Evan miró al ejército de monstruos y respiró hondo.
Estaba a punto de actuar cuando de repente una voz sonó en su mente y en la de Sebastián.
—Ummm... ¿puedo unirme también a la apuesta? —dijo una voz en su cabeza.
Evan y Sebastián giraron sus cabezas al mismo tiempo y miraron a Nathan, quien tenía una expresión incómoda en su rostro.
—Oye, hombre viejo, no trates de interferir en nuestra apuesta. Ese Fruto de Afinidad con el Maná me pertenece —dijo Sebastián decidido después de ver los detalles del Fruto de Afinidad con el Maná, resuelto a utilizar todas sus cartas de triunfo para acabar con el Búfalo de Piedra tan pronto como fuera posible. En sus ojos, el Fruto de Afinidad con el Maná ya le pertenece, así que de ninguna manera permitiría que Nathan interfiriera en su apuesta.
—¿Qué quieres decir con que el fruto te pertenece, no hables como si ya hubieras ganado la apuesta? —dijo Nathan con un tono de burla.