La capital del reino de Romera era un espectáculo digno de ver. La ciudad parecía bastante fresca y nueva, con edificios que parecían haber sido construidos recientemente. Las calles estaban limpias y bien mantenidas, sin rastro de suciedad o polvo. Mientras el grupo se abría camino a través de las puertas de la ciudad, fueron recibidos por una mezcla de personas, algunas caminando con confianza y otras con una sensación de cansancio.
Los edificios en la capital eran impresionantes, mostrando una artesanía exquisita y atención al detalle. Ya fueran los majestuosos palacios o las humildes casas, cada estructura se erguía con orgullo, irradiando un sentido de grandeza. Las calles estaban pavimentadas con piedras lisas, ofreciendo una experiencia agradable mientras el grupo paseaba por la ciudad.