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Chapter 3 - Viaje

Tercer día aquí. Ahora mismo me encuentro acostado en el pasto cerca del hogar de Shair mirando el cielo, pensando en absolutamente nada, solo estoy clavando mi mirada. Tengo muchas cosas por las cuales preocuparme y no sé si en algún momento podré resolver alguna de mis dudas. Aún así, siento que no estoy tan mal como debería estarlo. No me nace, no entiendo el motivo.

Además creo que desperté bastante temprano, ella sigue sin despertar y yo no sé qué hacer para entretenerme o pasar el tiempo. En un momento, decidí levantarme. Caminé al rededor observando el bosque, el cual es bastante bonito. Me tenté a tomar el camino hacia el pueblo de ayer, aprovechando que estaba solo y poder elegir a dónde ir. Me fijé si Shair seguía dormida, y efectivamente. Eso sí, no sé dónde está el slime. Pero tampoco me importa mucho la verdad...

Al final opté por ir a visitar el pueblo antes de irme, a ver qué tal. Tomando el mismo camino del día anterior. Hacía un viento que no había sentido estos días, por suerte no sentía frío. No me imagino lo que podría ser enfermarme en este lugar, seguramente moriré antes de encontrar alguna magia que me cure. De hecho, quizá eso tengo que buscar ahora en el pueblo, algún médico. Asumo que existen, pero yo qué sé.

Fue una caminata la cual no tengo ni pizca de idea de cuánto duró, estuve durante todo el camino disociando mientras miraba la naturaleza de este lugar. Era hermosa, me gusta mucho. Espero que el lugar al que vamos también tenga sitios así.

Llegué al pueblo, y había menos gente que la otra vez. Quizá ayer era un día especial, o algo así. Tampoco lo parecía, pero de verdad era una gran multitud de personas comparado a ahora. Me tomé mi tiempo para dar un paseo, observando tiendas desde lejos porque me daba pena acercarme y que me pregunten cosas. Venden mucha comida que nunca había visto en mi vida, y algunos objetos raros que tampoco. Supongo que no debería impresionarme tanto ver cosas nuevas si esto es un mundo diferente...

Me acerqué a la tienda de la señora del otro día, y ella me reconoció.

—¡Oh, hola!

—Hola...- Dije, con un poco de pena.

—¿Tú eres el chico que acompañaba a Shair, verdad? Un gusto volver a verte.- Habló, mientras contaba unas monedas. —Por cierto, ¿dónde está ella?

—Eh... ella estaba durmiendo, por lo que pensé que podría dar un paseo antes de irnos.

La señora suspiró, creo. Hizo algo raro, quizá tiene asma. Aunque sería raro tener asma si existe la magia, pero no voy a asumir nada.

—Me alegro por ella.- Soltó, mientras agarraba algo rojo parecido a una manzana, y la miraba. —Siempre la veía sola, intentando conocer gente en este pequeño pueblo.- Empezó a contar, mientras me dio la manzana. La recibí luego de unos segundos en los que se me quedó mirando con la mano estirada entregando la cosa esta manzana. Es que necesitaba estar seguro de que me la estaba dando.

Se quedó un momento callada, momento en el que pensé en preguntarle por Shair. Ya que no la conozco tanto y esta señora parece que sí. Pensé, porque siguió contando antes de que pudiera hablar.

—No te ves como un mal chico. Estoy seguro de que gracias a ti va a poder empezar a vivir lo que siempre quiso.

Se puso medio emocional, mientras limpiaba un frasco.

—¿Cómo la conoció?- Me animé a cuestionar.

—Igual que todos, se me acercó para sacarme charla. Fue hace mucho tiempo, muchos años...- «Así que lleva años viviendo ahí...» Pensé, en lo que me contestaba. —Toda su vida desde que la conozco ha tenido las mismas ganas de hacer lo que quiere hacer. De hecho, no es la primera vez que irá a Giruboken. Pero es la primera vez que lo hace con alguien acompañándola.

—Y... ¿el slime?

—Los gremios no le permitieron hacer un- Cuando dijo "un" escuché de nuevo el sonido de estática de televisor. Fue un poco alto, por lo que reaccioné tapándome los oídos con una expresión de disgusto. —¿Eh? ¿Pasó algo?- Me preguntó.

—No... no. Lo siento. Siga contando, si no es molestia.

—Bueno, como decía. No se lo permiten solo con Zakko, necesitaba un compañero humano. Por eso me alegro de que hayas aparecido, Jairo.

...

Creo que ese no es mi nombre, pero no voy a corregirle. Le di un mordisco a esta cosa parecida a una manzana, y la verdad estaba buena. No sabía mucho a una manzana, era un poco más salado, pero estaba rico.

—Por cierto, ten.- Oí de la señora, para luego fijarme y ver que me estaba dando una bolsa de tela atada. —Dáselo a Shair de mi parte. Y dile que le deseo suerte.

Miro la bolsa, y la guardo en mi bolsillo, más o menos. Cabía pero no era tan cómodo. Ahora que lo pienso, llevo con esta ropa varios días... aunque, estoy seguro de que no soy el único. Por no decir que seguramente Shair lleva con esa ropa años.

Me despedí de la señora luego de agradecerle y desearle suerte, para seguir caminando por el pueblo. Tampoco sabía a dónde más ir, decidí ver las casas y las áreas verdes. Habían unos árboles muy bonitos. 

Me senté en una banca al lado de una fuente viendo la gente caminar, me resultó relajante. Creo que necesitaba estar sin hacer nada un rato, a la vez que me da el viento. Bastante agradable, pese a que creo estar perdido ahora mismo porque no puedo ver la tienda de la amiga de Shair. O la familiar, ni idea qué sea. 

Decidí levantarme, para preguntar por el lugar, aunque no veía a mucha gente y me daba un poco de pena preguntarle a las pocas personas que estaban pasando por allí, por lo que elegí acercarme a una tienda que se veía linda de lejos. El producto eran unas especies de tarjetas raras con un brillo medio dorado.

—¡Hola, futuro parroquiano!- Exclamó el señor de la tienda, con un tono de voz lo suficientemente alto como para sorprenderme.

—Eh... Hola.- Respondí con un poco de extrañeza, puesto que no tengo ni jodida idea de qué es parroquiano y parece que me topé con la tienda de un loquito.

—¿Qué se le ofrece?

Observé de arriba a abajo el negocio, y parecía algo de brujería. En mi mundo me daría igual, pero en este me interesa un poco... Aunque no tengo dinero para comprar nada, me gustaría aprender un par de cosas.

—¿Qué es esto?- Pregunté, mirando las tarjetas. Esperando que no sea raro no saberlo.

—Esto mi amigo, son tarjetas mágicas.- Respondió.

...

Wow.

—Pero... ¿qué hacen?- Pregunté, mirando las tarjetas. Esperando que no sea raro insistir con la pregunta, pero realmente quiero saber, no sé porqué no lo contesta sin más, encima tiene una voz irritante que me provocan ganas de golpearlo. Quizá estoy siendo muy agresivo, pero cualquier persona que lo escuche lo entendería.

—Esto mi amigo, son tarjetas mágicas...

—Que sí, ¿pero qué hacen? 

—...que aumentan tus estadísticas, de manera abrupta dependiendo del uso. Algunas también son habilidades que puedes usar sin necesidad de usar energía.

Bueno, tiene sentido. Lo interrumpí pero no parece haberle molestado. Y más le vale que no, de verdad tengo muchas ganas de golpearlo. De hecho, de tantas ganas de golpearlo creo que las voces de mi cabeza me están diciendo que no lo haga llamándome por alguna razón con mi nombre que me dio la chica peliverde que me encontró moribundo en su casa.

O creo que estoy alucinando...

—Kairo.- Escuché, de Shair, quien de repente se encontraba al lado mío, tirando de mi ropa, queriendo decirme algo, imagino. Lo cual hizo que me acerque. —Este tipo es un estafador, salgamos de aquí.- Me dijo, susurrándome, mientras lo veía al tipo de la tienda sonriendo haciendo como que no nos escuchaba.

—¿En serio? Osea... tiene voz de imbécil pero...

—De verdad, de hecho, deberíamos salir de aquí rápido.

—¿Pero por qué tanto apuro?

—¡Hola, mi tan preciada amiga!- Soltó el maníaco de la tienda, con un tono de voz horrendo.

—Idiota.- Le contestó de inmediato Shair, a la vez que jalaba de mi ropa llevándome lejos de ahí. La verdad me dio risa que lo insulte, en mi opinión se lo merecía.

Me fijé en ella, y llevaba una mochila que se veía bastante pesada, parecía una como de boyscout. A saber de dónde carajos la sacó, nunca la vi en ningún lado. A quien tampoco estoy viendo, es al slime.

—Oye, ¿y...- Intenté recordar su nombre. —...el slime?- Sin éxito.

—Zakko está acá.- Apuntó a su mochila. A la cual me fijo, y es cierto. Se mostró un segundo, y lo saludé con la mano. Me vio, creo, y se volvió a esconder.

—Y... ¿ahora qué?- Cuestioné.

—Pues... vamos, ¿no?- Me contestó, con una sonrisa en la cara. 

Iba a preguntar por las cosas de su hogar, pero dudo que haga falta. Con esa mochila seguramente lleva lo más importante.

Antes de pensar nada más, ella empezó a caminar, por lo que no me quedó más que seguirla. Caminamos solo un poco y terminamos de salir del pueblo. Mientras seguía a Shair, daba la vuelta para observar cómo se alejaba. La verdad era bonito lugar, me gustaría volver algún día si es posible.

La salida de allí, era bonita igualmente. Se parecía un poco al trayecto del hogar de Shair al pueblo que de hecho no me sé su nombre, podría preguntarle. Para hacerlo me acerqué más a ella, pues estaba bastante detrás. 

Cuando me acerqué la oí tararear un ritmo. 

—Eh... ¿Shair?

—¿Qué pasa?- Dejó de tararear para voltearse y verme.

—¿Cómo se llamaba el pueblo que dejamos atrás?

—Indul, ¿por qué?

—Por nada realmente, solo quería saber...

Qué nombre más basura.

—Y... ¿cuánto tiempo se toma en ir a...- Hice una pausa, pues no me acuerdo el nombre. —...donde vamos?

Ella empezó a hacer la interjección de pensar, a la vez que colocaba su mano en el mentón y miraba al cielo.

—Como más de un día, seguramente tengamos que dormir en algún lugar del bosque.- Contestó.

—¿Y no hay alguna forma de llegar más rápido?

Puede ser una pregunta tonta, pero no creo que habiendo magia no se pueda hacer algo como teletransportarse o algo así. De hecho, me decepciona que no hagamos eso.

—Pues ahora que lo dices, ¡sí la hay!

Me sorprendió su respuesta positiva.

—¿En serio? ¿Cuál?

—¡Correr!

Comenzó a correr hacia delante. Por suerte era un camino completamente recto, así que no me iba a perder. No tenía ganas de correr así que iba a esperar que se cansara y encontrarla andando a mi velocidad por defecto.

Supongo que este pueblo es uno bastante alejado de la humanidad, pese a que viese tanta gente el otro día. Que los caminos sean todos rectos me sorprende, pero a la vez supongo que me agrada, sobre todo cuando no sé cómo manejarme. También debo decir que el bosque es hermoso. Se siente un fresquito agradable, y las vistas son lindas.

Puse las manos en mi bolsillo y me acordé de la bolsa que me dieron para ella. Y eso mismo me hizo dar cuenta de que ya no la alcanzaba a ver, no sé en qué momento se alejó tanto.

Empecé a caminar más rápido, y luego de un recorrido un tanto largo, veía a lo lejos un punto verde acostado en el suelo con un punto celeste en su estómago.

Por alguna razón estaba tirada en el piso.

Llegué a donde decidió tumbarse en el suelo, y la observé con una mirada juzgadora.

—¿Qué estás haciendo?- Pregunté, mirándola desde arriba.

—Me cansé.

—¿En serio? Pero si no fue tanto.

Ella hizo un gesto de molestia. 

—Lo siento por no tener la misma capacidad física que tú.- Me dijo, aunque se notaba un leve tono de sarcasmo.

—Qué dramática.

Se levantó poco después de eso, y seguimos andando. No conversamos mucho, estaba distraído pensando cosas más importantes.

«Si la magia existe y fui transportado, debería de poder saber cómo finaliza One Piece, al menos. Espero que en algún punto de mi vida pueda saberlo» Estaba pensando. 

Llegó el instante en el que se hacía de noche. Perdí la noción de cuánto caminamos, estaba en otro mundo... literalmente.

—Llegamos.- Dijo Shair, deteniéndose. Se giró a ver fijamente un árbol con una marca, así que supongo que este es el camino que toma y descansa aquí.

De hecho, eso parece, pues fue de manera directa hacia el árbol y se metió entre medio de los arbustos. Adentro de los arbustos había un campo bastante extenso de pasto finito, y una especie de cueva en medio. O bueno, cueva, era como... como una especie de torre de castillo medio destruida. 

Me acerqué un poco y vi hacia abajo, había una baja de como unas 6 escaleras, y de ahí hacia dentro no se veía mucho más. 

—¿Qué es esto?- Pregunté.

—Es una mazmorra. Nunca entré, solamente me acuesto por aquí...- Dijo, acomodándose en el pasto. Parece bastante acostumbrada a acostarse en el suelo.

Decidí caminar por los al rededores, había una especie de pozo de agua a la izquierda de la entrada a la mazmorra. Dándome la vuelta, vi un par de arbustos con bayas. Pensé en probarlas, pero recordé que puedo pensar, y me preocupé de que no fueran comestibles.

Le iba a preguntar a Shair, pero se durmió. Así que me senté apoyando la espalda en la torre del castillo rota, y me quedé esperando a que me diese sueño.

Que existan calabozos o cosas así es algo que me esperaba y me agrada. Me gustaría visitar alguna. O incluso esta. De hecho...

Bueno, mejor no. Pensé en meterme yo solo, pero no creo que sea buena idea. 

Pasaban los minutos, o las horas, o no lo sé, perdí la capacidad de medir el tiempo. Pero pasaba un buen rato y seguía sin poder dormir pese a sentir un poco de sueño. En algún instante de la noche, vi como la bola autista esa celeste que nos acompaña se dirigía directamente a la mazmorra. 

Me daba bastante pereza levantarme a ver qué hacía, por lo que no le di importancia.

Ese fue mi último recuerdo, pues aproximadamente luego de eso conseguí dormir.