—Vamos, necesito contarle al Abuelo Sylván sobre la Piedra de Iluminación —dijo Cedro después de descansar un rato en la llanura cubierta de hierba y se levantó.
Evan asintió y también se levantó. —Simplemente dime dónde está mi casa y puedes irte.
Cedro se sorprendió al escuchar a Evan y lo miró confundido. —¿No vienes conmigo?
Evan negó con la cabeza al escuchar a Cedro y se frotó las cejas. —Solo quiero volver y dormir un largo rato. Controlar ese clon desde miles de kilómetros agotó toda mi energía espiritual.
Una expresión de entendimiento iluminó la cara de Cedro al escuchar a Evan, y habló con voz apologetica. —Lo siento, fue por mi imprudencia que casi
—Está bien, ya estamos fuera de peligro, así que no te sientas mal —Evan agitó su mano y dijo con calma.
Cedro sonrió al escuchar las palabras de Evan y voló en una dirección determinada. —Ven, iré a ver al Abuelo Sylván después de llevarte de vuelta a tu casa.