Chereads / Kinokodearu / Chapter 4 - Cabello Blanco

Chapter 4 - Cabello Blanco

—¡Kairo!- Gritó la peliverde que tengo por compañera. Yo estaba en el séptimo sueño, hasta que soy brutalmente levantado mediante gritos y violencia... (Me movió un poco)

—¿Qué...?

—¡Levántate, tenemos que irnos ya!- Me avisó, a la vez que me tiraba y obligaba a pararme.

—¿Por qué tanto apuro?- Pregunté quejándome.

—¡Porque tenemos que ir ya!- Insistía mientras seguía jalándome de la ropa. —Quiero enseñarte varias cosas, así que mejor ir ahora.

La escuché bastante emocionada, por lo que no me quedó de otra que seguirla, pues ella se puso a caminar sin ni siquiera esperarme. Aceleré el paso hasta que llegue a su lado.

—¿Y qué tan lejos está?- Interrogué.

Ella no respondía. Estaba demasiado concentrada mirando hacia delante, de verdad parece entusiasmada con ir. Por alguna razón siento que falta algo, pero tampoco se me ocurre el qué.

Hubo un momento en donde se dividía el camino entre derecha e izquierda. Habían letreros de madera con letras raras. No entendía bien qué decía, y no me dio tiempo a leer porque Shair inmediatamente se fue por el de la izquierda. No estoy seguro de si no entendía lo que decían los letreros porque escribían horrible o porque eran signos diferentes.

Supongo que no debería preocuparme tanto, si todos hablan español...

—Oye...- Quería preguntarle a ella personalmente.

No me contestó, hasta en unos segundos que apuntó hacia al frente.

—Ahí está.- Dijo, con un tono de voz que no esperaba, pues parecía más emocionada antes...

Creo que ella también es terrible autista.

Me fijé más en el lugar y... realmente se nota la diferencia. Este pueblo parece muchísimo más avanzado, las casas se veían mucho más bonitas y había mucha más gente. Se veían edificios grandes y bonitos, se podían distinguir posadas, tiendas de cosas variadas y grandes. El otro pueblo parecía más una feria con tiendas chicas juntas. 

Caminé un poco más junto a Shair, y llegamos a un lugar que parecía ser como el centro. Era un parque muy bonito, había bastante verde y cosas bonitas de ver, como formas raras hechas de hojas, muy lindas.

Ella me jalaba del brazo mientras me llevaba a varios sitios distintos. Me mostró un restaurante que se veía bastante bonito. Comentó que nunca había comido ahí. No me dijo la razón pero me la puedo imaginar, se ve caro el lugar. A unos cuantos pasos por ese mismo sitio había uno que se veía bastante más familiar, a la cual Shair entró, y claramente ya se conocía con los de la tienda.

Eran un chico y una chica atendiendo, veía a un par de personas comiendo. Realmente era familiar, se sentía como un local de comida rápida en mi mundo. Solo que con personas con pelo de colores y ropa extravagante, si esas personas estuvieran en mi mundo sufrirían de bullying y posiblemente esquizofrenia.

Esperé afuera a que la innecesariamente extrovertida de mi compañera acabara de hablar con toda la gente que nos encontramos. Estuve mirando todo el pueblo de arriba a abajo, pues es muy bonito de ver. Está como para vivir acá...

Salió luego de un rato, y en sus manos tenía una bolsa con el logo del local. Al parecer le dieron comida. Eso me hizo pensar que no recuerdo la última vez que comí y aún así no tenía hambre, hasta que lo pensé ahora...

Eran unas hamburguesas un poco más raras, pero se seguían viendo como una hamburguesa. Me dio una y ella se comió la suya. La probé, y... ni tan mal, supongo. Tampoco es lo mejor que he comido pero al menos sabe bien. Para comer nos sentamos en una banca en el parque, viendo a la gente caminar.

Muchas personas distintas, algunas solas y otras acompañadas conversando y riendo. Es muy loco caer en que no pertenezco aquí.

Terminamos de comer y reposamos un momento mientras seguíamos viendo a la multitud pasar. Me dio una sensación extraña de soledad ver a la gente riéndose con sus amigos. Creo que todavía no soy capaz de aceptar el lugar en el que me encuentro. Estoy en lo que parece ser otro mundo, luego de haber muerto, siguiendo a una chica bastante rara de la cual depende mi vida seguramente.

Tuve la suerte de que ella no parece ser mala persona, de hecho me da muy buenas vibras y es agradable. Pero me es muy difícil asimilar todo esto. Es mi cuarto día aquí, ni siquiera llevo una semana. 

¿De verdad siempre fue así? Osea... ¿Después de la muerte simplemente reapareces en otro universo como si no lo hubieses hecho? ¿Y si hubiese muerto de viejo? ¿Y si...

—Bueno...- Shair interrumpía mi probable colapso mental a la vez que se levantaba y estiraba. —¿Vamos?

Demoré unos segundos en responder, pues mi mente se encontraba a punto de explotar.

—¿A dónde?- Pregunté.

—Pues al gremio.

—Oh, sí. Es cierto.

Me levanté, y en eso Shair comenzó a caminar por lo que le seguí el paso. Tenía dolores de cabeza, pensar tantas cosas me hizo mal. Por suerte ahora no voy a tener que usar mucho la mente, espero. Cualquier cosa que lo haga ella.

Nos alejamos del parque por el lado noroeste de este. Estaba comenzando a ver a mucha más gente equipada así que asumí que estábamos cerca, hasta que vi un edificio enorme. Acercándonos, notamos que la puerta estaba cerrada. 

Shair intentó abrirla de todas las maneras, hasta que se rindió. Pasaba una chica con una capucha que la cubría bastante, a la cual decidió preguntarle.

—Oye, ¿sabes por qué está cerrado el gremio?- Le preguntó, apuntando a la puerta, como si hiciera falta.

—Oh, pues, hubo un problema y bastante gente de dentro tuvo que ir. En unos días seguro que ya está, si es no que no mañana.- Nos informó la chica ultra misteriosa debido a que está encapuchada, capaz es alguien importante. Pero ni idea, no creo.

—Ya veo. ¡Gracias!- Se despidió Shair con una sonrisa, y la chica se fue.

Mi compañera se quedó un rato mirando en dirección en la que se fue la otra chica. Como si estuviera pensando algo acerca de ella.

—Tenía mechones blancos...- Mencionó.

Que dijera eso me desconcertó un poco.

—¿Qué tiene?- Pregunté, porque que se sorprenda por su color de pelo teniendo ella uno verde claro tan llamativo, era para cuestionar.

—No... nada.- Respondió, volteándose una vez ya se fue lejos de su vista. —Bueno... ¿ahora qué?- Cuestionó, sentándose en una de las escaleras cercanas. También soltó una pequeña risa, que no sonó como una risa verdadera, sonó más como si hubiesen arruinado todos sus planes e intentara ver el lado positivo.

En realidad creo que era muy obvio que era en ese sentido.

—Ni idea. ¿No hay algo más que quieras hacer?

Fui a sentarme a su lado. Apenas sentía que pasara el día esta vez, normalmente en este punto estaría atardeciendo, pero no lo parece. Quizá nos levantamos demasiado temprano.

—No. Creo que me gustaría saltarme este día, y de repente me dio sueño así que...

Ella en serio se acaba de tumbar en plenas escaleras.

Debe estar bromeando, ni siquiera debe ser cómodo, osea, está acostada en plenas escaleras pero no a lo largo de un escalón si no que verticalmente. Una persona cuerda no se acostaría así por más de medio minuto. Y sin embargo pasó un par y sigue de ese modo.

De cierta forma me siento como si estuviera con una hermana pequeña. No sé hasta qué punto Shair es una persona funcional. Digo, se ve más o menos de mi edad, pero hay momentos en los que no actúa como tal. Por no decir que me sorprende que haya sobrevivido tanto tiempo así.

En mí despierta bastante curiosidad de hecho. No creo que no haya conseguido a nadie para formar un equipo de verdad. Y pese a eso, no entiendo el porqué no la dejarían hacer uno ella sola con el slime.

Hablando del slime... ¿y el slime?

—Me duele la espalda.- Dijo quejándose Shair, entreabriendo los ojos.

—¿Por qué no solo vamos al sitio ese donde dormías? Al menos el pasto debe ser más cómodo.

Ella se quedó con una mirada perdida hacia el frente, todavía acostada en las escaleras.

—Ya, pero...- Se tomó su tiempo para pensar lo que iba a decir. —...imagínate abren ahora mismo.

—Shair, vámonos.

—Está bien...

Luego de levantarnos ella estuvo estirándose más rato del habitual porque tiene las neuronas justas para sobrevivir y no se le ocurrió que acostarse en las escaleras no era buena idea. Avanzamos bastante lentos por esa misma razón.

Ni idea de qué es lo que vamos a hacer ahora. Devolviéndonos al sitio con la torre rota esa, sentí nervios por alguna razón. Creo que desde que estoy aquí todos los días he hecho algo y no sé qué pasará estos días hasta que abran de vuelta el gremio. 

Por cierto, hay un gremio. Osea, no me disgusta la idea, pero no pensé que al morir terminaría en algo demasiado parecido a un anime isekai genérico. La verdad espero estar roto en algún punto y no tener ningún problema.

Un poco después llegamos a la zona y Shair se tumbó inmediatamente al lado de la torre. Sentándome a su lado me acordé de la bolsa que me dio la señora de la tienda del otro pueblo, así que se la di.

—¿Qué es esto?- Preguntó, mientras lo recibía en sus manos.

—Me lo dio la señora esa que parecía tu amiga. Dijo que te lo diese.

Ella lo abrió, y sacó un par de esas manzanas raras saladas. Se sorprendió, y procedió a comerse una.

Para luego escupirla...

—¿Cuándo te la dio?- Interrogó mientras tosía.

—Eh... pues... ayer en la mañana.

Me miró con mala cara. Yo qué sé. Quizá se la di muy tarde, pero no recordaba que las manzanas se echaran a perder tan rápido.

Agarró la manzana y la tiró a unos arbustos lejanos, para volver a sentarse.

Noté que tenía una mirada perdida, pero con su mano estaba agarrando otra manzana de la bolsa.

—¿Qué estás haciendo?- Le cuestioné, al ver eso.

Ella simplemente me ignoró y probó la manzana. Para volverla a escupir.

—¿Eres tonta?

—¿Qué te importa a ti?- Me dijo a la vez que tiraba la manzana al mismo arbusto, qué maleducada, ensuciando la naturaleza.

—¿Pero por qué creíste que esa iba a estar mejor?

...

La quedé mirando un segundo, y ella volvió a hacer lo mismo.

—¿Por qué?- Pregunté, con un tono desesperanzado.

—¿Y si esta está buena?- Me contestó.

Se repitió lo mismo. Le dio un mordisco, la escupió, y la lanzó. 

—Creo que me estás dando rabia.- Fui sincero con ella.

—Oh, ¿en serio?- Respondió en un tono sarcástico.

Shair me apuntó con su dedo índice, y luego... ¿lo alargó? Digo... ella simplemente estiró su dedo, como si su cuerpo fuese un juguete elástico. Fue tan rápido que consiguió empujarme al pasto. Dolió un poco por la velocidad a la que fue, pero el tacto se sintió como... baboso. Ni idea cómo describirlo...

—¿Qué fue eso?- Interpelé.

—Eh... magia.- Contestó pero con un tono de duda al cual no le voy a dar relevancia porque su forma de hacerlo me dio risa. "Eh... magia".

Mantuve la posición porque creo que necesitaba acostarme un rato. Anoche dormí sentado, creo. Tengo adolorida la espalda.

Escuchaba cómo Shair se levantaba, y después de unos segundos regresaba. Observé de reojo que estaba abriendo la mochila gigante que llevaba consigo. Eso me hizo recordar algo...

—¿Y el slime?

No recibí respuesta al instante, por lo que sea a Shair le cuesta asimilar lo que le dicen y demora en contestar a veces. Parece autista también.

—¿Perdona?

En este momento estoy pasando miedo. No sé si sabe que acabo de llamarle autista, capaz lee mi mente. Por si lees mi mente, Shair; Ñam ñam ñam...

—¿Vas a repetir lo que dijiste o no?

—Lo siento.- Pedí disculpas por si acaso.

—¿Por qué?

Pues no parece oír mis pensamientos...

—¿Y el slime? No lo vi todo el día.- Repetí la duda que tenía.

—Ey, es verdad. Yo tampoco he visto a Zakko.

Debería aprenderme su nombre. "Zakko"... A ver, es fácil de recordar, un poco, si lo intento seguro que lo es.

—¿Dónde estará...?- Ella preguntaba en voz baja mientras caminaba por todos lados. Personalmente decidí descansar un momento mirando al cielo, notando que ya estaba atardeciendo. Recién estaba atardeciendo, qué locura. El día está siendo demasiado largo.

—Oye, Kairo.- Oí venir de cerca de la entrada, pues tuvo un poco de eco.

—¿Qué?

—Ven.

Hice un gesto de molestia, pues ya estaba muy cómodo acostado. Pese a eso, decidí pararme e ir con ella. Efectivamente, estaba en la entrada, visualizando el interior con lo poco que se alcanzaba a ver.

—¿Tú crees que esté abajo?- Consultó mirándome. 

De hecho seguro lo está, anoche me suena haber visto cómo entraba... o quizá lo soñé. A este punto no sé qué es real y qué no. Pero tengo curiosidad por entrar, así que...

—Sí. Lo está. Cien por cien seguro además.

Posterior a mi respuesta, ambos nos quedamos mirando hacia dentro. Sin decir nada ni dar un paso.

—Mmm... ¿Podrías entrar tú primero?- Sugirió, exagerando una voz aguda.

Podría entrar sin problema, pero creo que este es un mundo lo suficientemente interesante como para arriesgarme a morir y reaparecer en otro lugar. Aparte, a mí no me importa su bola de baba con ojos.

—No quiero.

Qué puedo decir, la verdad no quiero entrar primero.

—¡Por favooor!- Empezó a suplicarme. En serio, no entiendo cómo ha sobrevivido tanto tiempo.

—¿Por qué debería? Aparte, no sé defenderme. En cambio tú sí que sabes.

—Bueno pero, me da miedo la oscuridad...- Su tono de voz diciendo eso me resultó tierno.

Hago un leve suspiro.

—Está bien, pero si me matan es tu culpa y espero que te genere un trauma irrecuperable.- Fui amable con ella.

Tomé valor, y comencé a bajar escalones lentamente, mientras Shair me seguía.

—¡Aló!- Emitió mi inteligentísima compañera.

—¿¡Qué te pasa!? ¿¡Por qué haces ruido!?- La cuestionó susurrando pero con ganas de acabar con su vida.

—Es que escuché a una persona...- Replicó, bajando el tono también.

—¿Cómo? Yo no escuché nada...

Entre que hablaba, volteaba para ver si había algún rastro de gente viva. Habían antorchas que se supone deberían estar alumbrando, pero encendidas solo había un par y lejos. De lo que lograba ver, parecía una prisión o algo así.

Muchas habitaciones cuadradas perfectamente. Shair y yo nos acercamos a las más cercanas y estaba vacías. Daba un poco de miedo.

Nos acercamos a las antorchas que estaban encendidas, y ahí fue cuando escuché un ruido que activó mis nervios e inició un poco a preocuparme. Junto a la peliverde seguimos dando pasos, hasta que llegamos.

El ruido que escuché era de esta habitación, por lo que me intenté asomar sin hacer ningún sonido y despacio.

Cuando ya veía hacia dentro, pude notar que eran dos chicas. Una de espaldas con un pelo celeste claro hasta los hombros, con ropa de invierno e igual de desgastada que la de Shair. Me daba cierta impresión de ya haber visto a alguien así antes.

La otra chica era una albina de pelo corto. Le alcanzaba a ver la cara, tenía unos mechones morados al igual que sus ojos. Tenía algo como un abrigo de invierno de color crema, pantalones azul claro y botas cafés. Ambas estaban observando el suelo entre medio de ellas.

Estuve un rato viendo, y ninguna hizo casi ningún movimiento. Un poco de miedo daba, pero no me daban la impresión de ser cualquier cosa que no sean personas reales. Por lo que retrocedí para decírselo a Shair.

Volteo, y no está. Increíble. La fui a buscar, yéndome un poco más lejos de la salida. Apenas la veía desde aquí. Revisé todas las habitaciones y siguen siendo iguales. Cada cual más sucia que la otra, pero todas vacías.

Ahora que lo pienso... ¿Dijo que nunca se había metido aquí? Osea... ahora estoy solo en una mazmorra que no sé si es segura y no sé defenderme. Impresionante cuánto menos. 

No alcancé a preocuparme tanto antes de escuchar cualquier ruido fuerte de Shair. En este caso, parecía un grito de impresión. Me volví a la habitación en la que encontré a las dos tipas, y ahí estaba. Jugando con el cabello de la de pelo blanco.

—¡Tu cabello es blanco!- Shair se impresionaba a la vez que acariciaba su peinado.

La pobre chica miraba a la de pelo celeste, la cual estaba parada mirándola a las dos. La albina traía una cara de no tener ni idea de cómo reaccionar. Es como si un perro se te subiera encima y te empezara a lamer y esperaras a que te lo quitaran. 

La de celeste le regresaba la expresión y hacía el gesto de levantar los hombros. Como si fuera lo normal de Shair y no pudiera detenerla. Cosa que no me extrañaría, pero no tengo idea quién es esta como para saber eso.

Y al parecer sí era que le gusta la gente albina. Bueno, es algo normal, supongo. El tener preferencias en eso lo es... aunque no lo es expresarlo así.

—Oh, hola, ¿a dónde fuiste?- Preguntó la peliverde, al parecer recién se dio cuenta de que estaba aquí.

—¿Se puede saber qué estás haciendo?- Interpelé, ignorando lo que haya dicho.

Ella reaccionó apenas le cuestioné, y se levantó.

—¡Lo siento! Ni siquiera me presenté. ¡Hola, soy Shair!- Decía mientras estiraba la mano en dirección a la albina, quien se quedó sentada sin entender nada.

Pasó un segundo, hasta que decidió sujetar su mano, y se paró.

—Yo soy... —¡Te llamaré Yaku!- Interrumpió Shair a la albina, a la vez que estrechaba su mano de arriba a abajo como una maniática. 

La albina, o bueno, Yaku, giró su mirada en dirección a la chica de pelo celeste, la cual está parada al lado de mí. Me sorprende que le ignore tanto, quizá le sorprende demasiado el pelo blanco de la gente.

—¿Qué hacías acá?- Interrogaba Shair a Yaku. —Zakko, ¿por qué no me dijiste nada?- Se dirigió hacia la chica de mi costado.

Esta tipa es Zakko. Pensé que era hombre. O bueno, osea, quizá lo sea y suene mal, pero... eh...

Creo que debería cortarse el pelo. Y perdón de antemano, si es que sabes leer los pensamientos o algo así. Discúlpame.

—Me siento más segura aquí.- Dijo Yakult. Bastante rico el Yakult, recuerdo. Una pena que jamás podré probarlo de nuevo. Pero eso, que eso dijo Yaku, sentándose en el piso otra vez.

Shair se sentó de cuclillas a su lado.

—¿A qué te refieres con segura? ¿De qué?

La albina se negó a responder. Estuvimos un rato más ahí, Zakko y yo estábamos apoyados en la pared viendo lo que hacía la peliverde para intentar que Yaku le respondiese. Acabó rindiéndose a los minutos.

—Bueno, lo siento si molesté. ¡Espero podamos ser amigas en algún momento!- Exclamó Shair con una sonrisa, para volver con nosotros y salir de la habitación.

—¿Y ahora qué?- Pregunté.

—¡A dormir!- Me contestó Shair, yéndose a la salida corriendo. 

Yo fui lo suficientemente despacio como para darme cuenta que el slime no nos estaba siguiendo. O bueno, el loco de pelo celeste que se hace slime. O el slime que se hace un loco de pelo celeste, ni idea, en algún momento le preguntaré. Y le recordaré cortarse el pelo.

A pesar de ver hacia atrás, no lo encontré, seguramente se metió a la habitación. Todavía no me importa tanto como para darme la molestia de ir a buscarlo, así que salí del lugar.

Shair se había acostado inmediatamente un poco por delante de la salida. Se puso la mochila gigante como almohada. Es verdad que la llevaba consigo, me había olvidado. Decidí sentarme apoyado en la mazmorra, un poco alejado pero no tanto.

—¿Qué haces?- Decidí iniciar la conversación con una pregunta obvia porque estoy viendo que no está haciendo nada más que contemplar las estrellas. Eso sí, estaba bonita la noche. Y un poco helada.

—¿Y Zakko?- Ella por su parte decidió ignorarme para consultar dónde se encontraba el... "eso"...

—Parece que se quedó adentro.

En cuanto dije eso, se escucharon sus pasos, saliendo de la mazmorra.

Quise saludarlo, pero no salió de mi una palabra. Así que solamente hice el gesto. Él me lo devolvió, al menos.

—Oh, hola, Zakko.- Lo saludó Shair.

—Hola.- Dijo, sentándose cerca de ella.

Terminó bastante relajado el día, fue uno largo en el que no sucedió nada. Shair se levantó un momento y sacó de su mochila algo que le puso en el cabello a Zakko. Le amarró el pelo, y regresó a acostarse encima de la mochila.

Comenzaba a sentir bastante sueño, me pesaban los ojos. Escuchaba como esos dos hablaban, creo. Oí a Shair preguntarle acerca de la albina de la mazmorra entre otras cosas. No pude retener mucha más información porque en este momento ya estaba en otro mundo.

Bueno, en realidad llevo en otro mundo como cuatro días. Con este sería el cuarto... qué locura. 

 * * * 

Esa noche sucedió algo extraño. Me desperté de repente, todavía era de noche. Vi a Shair durmiendo y a Zakko vuelto slime durmiendo junto a ella. Era raro, no sé qué me despertó. O mejor dicho, no sabía.

Una presencia me encandiló. Era brillante, y provocaba sensaciones familiares en mí. La veía en el bosque, sentía que miraba hacia aquí. Era la chica albina del primer día, desprendía un aura que solo podía entender si fuese el de una diosa, o lo más cercano a eso.

Quise levantarme, pero tras perderla de vista un segundo ella solo desapareció. Desde que llegué a este mundo estoy con muchos pensamientos que no puedo hablar con nadie aún. Pero esa... ¿chica...?, creo que podría solucionarme un par de dudas.

«Aunque, ahora que lo pienso...» Pasó por mi cabeza mientras me di la vuelta en dirección a la entrada de la mazmorra. «Es una albina, pero no creo...» Seguía cuestionándome a la vez que me adentraba e iba hacia la habitación de Yaku.

Por suerte era de las pocas con antorchas funcionales aún, así que la identificaba fácil.

Para mi mala suerte, al llegar no vi a nadie. Solo vi una nube gigante. Por algún motivo había una nube bastante grande en una esquina de la sala. Me tenté a tocarla o algo así, pero preferí no meterme en problemas y menos de noche.

Acabé regresando hacia fuera, para acostarme en el mismo lado en el que desperté. No creo que sea la misma persona, de todos modos.

Eso sí, me quitó todo el sueño. No me queda de otra que quedarme observando el cielo hasta poder dormir de nuevo.

—Buenas noches.- Les deseé a mis compañeros, aunque ambos están dormidos. Nunca está de más.

Los veré mañana.