Tardó algunos segundos más para que Hazel recuperara su compostura, pero ya había cometido una gran locura al mostrar su miedo al chupasangres. No podía aceptar la derrota después de haber llegado tan lejos.
¿Y si el hombre se daba cuenta de que era una persona débil y comenzaba a atormentarla? ¡No! Tenía que ser fuerte y decirle que no le temía y que sería vocal ante el consejo si sufría algún agravio.
Con ese pensamiento decidió volver pero su corazón aún latía acelerado, ¿y si él todavía estaba succionando la sangre de la chica en sus brazos? ¡Y se veían muy íntimos! Se preguntó si solo se detenían en beber sangre o si ellos... ¡Harían más!
Un calor subió por su piel y toda su cara se puso roja cuando empezó a imaginar escenas salvajes de ellos.
Caminó sola por el oscuro pasillo ya que la criada la había dejado después de escoltarla hasta allí. Sus pasos resonaban en el angosto corredor a medida que sus tacones altos tocaban el suelo de mármol.
