—Carrick fue enterrado cerca de las Cascadas Virgine —nadie podía hacer que Zlu volviera, quien continuaba arrodillado junto a su tumba. Fijó su mirada en la tierra recién excavada. Al principio miró y miró mientras giraba el anillo en el dedo de su mano izquierda. Su rostro permanecía impasible de una manera que inquietaba a su grupo—. Carrick está ahí abajo —murmuró—. ¿Para qué diablos lo necesitaba Dios? Estaba mejor aquí conmigo. ¿Con qué se quedaba ahora? Soledad... de por vida —giraba la banda de oro más y más—. Debes de sentirte solo ahí, Carrick —susurró mientras acariciaba la tierra sobre él.
—Anastasia quería salir y ver el entierro —pero la imagen de Iskra siendo mutilada por su culpa seguía apareciendo en su mente—. Otra muerte... —se balanceaba en su lugar.