—Claro, la liberaré de hoy en adelante. Pero a cambio, tú me servirás en su lugar cada vez que tenga sed de nuevo. ¿Está bien, mi querida esposa?
—¡Boom! —Las palabras cayeron en sus oídos como una explosión. Finalmente se dio cuenta de lo que significaba cavar su propia tumba. Miró al vampiro con horror mientras su rostro se palidecía al instante.
Si la chica se hubiera quejado, podría haberse librado del suplicio, pero ¿quién habría pensado que en su lugar caería en el pozo?
—¡Mi señor! He estado sirviéndole durante mucho tiempo... ¿Cómo puede...? —incluso la chica no podía creerlo. Había estado dando su sangre desde que conoció al señor en la fiesta, desde entonces su estatus había aumentado y era tratada como una joya en cada fiesta y función.
Había recibido tantos regalos y su estatus había aumentado con el tiempo. Se deleitaba en la gloria solo por dar unas pocas copas de sangre, entonces no le importaba hacerlo.