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Chapter 53 - La Sombra del Noble

Paso a paso, lentamente se acercaba aquella cosa que no era comparable a la creación vista. Glen, Fausto y Bruno estando derrotados dejaban solo a Aren quien detrás suyo tenía a las tres jóvenes mujeres desmalladas.

El varón se había percatado de algo desde el inicio, ¿Por qué aquella criatura tenía tanto interés en atrapar a las mujeres? Ya no había tiempo ni razón para saber la respuesta.

«Mierda … no puedo moverme … siento como si se me hubiera roto algunas costillas.» pensaba Glen herido mientras que veía como se acercaba el monstro hacia Aren.

Fue entonces que, al ver la acción de aquel joven de cabellos largos, Glen quedó sorprendido.

Aren no mostró temor alguno, sino que una mirada de seriedad se reflejaba en su rostro. El joven parado firmemente en medio de la lluvia parecía pensativo.

«Aren … ¿Qué planeas? …»

Trataba de responder Glen ante el temerario acto de su amigo; en cuestión de milisegundos, el joven llegó a entender algo.

«Desde que nos conocimos, él parece ser alguien con buena percepción como si tuviera un sexto sentido, pero … solo era eso, él es solo una persona normal.»

Ciertamente Aren había mostrado ser alguien que pudiera ser sensitivo a los peligros, pero no había mostrado algo especial ni tener habilidades sobresalientes a diferencia de los otros dos guardias. Esta conclusión hizo entristecer a Glen, pues ya no tenía fuerza para moverse.

 Por otro lado, tirado por otro lado igualmente en el suelo, parecía que el cuerpo de Fausto se movía un poco; era como si temblara.

«Supongo que … solo me queda utilizarlo … … realmente no quisiera, pero no hay opción.» planeaba Aren.

La criatura que caminaba lentamente había levantado una de sus extremidades la cual comenzó a transformarse. Sus garras se torcieron y combinaron haciendo parecerse a la punta de una lanza.

Mientras tanto, levantando un poco su mano izquierda detrás de su espalda, un aura de color negra con rastros de una luz blanca tenue comenzaba a aparecer y rodear toda la mano de Aren.

Como si se hubiera percatado de esto, la criatura comenzó a correr inmediatamente con el objetivo de atacar al joven antes de que hiciera algo. Glen quien veía desde lejos pudo notar el extraño comportamiento de la criatura, la forma en como atacaba esta vez no parecía como si estuviera jugando o vacilando, sino que realmente mostraba deseos por asesinar rápidamente a Aren.

Era como si se mostrara una seriedad que no se había visto antes por parte del monstro.

«¿Cuánto tiempo tendré? Solo requiero dos -…» pensó Aren quien repentinamente sintió como un fuerte mareo y dolor de cabeza.

«¿Q-Qué está … pasando?»

- ¡Aren, ¿Qué estás haciendo?! ¡Cuidado!

El joven que escuchó la advertencia al fijar su mirada hacia adelante observó que su reacción fue muy tarde.

A los segundos, al toser, un poco de sangre cayó al suelo. Al ver el resultado del ataque observó que había sido atravesado por la extremidad del monstro.

- ¡Aren! - exclamó Glen.

Lentamente la criatura extrajo su extremidad en forma de lanza del abdomen de Aren. El joven retrocedió algunos pasos tratando de tapar la herida con uno de sus manos.

Sin esperar, la entidad transformó su extremidad en una gran hacha de doble cuchilla. La intención era obvia; no obstante, al momento de asestar el golpe, un grito hizo que se detuviera y retrocediera la criatura.

- ¡Vortéas!

De repente, algo empezar a brillar en el cuerpo del monstro; el arma que aún seguía incrustada cerca de la herida no curada en el abdomen expulsó una onda de aire que se impulsó hacia adelante llevándose consigo a la criatura.

De la espalda de la entidad salieron repentinamente como tentáculos que trataron de adherirse al suelo, pero no fue lo suficientemente resistente y el monstro fue lanzado hacia atrás cayendo cerca de un poste de luz al lado de la carretera.

Mirando quien había sido, Glen escuchó como Fausto quedó ensangrentado en el piso habiendo dado su último esfuerzo.

- Bueno … solo hemos ganado algo de tiempo …

Un fuerte paso se escuchó y a continuación el sonido de un pedazo de metal cayendo a la pista.

La daga de Fausto había cumplido su función la cual de repente comenzó a salir un humo rojizo que dejó el elegante diseño y lo redujo a una daga de mercado.

Esta vez el monstro no caminó hacia Aren, sino que con gran impulso saltó hacia él para atacarlo con aquella doble hacha formada.

- Supongo que … esto es todo …

Al momento de dar el golpe final, Aren miró al suelo resignado de su destino; pronto vio la sombra de la criatura parada frente a él, pero algo extraño sucedía.

El monstro no atacó.

Fue entonces que Aren vio algo familiar, aquella varilla de metal negro que había visto Lisbeth antes de su desmayo había traspasado nuevamente cerca de la anterior herida de la criatura incrustándose en la pista.

Glen fue el único que percibió aquel ataque y la figura real de aquel objeto. Era una cruz de metal negro larga y grande, como si fuera una lanza la cual había atravesado a la entidad.

- ¿De dónde … salió eso?

La iluminación del poste de alumbrado dejaba ver las sombras de Aren y de la criatura, pero fue que desde la sombra de Aren salió una mano que se extendió hasta tomar aquella cruz de metal.

Al tomarla, un aura dorada acogió a toda el arma; en ese momento, la criatura trató de escapar; sin embargo, como le era difícil, pues la forma de la cruz le impedía soltarse trató de romper el arma, pero no funcionó.

Inesperadamente, la entidad parecía desesperada de seguir en ese lugar, entonces tomó su extremidad en forma de hacha y se cortó una parte de su abdomen que se unía con el arma dejándolo libre.

Habiendo retrocedido algunos metros, pudo revisar su herida observando que esta no se curaba al igual que la anterior. Sí, tales heridas habían sido causadas por la misma arma.

Pero lo que más parecía preocuparlo no era la herida, sino aquella arma y la mano que la sostenía.

Lentamente desde la sombra de Aren comenzó a salir una figura femenina; una mujer de cabellos rubios lacios, con ropas blancas y bordados dorados. Su figura era delgada y detrás de su espalda había cuatro hermosas alas blancas como si fueran de palomas.

La mirada de la extraña mujer expresaba pasividad y ternura como si fuera alguien quien nunca mataría a una mosca. En su cabello, tenía una especie de diadema y toda su figura era resplandeciente; toda su presencia era un total contraste de la galante figura de Aren.

Habiendo salido totalmente, esta mujer, al pisar el suelo, tomó firmemente la cruz negra como si fuera su propia arma imponiendo temor a sus adversarios.

- ¿Un … ángel?

Tanto Glen como Aren desconocían la identidad de aquella hermosa y elegante mujer.

Aquella joven quien parecía tener cerca de unos 20 años de edad miró de reojo a Aren quien estaba detrás de ella, pero, en ese momento, la entidad aprovechó para asestarle un golpe con aquella hacha.

La mujer si dejar de ver a Aren detuvo el impacto de la extremidad de la criatura utilizando aquella cruz; al ver como no pudo dañarla, el monstro retrocedió nuevamente.

- Tú … ¿Quién eres? - preguntó Aren.

La joven de expresión fría sonrió leve y agraciadamente, mas no respondió.

Volteando su mirada hacia el monstro, su serena mirada dejaba en claro su superioridad y el potencial resultado de aquella batalla ahora que ella estaba presente.

Como parecía que la criatura aún pensaba seguir peleando, la blanca mujer meció su arma y la miró con una leve sonrisa como si dejara en claro que la próxima vez ella atacaría.

La criatura retrocedió instintivamente, pero aún no se acobardaba.

De pronto, se escucharon los sonidos de alarma de una ambulancia cerca del lugar y varios carros llegando a la distancia.

El equipo contactado primeramente por el difunto Ernesto y luego por Fausto estaban llegando a la escena.

La criatura al darse cuenta de esto no dudo, sino que escapó del lugar yéndose en dirección al pueblo abandonado.

Glen al ver esto sintió gran alivio y quedó inconsciente.

Aquella mujer quien había logrado hacer retroceder a la criatura se acercó a Aren y poniendo su mano en su herida se entristeció.

Aren comenzó a caer inconsciente por el sangrado, pero antes de desmayarse pudo ver como aquella mujer comenzó a decir algo. Aunque no pudo él escuchar nítidamente, pudo ver el movimiento de sus labios.

Al caer desmayado, todo se oscureció y una voz la cual había escuchado antes.

Yo soy … la quinta y última guardián del PRIMORDIAL.

 

Habían pasado algunas horas, cerca de las 8 pm, en aquel cañón donde había ocurrido el nefasto incidente, se podía ver al lado del destruido tren varios cadáveres, pero estos no pertenecían a los pasajeros que perecieron, sino que vestían ropas de militares.

La niebla espesa rodeaba uno de los extremos del tren; no podía escucharse algún ruido o sonido de los soldados que fueron a recoger los cadáveres quedados en el lugar.

A lo lejos, donde Aren y los demás habían recorrido anteriormente, se podía sentir como la temperatura subía intensamente.

En aquel lugar se pudo ver como un grupo pequeño de militares con sus armas y linternas encendidas, pero ninguno de ellos estaba disparando.

En medio de ellos se pudo observar como una pequeña hoguera que se había convertido en un pequeño desmonte al haberse consumido por un fuego.

De aquel desmonte carbonizado parecía salir un tentáculo tratando de escapar, pero de inmediato un fuego azul lo consumió antes de que huyera.

Todos los presentes parecían aliviados y veían con gran admiración al varón que estaba entre la pequeña hoguera y ellos.

- Tercera Nota. La entidad CECE-0171 presenta resistencia nivel 3 a las llamas de Astrong, Además, el nivel de inteligencia y adaptabilidad de la criatura es mínimamente de nivel 2, se sugiere no involucrarse a menos que haya un Reformado Berserker o Elementario en el mejor de los casos.

- S-Señor … ¿eso es todo? - preguntó uno de los soldados a aquel varón de apariencia mayor pero aún vigorosa, pero seria. Sus ropas formales junto con aquel saco largo y negro junto con su serio rostro reflejaba ser un hombre de vasta experiencia en su trabajo.

El hombre miró de reojo al tembloroso soldado.

- Sí … nos retiramos.

Aunque haya dicho esto, nadie se movía si es que aquel hombre no los lideraba.

El anciano suspiró mirando al cielo mientras fumaba un cigarrillo.

 

En aquel terreno estando a unas horas de terminar el examen de la segunda etapa de la ARET, se escuchaba rugidos de las fieras que estaban en el exterior, además de sonidos metálicos y algunos disparos ocurrentes. Solo pocas veces se escuchaba el grito de otros postulantes; sin embargo, Liam y el resto no sabían exactamente lo que ocurría por estar ocultos en aquella pequeña cueva.

- Oigan … ¿Qué será todo eso? … No dejan dormir …

- ¿Quieres callarte? Tan solo déjalos y esperemos que sea pronto mañana.

- Esto es aburrido …

- Si quieres vete y pelea, pero no nos arrastres al resto.

- Ha ha ha …

- Chicos, dejen de hablar … parece que están cerca. - murmuró Ofelia.

Pasaban los minutos y aquellos sonidos se alejaban; esto dio una temporal calma a aquel grupo.

- En serio … ¿esto es una prueba? Ahora que lo pienso, los exámenes escritos ya no se ven tan mal. - comentó Renato.

- Ah ¿sí? … ¿Cuál fue tu promedio en las tres pruebas? - preguntó Liam con sarcasmo.

- … Sin comentarios.

- Hah … lo sabía.

- ¡¿Qué?!

- ¿En serio se comportan así siempre? - preguntó Ofelia a Daniel mientras escuchaban, ya que todo era oscuro.

- Ha ha ha … creo que sí.

Entre burlas y risas, todos reaccionaron a un crujido de la rama de algún árbol muy cerca de ellos. Todos guardaron silencio de inmediato.

- ¿Qué fue eso?

-

Habiendo tapado la entrada de la cueva con piedras y arbustos, se suponía que nadie supiera que hubiera aquel lugar, pero todos los jóvenes escucharon pasos que se acercaban a su escondite.

Nadie creía que los hubieran visto antes, pues estaban ocultos desde hace varias horas y se aseguraron de que nadie los haya visto entrar antes o eso creían.

Aquellos pasos dejaron de escucharse.

Daniel y Renato quienes estaban armados con una daga negra y una barra de metal esperaban a lo que vendría, pero al notar que no pasaba nada bajaron su guardia.

- ¿Qué habrá sido eso?

- No sé … pero creo que ya se fue.

- No … en realidad estamos todos aquí. - contestó una voz desconocida que a la vez trajo consigo una luz que alumbró todo el lugar dejándolos cegados a aquel grupo.

La reacción de Liam y el resto fue tardía.

Esto tuvo como consecuencia al peor escenario posible; habiendo salido todos de la cueva y recuperado su vista, se dieron cuenta que no tenían consigo sus fichas; habían sido robadas.

Pronto escucharon el rugido de las fieras quienes estaban fuera como si los estuvieran esperando. Sí, estaban acorralados nuevamente y no se vio rastro de aquellos quienes les robaron.

Entre las ramas de los árboles, oculto entre las hojas, se observó como una linterna era lanzada suavemente al aire girando y luego ser atrapado por una mano.

Esta acción se repetía continuamente, un joven vestido de negro con una mascarilla era quien jugaba con el dispositivo mientras miraba desde lo alto lo que iba a suceder a aquel grupo.

Detrás de él apareció una joven quien lo llamó.

- Carlo, Leandro dice que nos vayamos.

- ¿En serio? ¿Los dejaremos presa de esas bestias?

- No finjas … solo quieres ver como son asesinados, pero recuerda que los instructores intervendrán si es que se pone fea la cosa.

- Hahh … en serio matas el momento, Alexia.

- … Piensa lo que quieras, pero vámonos.

- Bien … - contestó aquel joven quien tenía en su mano izquierda la ficha de uno del grupo.

Habiendo aceptado la orden, ambos jóvenes procedían a retirarse; sin embargo, un repentino ataque hizo que estos se desestabilizaran.

Una varilla de metal lanzada como una flecha clavada en el árbol donde estaban casi atraviesa la cabeza del joven quien tenía sostenía una de las fichas.

- ¿Qué? - murmuraron ambos.

- ¡¿Estás seguro que están allá arriba?! ¡Porque si es así, entonces creo que fallé!

Fue lo siguiente que escucharon ambos jóvenes escondidos.

Al voltear a ver a aquel grupo que debería lidiar con el ataque de las bestias, observaron que estas estaban inmóviles; era como si estuvieran petrificadas.

«¡¿Saben dónde estamos?!» fue lo que pensaron ambos.

- ¡No perdamos tiempo y atrapémoslos! - exclamó Liam.

«¿Si lo gritas así, crees que no haremos nada?» pensaban sarcástica y unánimemente ambos jóvenes.

Pero a los segundos se percataron de algo, uno de los cuatro jóvenes no estaba.

- ¿El de pelo blanco … dónde está?

Pronto se escuchó el crujido de una rama; era aquella donde ambos jóvenes estaban parados.

Al romperse la rama, ambos cayeron inevitablemente. No obstante, ambos jóvenes reaccionaron evitando una dura caída. Cuando se levantaron, los dos muchachos se percataron de que no tenían las fichas que habían robado.

Como si buscaran algo perdido, aquel par comenzaba a revisar en el piso.

- ¿Se les cayó algo?

Ambos levantaron la mirada y vieron a un joven de cabellos blancos y ojos rojos quien sostenía aquellas fichas.

- Tú …

De pronto, sin poder saludarse, pasaron corriendo Ofelia y Renato quien cargaba a Liam.

- ¿Qué estás esperando? ¡Córrele! - exclamó Renato.

Sin pensarlo, Daniel los siguió.

- ¡Creen que los dejaremos ir así!

- ¡No, claro que no! ¡Pero creo que tendrán que lidiar con algo primero!

- ¿?

Unos rugidos se escucharon detrás de la pareja que había sido emboscada. Las bestias que ahora podían moverse corrían hacia ellos.