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Chapter 52 - Sin Salida

- ¿Qué es … lo que estás diciendo?

- ¿Acaso te lo tiene que deletrear? - dijo Liam indiferente.

- Ya ya … creo que esto es algo difícil de entender. - dijo Daniel.

Ofelia suspiró y tomó aire.

- Bien, volveré a explicarlo …

Esta vez Daniel y Renato pusieron mayor atención a las palabras de la muchacha.

- Al momento en que la duquesa Sofía nos dijo las indicaciones y el propósito de esta prueba, solo especifico conseguir dos códigos de otros postulantes; no dio restricción alguna de la manera o los métodos para lograrlo a excepción del asesinato.

- Pero … ¿Cómo sustentas la idea que nos dijiste? - preguntó Daniel.

- Supuestamente todos los participantes actuarían individualmente, de ser así tendrían que luchar contra otros para obtener los códigos, pero ¿Qué pasaría si se formaran equipos?

- …

- En vez de que luchen contra otros, si ellos acordaran compartir entre ellos sus códigos, entonces cada uno podría obtener al menos dos códigos más si el equipo fuera de un mínimo de tres personas.

- Pero … ¿acaso eso no sería trampa? En caso de no ser así, ¿ellos aceptarán que un grupo de postulantes digan los mismos códigos entre ellos mismos? - preguntó Daniel.

- Como les dije … el objetivo es que cada postulante sepa dos códigos, además por qué otra razón existiría la regla de no adueñarse de las fichas. En este caso, si uno se entera el código de otro, como esa persona aún tiene su ficha puede que otro lo ataque y sepa ese mismo código.

Los dos varones quedaron incrédulos.

- Si lo pones de esa manera, ciertamente hay probabilidades de que ocurra, ya que no somos muchos. - comentó Daniel.

- Entonces ¿lo que sugieres es que compartamos nuestros códigos y que nos ocultemos hasta mañana? - cuestionó Renato.

- Exactamente.

Todos quedaron en silencio.

- Saben … puede que resulte, pero aún tengo mis dudas …

- Si quieres puedes irte y buscar a otros con quien pelear. - contestó Liam.

Esto molestó un poco a Renato, pero no se dejó provocar ya más.

- Bien … les creeré, además dentro de tres horas serán las 6 de la tarde y salir solo será peligroso. ¿Qué harás tú, Daniel?

- Yo también me quedaré. Creo que lo que Liam y Ofelia dicen es verdad.

- Entonces, todos deberíamos mostrar nuestras fichas, ¿no es así? - dijo Renato.

- No, aún no … esperemos hasta mañana.

- ¿Por qué? ¿Acaso tú no eras el de la idea? - cuestionó Renato.

- Sí, solo que primero hay que esperar y ver lo que sucederá a partir de las 6 de la tarde … creo que cada uno de nosotros ha escondido su ficha … puede que haya ojos que nos miren ahora. - afirmó Ofelia.

- Y-Ya veo …

Siendo así, aquel grupo acordó en esconderse y pasar desapercibidos toda la noche, aunque las cosas no resultarían tan fáciles.

A las afueras de la cueva, había siluetas de personas. Parecían ser todos jóvenes.

- Bueno, es una pena que no revelaran sus fichas, pero no importa … dentro de tres horas actuaremos.

- Claro … por otra parte, parece que el tipo del parche tiene una habilidad sensorial … ¿provendrá de su ojo?

- Eso ya no importa, si se quedan en ese lugar, será su fin … como somos cinco, debemos encontrar a uno más.

- Bien, vayamos a explorar otro lugar, Remus, quédate vigilando con Alexia … avísenos si pasa algo.

- Ok.

Después de su conversación, aquel grupo se dividió.

 

Manejando algo descuidado pasando por el camino boscoso, el coche con el que todos trataban de huir pronto estaría llegando a la autopista.

- B-Bruno … por favor, conduce con … más cuidado …

- ¡¿Qué?!

- No … nada …

En los asientos traseros descansaban el resto.

- Oye, Aren … si que no pierdes tiempo para meterte en problemas, ¿eh?

- … Igual tú … ¿Cómo llegaste hasta aquí?

- Bueno, escuché de un grupo que parecían matones que te estaban buscando … escuché de ellos que vendrían a este lugar. Y como somos amigos, obviamente vine a darte una mano … aunque no creí que esto se volvería así.

- ¿? … Aparte de nosotros y tú, no he visto a nadie más venir hasta acá.

- … ¿En serio?

- Sí.

- Bueno … ¿Dónde estarán?

Al pasar cerca de un grupo de rocas, camino diferente al que tomaron antes, se pudo ver un auto estrellado con varios cuerpos muertos y humo saliendo.

Todos los presentes vieron tal escena.

- ¿Q-Quiénes son ellos? O, mejor dicho, ¿Quiénes eran? - preguntó Fausto.

- Ni idea y no me importa. - respondió Bruno sin detenerse.

- … Bueno … supongo que eso responde mi pregunta. - agregó Glen.

- …

 Durante el trayecto, la niebla dejaba de ser densa y no había rastros de la criatura; esto dio esperanza a aquel grupo; sin embargo, aún no habían llegado a la carretera.

Como si el tiempo se hubiera detenido o, mejor dicho, el terreno no tuviera fin, ya había pasado más de media hora conduciendo y aún no llegaban a visualizar la carretera ni la estación de buses.

- ¿Qué sucede? No recuerdo que fuera tan lejos … 

- Yo tampoco … ¿acaso estamos perdido? - comentó Glen.

- Oye, ¿estás seguro que este es el camino correcto? - preguntó Fausto.

- Sí … - respondió Bruno.

Mientras que todos se preguntaban qué era lo que pasaba, Aren volteó a ver a las tres mujeres que aún seguían desmayadas en los asientos traseros del vehículo.

- Oye, Aren … ¿Por qué viniste a este lugar? - preguntó Glen tratando de cambiar de tema.

Los dos guardias sentados en los asientos delanteros quedaron atentos a la respuesta del joven.

- … Vine a ver algo dejado por Marcelo …

- ¿Marcelo? … ¡Ah! Ese niño … ¿Te dijo que vinieras a buscar algo como para que vengas aquí? 

- Algo … así …

- Entonces, ¿lo encontraste?

- No, pero ya sé dónde está ahora.

- Oh, entonces no fue en vano tu visita aquí. - respondió Glen con una sonrisa transparente; sin embargo, él no sabía la relación que tenía con los otros dos varones quienes silenciosamente escuchaban atentamente.

«Hahh … Glen siempre emite esa actitud fresca y transparente usualmente … lo malo es que no sabe elegir el momento para hablar de cosas importante.» pensaba Aren con cierta sonrisa leve de incomodidad.

- Bueno, espero que salgamos de aquí pronto …

- Sí; por otro lado, no sabía que tenías esa habilidad secreta.

- ¡Ah! … Sobre eso … ha ha ha …

Por estar poniendo su atención a la pequeña conversación, los dos guardias no prestaron atención a lo que había frente a ellos.

- Detén el auto. - dijo Aren.

- ¿Qué?

Frente a ellos estaba una persona que en realidad era un cadáver parado quien parecía estar esperándolos.

- ¡Maldición!

El auto trató de desviarlo y tomar otra ruta lográndolo a las justas, pero no era en sí por su esfuerzo, sino que aquel cuerpo no se movió para atacar.

- ¡¿Qué fue eso?!

- ¡¿Cómo si lo supiera?!

De pronto comenzó a llover.

- Oye, Aren … Ya me dio miedo esto. - comentó Glen.

- No te preocupes, aquí estoy para ti …

- Aren …

Como si fuera una escena de una pareja de enamorados, Bruno interrumpió.

- ¡Oigan! ¡Dejen sus mariconadas para otro momento!

Fausto, Glen y Aren rieron un poco por la escena que hicieron.

- Bueno, creí que teníamos que cambiar la atmosfera … Por otro lado, es la primera vez que te veo reír, Aren. - comentó Glen.

El mismo varón de cabellos negros quedándose sorprendido, asintió.

«¿Hace cuanto que no reía? ¿Cómo estarán todos?» era los pensamientos del joven los cuales fueron perturbados por un aviso.

- ¡Miren! ¡Es la carretera! ¡Al fin llegamos! - exclamó Fausto.

Parecía que la esperanza había vuelto nuevamente a ellos.

Sí, no era un engaño, en una pista amplia de doble sentido y con algunos letreros en sus extremos que era rodeada por arbustos y algunos arboles, por un lado, apareció un auto repentinamente el cuales estaba embarrado de lodo con sus ventanas empañadas por la lluvia.

Fausto realizó una llamada al momento de salir.

- Avisaré donde es nuestra ubicación al grupo que vendrá y les pediré que traigan ayuda médica.

- Bien.

«En serio … este día ha sido de locos.» pensaba Bruno quien sin detenerse conduciría hasta la capital.

Sin detenerse, Bruno presionaba el acelerador; sin embargo, a los pocos segundos vio que el auto no avanzaba aun estando encendido el motor.

- ¿Qué sucede ahora? ¿Acaso se malogró algo?

- No … no creo que sea el auto. - dijo Fausto sonriente, pero preocupado quien parecía estar viendo por el espejo retrovisor.

Por el espejo se podía observar como una especie de lazo deforme sostenía por atrás al auto.

Sin otro aviso, el auto se levantó por detrás hacia los aires.

- Hahh … Era demasiado bueno para ser verdad. - comentó Fausto.

Todos supieron entonces lo que estaba por pasar.

Sin demora, todos salieron del auto. Aren y Glen pudieron llevarse a las tres mujeres fuera del auto de alguna manera.

El impacto fue un poco duro, pero lo doloroso era ver como aquel auto fue levantado y tomado por varias extremidades deformes que destruían y compactaban el auto como si fuera un montón de chatarra.

Aquella esfera deforme de metal fue lanzada lejos de ellos. Todos tan solo podían ver como su única esperanza de salir de este lugar desaparecía ante sus ojos.

Saliendo al igual que ellos desde los arbustos, la apariencia de aquella criatura se hacía manifiesta en medio de la lluvia y junto con él traía la niebla.

- Estamos jodidos.

- Pues sí. - respondió Glen.

- Maldición.

- ¿Cuál es el plan? - preguntó Fausto.

- ¿Qué plan? - contestó Bruno sonriendo ante la inevitable situación.

Al verlo de reojo, Fausto entendió todo.

Ellos ya estaban heridos y todo su esfuerzo era para mantenerse consientes y no caer en la locura. Las tres mujeres que debían de proteger estaban desmayadas y solo quedaba una sola persona quien no demostraba ser útil.

De pronto, de la mano de Glen volvió a aparecer aquella espada y posicionándose frente a todos, el joven se posicionó para una última lucha.

Todos quedaron sorprendidos de tal valentía; por tanto, Fausto y Bruno también se alistaron.

- Sabemos que es imposible pedirte que te lleves a las tres, solo te pedimos que no las abandones. - dijo Bruno.

- … Está bien …

La petición era algo cuestionable; a la vista de los guardias, Aren no tendría las fuerzas para cargar con tres personas y salir huyendo, pero tampoco había ganancia en hacer que se quede con las tres jóvenes.

Antes de que se pudiera pensar en algo más, se escuchó los pasos acelerados en aquel lugar.

Glen quien parecía estar en una posición de carrera tomó impulso y corrió hacia el monstro con una velocidad sorprendente. Aquel ser lanzó por reflejo aquella extremidad que salía desde el orificio de su cabeza. Esquivándolo con la vaina de su katana, volvió a tomar impulso. Al acercarse a unos cuantos centímetros, desenvaino su espada en dirección a un corte transversal.

Todos los presentes no pudieron creer lo que veían. El filo de la katana del muchacho logró cortar aquella extremidad que salía de la cabeza del monstro. Pero aún no terminaba.

Dando un giró de 360 grados, Glen optó por realizar un segundo movimiento. Esta vez el corte sería en aquella herida que tenía el monstro en el abdomen.

El segundo golpe fue certero, pues la criatura solo había reaccionado al corte anterior. La sangre de aquella cosa se desparramaba por los suelos acompañado de refuerzos y extraños gemidos de dolor.

«Bien … aunque no pude cortarlo en dos, al menos le cause bastante daño.» pensaba Glen quien cayó de rodillas al suelo tras ese último esfuerzo.

- ¡Cuidado!

- ¿?

Como si soportara el dolor, el monstro atacó lanzando su brazo como si fuera un látigo por la espalda de Glen el cual lo tiró por el suelo hasta caer un par de metros.

Tratando de correr, el contrataque de Fausto se vio abruptamente sometido por ser tomado por el cuello por la extremidad superior del monstro quien también lo lanzó hacia un árbol.

En menos de dos minutos, ya habían caído dos.

« Maldición … ¿Por qué parece que solo está jugando con nosotros? Pudo haber matado a Fausto al agarrarlo, pero solo lo lanzó como si no le importara.» pensaba Bruno quien apuntaba sus dos pistolas.

La criatura no se movió desde ese entonces.

La actitud de ese monstro cada vez perturbaba el análisis de Bruno, pues no entendía patrones de movimiento ni el pensamiento de esa cosa. Sin embargo, algo pudo reconocer.

- ¡Retrocede! - exclamó Aren.

Una señal, las garras de su extremidad derecha apuntaban hacia el suelo reiteradas veces. Fue entonces que Bruno miró hacia el suelo y vio como otra extremidad lo había atrapado por el cuello y levantado.

- ¡¿?!

Aren quien estaba detrás había visto como la cola de la criatura estaba enterrada en el piso.

Sí, subterráneamente había llegado a donde estaba Bruno. Este último había tardado en darse cuenta.

La asfixia era inevitable y fue solo cuestión de segundos hasta que el joven callera desmayado, lo extraño fue que cuando sucedió eso la criatura lo soltó como si quisiera evitar asesinarlo aún.

Todo aquel grupo fue derrotado y en espera de su inevitable muerte.

 

Siendo cerca de las 5 pm, ocultos aún en aquella pequeña cueva, los cuatro jóvenes quedaban en silencio tratando de entretenerse de alguna u otra manera.

- Saben … ¿serán ya las 6?

- No, aún queda un poco más de una hora.

- Entonces, ¿puedo salir por un rato?

- Si quieres, pero nadie te salvará si te ocurre algo. 

- … Vaya, eso es muy reconfortante de escuchar.

- …

Viendo que la conversación se tensaba por el aburrimiento de la espera, Ofelia cambió de tema.

- Daniel, ¿Cómo era que se llamaban tus otros dos amigos que conocieron?

- Ah, te refieres a Aren y Glen.

- Cuéntame cómo se conocieron todos.

- Bueno, será una historia un poco larga, pero todo comenzó en la estación de Luesia …