—Él pasó suficiente tiempo en el baño, enfriándose de la ira y la restricción que se le escapaban de las manos como arena. Sus ropas estaban empapadas, y gotas de agua caían sobre el suelo reseco de la habitación. Su cabello se veía más oscuro, y también sus ojos con el agua deslizándose hasta la punta de este.
—Cuando Madeline estaba debajo de él en su cama, mirándolo indefensa con sus ojos llorosos, todo lo que había querido hacer era hundir sus colmillos en ella para escucharla gritar su nombre y el pensamiento lo había llevado al límite. Su cuerpo era pequeño contra el de él, apenas un montón de ropas separándola de su toque.