Penny tomó los otros libros que Damien sostenía con él. Sus manos pasaban cada página una tras otra, donde intentaba leer y comprender los fragmentos, que esto era otro guión oculto de libros de las brujas blancas.
—¿Dónde encontraste estos? —preguntó ella con curiosidad.
—Uno de los consejeros los tenía almacenados en su biblioteca. Aunque dudo que el hombre llegara a saber o descifrar qué era.
—Debe haber sabido que estos libros tenían algún tipo de códigos —dijo Penny, quien había terminado de pasar las páginas y levantó la cabeza para mirar a Damien—. ¿Te permitió llevártelos?
—El hombre murió. Yo no lo maté —añadió, sentándose en la cama y cogiendo el libro de nabos—. Alguien lo mató antes de que pudiéramos ir a revisar la mansión e interrogar al hombre. Sí, debe haber sabido sobre ellos pero nunca pudo descifrar y entender qué significaba hasta ahora si continuaba dejándolo a la vista.
