Cedar sacó dos trozos de carne de su anillo de almacenamiento y comenzó a asarlos en el fuego.
Evan miró los dos trozos de carne que Cedar sacó, y sus ojos brillaron. Solo al sentir la cantidad de esencia del mundo y la energía concentrada dentro de la carne, pudo darse cuenta de que esta carne provenía de al menos un monstruo de Rango Dos.
De repente, algo hizo clic en la mente de Evan, y miró a Cedar con una expresión extraña en su rostro.
—Pensé que las dríadas no comían carne —dijo él.
—¿Hmm? —Al oír a Evan, Cedar lo miró confundido—. ¿Quién te dijo que las dríadas no comen carne?
«Algunas novelas que leí en mi vida pasada...» pensó Evan para sí mismo, pero obviamente no lo dijo en voz alta y simplemente inventó una excusa al azar.
—Nadie me lo dijo. Solo pensé que las Dríadas solo comen frutas, verduras, hojas y tal vez... hierba —respondió evasivamente.
Cedar se quedó callado durante un momento.
