Crear un mapa era una tarea que no se podía terminar en un día o dos.
Especialmente para Draven, que pensaba en viajar tranquilamente por el continente, tan pronto como llegaba la noche, volvía a su propio palacio después de deambular por los reinos humanos más cercanos al bosque antiguo donde despertó por primera vez.
Al día siguiente, pasó la mañana trabajando en el mapa con la información que había recopilado el día anterior.
Mientras mojaba su pluma en tinta, no podía evitar pensar que su día era inusualmente tranquilo y aburrido. La razón era obvia: su único sirviente personal no estaba presente. Nadie estaba hablando tonterías y quejándose de todo.
Aunque otros sirvientes estaban al servicio de su rey en ausencia de Erlos, nadie se atrevía a hacer un sonido, como si quisieran que él pensara que no existían. Erlos era el único lo suficientemente audaz para comportarse como quería frente al Rey.
Erlos –en su ausencia, el palacio parecía muerto de silencio.
«¿Todavía no ha vuelto? Si usa sus poderes correctamente, ya debería estar de vuelta».
Draven pensó y cerró los ojos para concentrarse. Para algunas personas con un aura especial en su cuerpo, Draven podía sentir su presencia a voluntad, siempre que los hubiera conocido una vez. Era especialmente fácil para él encontrar existencias únicas como Erlos, la única línea de sangre de Elfo Alto restante en este continente. En primer lugar, Ronan no estaba lejos del palacio y eso le facilitaba encontrar a su sirviente.
Suponiendo que el joven elfo estaba en su hogar en la ciudad de Ronan, se sintió aliviado de que Erlos no lo hubiera decepcionado. Como se esperaba, logró regresar a tiempo usando sus poderes.
Al confirmar el regreso de Erlos, encontró que sus pensamientos se desviaban hacia una persona en particular de esa ciudad.
«¿Esa cosa está con la Anciana Leeora?».
Leeora era alguien que él había conocido durante siglos, por lo tanto, su presencia era una de las más familiares para él. Cuando extendió su consciencia para abarcar su entorno, no pudo sentir a nadie cerca de ella. Sin embargo, conociendo a Leeora, ella colocaría a esa chica a su lado ya que la chica es una extranjera.
Líneas de preocupación aparecieron en su frente ya que esta humana seguía siendo un misterio para él.
Draven abrió los ojos y su enojo se desvió hacia el objetivo obvio. «Ese Erlos, ¿cómo se atreve a no venir directamente al palacio a informarme?»
En el siguiente momento, desapareció de su estudio, dejando su trabajo en el mapa a medias.
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Mientras tanto, en Ronan, la Anciana Leeora finalmente convenció a la chica humana de recorrer la ciudad con ella, pero esta vez Leeora no la ayudó a bajar del árbol.
—¿Recuerdas lo que te dije sobre los espíritus de los árboles? —la elfa sonrió con una expresión gentil—. Puedes intentar comunicarte con este árbol por tu cuenta. Toca su corteza y háblale con el corazón. Te esperaré abajo.
Antes de que pudiera reaccionar, vio a Leeora golpear el bastón en sus manos contra el suelo y varias ramas del árbol se movieron y la llevaron hacia el suelo cerca de la base del árbol. La elfa miró hacia arriba desde abajo con una sonrisa, como si creyera que la chica humana sin duda tendría éxito.
La chica humana tragó nerviosa.
Despacio, tocó la corteza del árbol y cerró los ojos. La madera se sentía especialmente cálida y cosquillosa al tacto, y por alguna razón extraña, sentía como si pudiera escuchar al espíritu del árbol respirar tranquilamente.
No sabía qué decir, así que decidió ser directa. «¿Puedes ayudarme a bajar, Espíritu del Árbol?»
¡Susurro!
Sus ojos se abrieron de par en par al escuchar el sonido. En respuesta a su solicitud, varios lianas suaves se enrollaron alrededor de su cuerpo y la levantaron con cuidado. Cuando la chica humana estaba en el suelo con la ayuda del espíritu del árbol, había una sonrisa orgullosa en sus labios, como si hubiera logrado algo realmente grandioso.
—Aprendes rápido —la elogió Leeora—. Lo hiciste bien, niña.
De repente, su atención fue capturada por el sonido de una puerta abriéndose. La chica humana miró hacia arriba y encontró que el ruido venía de la casa del árbol junto a la de Leeora.
Un hermoso elfo de cabello plateado saltó de su árbol hacia el árbol de Leeora. Incluso con su velocidad rápida y apariencia limpia, la chica humana lo reconoció como el pobre elfo de antes.
—¿Recuerdas a ese joven de antes? Ese es Erlos —informó Leeora, ya que no sabía que la chica humana podía verlo claramente—. Aunque trabaja en el palacio, a menudo regresa a su casa. Lo verás a menudo ya que somos vecinos. Ese bribón es un poco perezoso y glotón, por lo que es normal que venga a mi casa de vez en cuando a pedir comida de gorra.
La chica humana parpadeó pero no reaccionó a las palabras del elfo. Parecía más interesada en el espíritu del árbol que la ayudó a bajar y palmoteó el tronco del árbol como si le estuviera diciendo algo.
—¿Anciana Leeora? ¿Tienes un momento libre? —Justo entonces, una joven elfa que parecía tener la misma edad que la chica humana se acercó a Leeora.
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