—Hmm, por eso sigues viva. ¡Otros humanos no tenían tanto cerebro! —negó con la cabeza y ella finalmente se dio cuenta de por qué había matado a sus anteriores esposas y agradeció a Dios que no intentó hacer nada gracioso.
—Entonces, ¿es eso un sí, mi señor? —Otra sonrisa divertida se formó en el rostro de la criatura nocturna mientras sentía el temblor de la chica, que aún así intentaba mostrarse valiente.
—Eso dependerá de tus condiciones. ¿Cuáles son de todos modos? —un atisbo de esperanza llenó sus ojos cuando escuchó su voz pausada.
Al menos, no estaba furioso por haberlo desafiado.