El humo se espesó, envolviendo la ciudad en una bruma giratoria de oscuridad. El fuego ardió, su resplandor feroz proyectando una luz siniestra sobre los edificios en ruinas y las calles resonantes. Los sonidos de la batalla resonaron en el aire, una ominosa sinfonía de choques y gritos que parecía resonar en el alma misma de Rain.
En lo profundo de su ser, surgió un brote de ira, mezclándose con una sensación de impotencia y frustración. Le roía, una potente mezcla de emociones que amenazaba con consumir sus pensamientos. Ver a sus hermanas, con los ojos muy abiertos y asustadas, perder sus hogares ante las llamas despiadadas solo alimentaba su ira.
Las manos de Rain se cerraron en puños, sus nudillos se tornaron blancos mientras su mente se esforzaba en dar sentido al caos que lo rodeaba. La vista de sus hermanas, sus ojos inocentes llenos de lágrimas, encendió un fuego dentro de él. Una determinación chispeó en su mirada mientras prometía protegerlas de más daños.