue inmediatamente tomado por las dos extremidades de aquel mostro que estaba tirado aún tirado por el golpe. Era como si estas actuaran independientes del resto del cuerpo.
- ¡¿Qué carajos?!
Sin dudarlo, Glen saltó del auto cayendo al piso y observando como su minivan era totalmente destruida.
- ¡Oye … eso es alquilado!
Glen se levantó y corrió hacia otro lado, pues del motor comenzó a salir humo.
El minivan explotó; sin embargo, fue contenido por las extremidades de la criatura; ya sea para bien o para mal, esa explosión afectó los brazos del monstro.
«Bueno … al menos sirvió para algo.» pensó Glen.
«… Parece que sigue siendo el mismo, incluso en esta situación.» pensó Aren algo alegre al ver la aptitud de Glen.
- ¡¿Qué estas esperando, Aren?! ¡Llévatelas! … Yo me encargo de esta cosa, tenemos asuntos pendientes.
Aren suspiró.
Cargando a Melissa en su espalda y a Alison en sus brazos, con la ayuda de Lisbeth, ambos regresaron por donde habían venido.
- ¡¿Quién es él?!
- Un … amigo.
- ¿Podrá él solo contra esa cosa?
- No … pero al menos nos dará un tiempo …
La joven no hizo más preguntas.
Frente a él, la criatura parecía ponerse en pie habiendo calmado las quemaduras de sus extremidades.
Preparándose de igual forma, el joven extendió su mano derecha; una luz apareció frente a él que al apagarse dejó ver una espada en su mano. Una katana de diseño elegante.
Al desenvainar su espada, se observaba un gran filo que podría cortar una hoja sin esfuerzo.
- Sabes … no sé cómo llegaste hasta aquí, pero te cuento que he tenido pesadillas contigo … es hora de que saldemos cuentas. - con una gran sonrisa y en posición de combate, afirmaba el joven.
Mientras que Aren y Lisbeth seguían corriendo, la princesa preguntó qué harían ahora.
- ¿Sabes conducir?
- ¿Qué?
- Vamos a ir a donde están los autos que encontramos.
Lisbeth entendió la idea.
Cerca de unos minutos de estar corriendo, ambos llegaron exhaustos en donde había estaba los dos vehículos con los cadáveres.
Aren increíblemente aún podía estar de pie con todo el peso que cargaba, pero Lisbeth cayó al suelo.
Dejando los cuerpos de Melissa y Alison en el suelo, Aren junto con Lisbeth sacaron los cadáveres que se encontraban aun dentro de uno de los vehículos.
Al revisar, vieron que las ventanas y partes del interior estaban destrozados, pero el motor y los mecanismos aún funcionaban.
- Bien … solo tenemos que ponerlas dentro del coche.
Mientras que trasladaban los dos cuerpos de las mujeres desmalladas dentro del auto, escucharon pasos que se acercaban.
Aquella pareja se preocupó por saber que el monstro se acercaba a ellos.
Los pasos no dejaban de ser escuchados y ya estaban a pocos metros de ellos. Lisbeth trató de encender el coche para irse mientras que Aren terminaba de colocar a Alison en los asientos.
- ¡Sube de una vez! - gritó la princesa sin decoro alguno.
Aren se subió, pero en ese momento, el sonido de los pasos cesó.
- ¿Lisbeth? - una voz familiar se escuchó.
La mujer antes de irse miró a quien la había llamado; eran Bruno y Fausto. El aspecto de ambos es que estaban cansados y heridos.
- B-Bruno … sigues vivo.
- ¿?
- Oye, si lo dices así pareciera que lo quisieras muerto. - comentó Fausto
Antes de poder decir alguna otra cosa, Lisbeth les dijo que se subieran de inmediato.
- ¿A dónde irás? - preguntó Aren antes de partir.
- ¿Qué preguntas? A la capital, claro está. - contestó Lisbeth.
- Ya veo.
Bajándose del auto, Aren dejó a su cuidado a Melissa.
- Espera, ¿A dónde vas?
- A ayudar a mi amigo.
Tanto Fausto como Bruno no entendían lo que hablaban.
Como si lo estuviera pensando, la respuesta final de la joven fue dejar a Aren por su lado.
Sin embargo, nuevamente, nada saldría como uno quisiese.
Un impacto en el techo del auto alertó a todos los pasajeros.
- ¡¿Ahora qué?! - exclamó Lisbeth.
Fijándose por la ventana, Bruno observó a Aren quien había retrocedido un poco observando encima del auto.
- No … no puede ser …
Una sombra había oscurecido a todos los que estaban dentro del auto.
Aquella criatura estaba encima y en una de sus extremidades tenía atrapado a Glen.
Los impactos de los disparos hacia el techo por el arma de Bruno hicieron que el mostro se apartara del lugar.
«¿Por qué ahora los esquiva?» se preguntó Fausto.
Viendo a la criatura tomar su distancia de aquel grupo, pudieron notar rasgos de heridas como si fueran corte medianamente profundos, pero lo que resaltaba más era la profunda herida que tenía en su abdomen como si algo lo hubiera perforado. Aquella herida a diferencia del resto no se curaba.
«¿Quién pudo causarles esas heridas? … ¡¿Fue ese chico de ahí?!» trataba Fausto de deducir el origen de aquellos cortes poniendo su mirada en Glen quien estaba atrapado por la criatura.
- Oye, Bruno …
- ¿Qué pasa?
- Aunque la vez pasada fallaste, ¿aún puedes disparar esa bala especial?
- … Sí, pero me tomará tiempo cargarlo.
- ¿Cuánto?
- Cinco minutos.
- Bien … te daré ese tiempo … espero que reconozcas la señal para que dispares. - comentó Fausto con algo de sarcasmo mientras que se bajaba del coche.
Dos navajas salieron de sus manos repentinamente las cuales las empuñaba con algo de temblor.
«Espero durar esos cinco minutos … si ese tipo que tiene atrapado el mostro pudiera darnos una mano sería lo mejor aunque no veo ninguna arma suya… por otro lado, ese de cabello largo … no es de ninguna ayuda … supongo que solo seré yo.»
- ¿?
Al poner su mirada sobre la criatura nuevamente, Fausto notó el extraño comportamiento. El monstro miró a Glen quien lo tenía paralizado y, si lo viese como una molestia, lo lanzó fuera del área.
Los movimientos que hacía con su cabeza expresaban como si pudiera entender lo que Fausto tramaba.
- Debes estar bromeando … ¿esa cosa tiene inteligencia? - murmuró.
La batalla empezó.
Tratando de bordearlo, el guardia corrió por los límites tratando de llamar su atención. Habiéndose alejado del auto, lanzó una ráfaga causada por el movimiento cortante de una de sus navajas.
El monstro no tuvo necesidad de esquivarlo. Sin embargo, Fausto tampoco se detenía.
Superficialmente parecían golpes aleatorios, mas había una intención oculta: lograr golpear en la herida abierta en su abdomen.
Pasado ciertos segundos, Fausto cambiaba de posición; esto parecía algo útil; sin embargo, aquella criatura comenzó a atacarlo.
El varón sabía ya como eran los ataques del monstro; por lo tanto, no le era difícil predecir donde apuntaría sus golpes.
Mientras que se libraba la batalla, dentro del coche, Bruno sostenía una de sus pistolas. Aquella arma expulsaba cierta luz azul que parecía concentrarse en la corredera; en su otra mano, tenía una bala estándar que también brillaba.
- ¿Qué planeas, Bruno?
- Lisbeth, ¿ves esa herida en el abdomen de esa cosa?
- … Sí …
- Por alguna razón, no se está curando … ahí es donde apuntaré.
- Y-Ya veo.
- Solo cuatro minutos más … y estará listo.
Al esquivar uno de los ataques del monstro, un árbol recibió el impacto del golpe el cual lo quebró hasta que las hojas cayeran al suelo.
«Eso estuvo cerca … ¿soy yo o sus ataques se vuelven más rápidos y fuertes? … Es como si se estuviera adaptando a pelear … si esto sigue así no duraré más de dos minutos.»
El cansancio del hombre no lo ayudaba tampoco, pues a todo esto Bruno más que nadie sabía que se estaba haciendo el fuerte.
«¡Vamos! ¡Más rápido! …»
Antes de poder seguir concentrándose en su arma, ocurrió lo inevitable; un golpe en seco atrapó a Fausto lanzándolo por los aires e impactando con un árbol.
«¡Maldición!»
- Lisbeth … una vez que baje del auto, conduce y vete lejos, ¿entendido?
- ¿Qué? ¿Acaso quieres que los deje?
La mirada fría del guardia hizo que la princesa entendiera la situación.
Bruno, ocultando su arma que la había cargado con solo una bala, salió del auto.
- Oye, tú … Aren era tu nombre, ¿no es así? … Entra al auto y vete. Yo me encargo.
Aren quien parecía ser solo un espectador no se movió.
- No lo repetiré dos veces …
Siguió Bruno caminando.
De inmediato, Lisbeth prendió nuevamente el motor, lista para irse con Melissa y Alison; sin embargo, la criatura notó esto y se preparó para inmovilizarlas.
- ¡Crees que te dejaré hacerlo! - exclamó Bruno apuntando su arma.
La cabeza sin rostro del monstro volteó a ver aquella deslumbrante pistola.
«Maldición … solo lo pude cargar por tres minutos … por favor, espero que sea suficiente.»
Bruno disparó.
La escena se ralentizó; la esperanza puesta en aquella bala parecía ser prometedora, pero tal como se había dicho, nada salió como se esperaba.
Una velocidad fuera de este mundo, tal vez como si se tratase de teletransportación, fue lo que se percibió en aquella criatura que había desaparecido evitando así el impacto de la bala.
- ¿Qué …?
El disparo lleno de potencia y un fuego azul iba a impactar con el auto donde se encontraban las jóvenes mujeres.
- N-NO …
Fue en ese momento que Aren hizo un gesto con su mano, a los segundos, antes del impacto, la dirección del disparo fue desviada. Una bala perdida que causa una especie de explosión a lo lejos.
A todo esto, el auto por aquel impacto se vio sacudido y se estrelló con otro árbol.
- ¡Lisbeth! - exclamó Bruno.
«¿Ese fierro? … No, eso era una … ¿cruz? … Ese chico … ¿fue quien lo hizo?» fueron los pensamientos de la princesa antes de caer inconsciente.
Antes de siquiera poder correr hacia donde estaba el auto, la criatura apareció detrás de Bruno lista para cortarlo en dos.
El guardia notó esto, pero sabía bien que no había forma de esquivarlo.
Aquella extremidad que se había vuelto como si fuera una espada estaba a pocos centímetros del cuerpo del joven; el resultado era obvio. No obstante, aquel brazo no logró su objetivo, una espada había impactado con él haciendo que no cayera sobre Bruno.
- ¡Oye, ¿Qué tal si empezamos el round 3?! - exclamó Glen.
De pronto, para ayuda suya, apareció otro hombre con dos dagas en sus manos que apuntaba hacia la herida de la criatura.
- ¡Espero que no te hayas olvidado de mí, maldito! - exclamó Fausto.
Habiendo sido salvado, Bruno pudo ver aquella escena, pudo observar cómo Fausto, así como Glen habían asestado sus golpes.
Una leve sonrisa de alivio se mostró en el rostro de Bruno.
Lo que sucedió después aturdió a todos los presentes, aquella cabeza abrió sus pliegues dejando ver un orificio grande, no había un cerebro u otro órgano; estaba vacío el interior.
Solo se escuchó un fuerte rugido.
¿Dolor? ¿Ira? No se podría decir cuál, pero de lo que estaban seguros era que aquel golpe de Fausto había sido certero.
La criatura comenzó a moverse bruscamente tratando de botar a aquel par que lo había atacado. Glen y Fausto tampoco se quedaron esperando, sino que retrocedieron a tiempo.
La reacción del monstro dejaba entender que estaba descontrolado, pero había perdido el interés en los demás, pues aquella daga de Fausto se había quedado incrustado en la herida.
No había tiempo que perder; todos fueron al auto donde estaban las mujeres y, maniobrando rápidamente, encendieron el auto y se fueron del lugar.
Mientras tanto, dentro de una cueva oscura, Renato, Liam, Daniel y Ofelia estaban ocultos mientras terminaban de comer lo último que encontraron dentro de la maleta. Terminando de comer, Liam tomó un papel que estaba dentro de la maleta y lo leyó en voz alta.
Queridos participantes, el tiempo del fin ya está cerca; por tanto, coman y beban a gusto. Después de todo hoy serán visitados por aquellos quienes también desean sus fichas. Para aquellos quienes ya han podido saber las fichas de los demás, ocultarse sería una buena sugerencia. Al resto, solo se les mencionará que, si llegaran a perder su ficha, están descalificados, pero no regresaran con las manos vacías, sino que con una deuda de 2.5 millones de dólares. Así que todos estén animados a participar en este último evento que empezará a las 18 y durará toda la noche. Mañana a las 7 pm terminará el evento.
Atentamente, El Visitante Nocturno.
- ¿Qué eso? ¿Un tonto cuento? - habló Renato sarcásticamente.
- Sea verdad o no, es mejor que solo nos escondamos ahora. - dijo Liam.
- Pero, entonces ¿Cómo podremos pasar el examen? Solo sabemos un código y es el de Ofelia … nos faltan al menos otros cinco más. - comentaba Daniel.
- No … no es necesario salir a buscar más. - dijo Liam.
- ¿Qué quieres decir?
El joven suspiró.
- Oye, déjate de tonterías y explícate. - dijo Renato algo ofuscado.
Liam no habló.
Ante el aumento de la tensión, Ofelia habló.
- Yo … les explicaré a lo que Liam se refiere.
Todos quedaron en silencio al escuchar hablar a la joven muchacha.