—Maldita sea, aunque le dije a Volac y al Caballo de Rayos que fueran tras Damián y al Murciélago Sónico después de que comenzara la batalla, no pudieron alcanzarlos por culpa de estos bastardos que se lanzan sobre mis no-muertos sombríos sin importarles sus vidas —dijo Evan en voz frustrada después de darse cuenta de que Damián y el Murciélago Sónico escaparon mientras él estaba concentrado en invocar de vuelta a sus no-muertos sombríos.
«Se dirigían hacia la Puerta Oeste antes. ¿Debería perseguirlos?», pensó Evan, mirando en dirección a la Puerta Oeste de la ciudad. Pero después de pensar en la situación actual, sacudió la cabeza.
—En vez de arriesgarme persiguiéndolos, debería concentrarme en eliminar a los monstruos y estabilizar la situación en la ciudad —murmuró Evan y una vez más invocó a tres de sus no-muertos sombríos que habían sido asesinados por los monstruos.
Incluso sin Damián ni el Murciélago Sónico, los monstruos continuaron su ataque y no retrocedieron.