—Mi señora, han pasado tres días desde que se compraron los pasteles y luego se tiraron por la tarde. Si no le gusta este sabor, ¿debo pedirle al chef que cambie el sabor o el tipo?
—¡No se trata de la flor sino del remitente del pastel! ¡Quién sabe qué habrá mezclado en él! —murmuró ella en voz baja.
—¡Perdón!
—Ejem, no soy tan aficionada a la comida dulce. ¡Así que pídele al chef que deje de enviar los pasteles u otra comida! —los ojos de la criada se abrieron de par en par al saber que la comida era enviada personalmente por el señor, ¡rechazarla sería como rechazar su gracia!
—Pero mi señora... —Hazel alzó una ceja mientras miraba a la criada con un rostro impasible.
—¿Me estás negando? —Las palabras sonaron más como una amenaza, por un segundo la criada sintió que era Rafael quien las pronunciaba y negó con la cabeza.
—¡No! ¡No, mi señora! ¿Cómo me atrevería a...? ¡Inmediatamente voy y hago lo que me pidió! —se dio la vuelta y salió de la habitación y Hazel suspiró.