Alex, herido pero con determinación, encuentra musgo de esfagno, una bendición natural con propiedades para detener el sangrado. Con cuidado, aplica el musgo en su herida en el hombro, sintiendo cómo la reparación natural comienza a surtir efecto. Un gemido de dolor escapa de sus labios, pero la esperanza crece junto con la certeza de que esta pequeña pausa en su huida es esencial para su supervivencia.
Con el musgo de esfagno haciendo su efecto, Alex se encamina al oeste en dirección a la capital. En su trayecto, divisa un carruaje avanzando en la misma dirección. La visión del carruaje despierta su curiosidad, preguntándose quiénes podrían ser sus ocupantes y si eran amigos o enemigos. Cauteloso, se acerca y establece contacto con el conductor, quien le ofrece un aventón hacia un pueblo cercano. Aceptando la generosa oferta, Alex se une a la caravana, curando sus heridas mientras se dirige hacia su próximo destino.
Tras el aventón, llegan al pueblo costero. Al descender del carruaje, Alex nota la desesperación y miseria que embargan a sus habitantes. Los niños desfavorecidos y las casas en mal estado sugieren que algo terrible ha sucedido recientemente. Intrigado, decide explorar el pueblo y buscar respuestas entre los lugareños, aunque su intento es recibido con evasivas y un silencio incómodo.
Con cautela, Alex observa cualquier debilidad o descuido en su parte. Cuando identifica una oportunidad, utiliza su velocidad para desarmar a uno de los bandidos y emplea tácticas de combate cuerpo a cuerpo aprendidas durante su entrenamiento.
La sorpresa y la agilidad le otorgan una ventaja momentánea, permitiéndole escapar de la habitación momentáneamente. Se desplaza en silencio, siguiendo a los bandidos desde las sombras para descubrir la ubicación de su escondite. Mientras se oculta, observa la disposición y los patrones de los bandidos, planificando astutamente su estrategia.
En su avance sigiloso, Alex elimina a los bandidos sin ser detectado, cortando cuellos con precisión. Al dejar a uno con vida, lo sujeta firmemente y, tapándole la boca, le exige respuestas. El bandido, sorprendido y aterrado, revela su participación en el tráfico humano y otros actos siniestros que Alex aún no ha descubierto por completo.
Impactado por esta revelación, Alex comprende la magnitud de la maldad que aqueja al pueblo costero. Con un propósito renovado, se dispone a liberar a la comunidad de esta oscura pesadilla y a enfrentarse a la corrupción que se esconde entre las sombras.
Con determinación, Alex decide poner fin al peligro que acecha en el lugar mencionado por el interrogado, pero no sin antes decir "Tú oscura verdad no quedará impune", declara Alex con determinación antes de poner fin a la vida del bandido. Las palabras resuenan en las calles cargada de tensión, y el eco de la sentencia se pierde entre las sombras. Alex avanza sigilosamente hacia el escondite de los bandidos, utilizando su habilidad para ocultarse evitar ser detectado.
Mientras se acerca, confirma la verdad revelada por el bandido al observar las actividades criminales. Armado y listo para enfrentar lo que encuentre, Alex se adentra en el escondite, preparado para liberar a las víctimas y detener la red de tráfico humano que amenaza al pueblo. La oscuridad de la noche se convierte en su aliada mientras se prepara para una confrontación que podría cambiar el destino del lugar.
Al llegar, descubre a la elfa aprisionada, una presa más de la red criminal. La visión de la elfa aprisionada, con un medallón similar al que Eldor le dio a Alex, despierta su determinación. Superado en número, Alex opta por retirarse momentáneamente, reconociendo la necesidad de planificar cuidadosamente su estrategia antes de enfrentarse a la horda de bandidos.
Con sigilo y astucia, Alex comienza a reducir la población de bandidos uno por uno, utilizando su habilidad para ocultarse para atacar desde las sombras. Silenciosamente, los cuerpos caen, y él se asegura de esconderlos cuidadosamente, eliminando cualquier rastro de su presencia. Avanzando hacia su objetivo principal, libera a la elfa prisionera con cautela, notando que lleva un medallón similar al suyo.
Lyria, la elfa de pelo plateado y ojos azules, ahora libre gracias a la valentía de Alex, comparte su historia mientras se retiran a un lugar seguro. Revela que su medallón fue un regalo de su familia y que la captura por parte de los bandidos tenía un propósito oscuro: el líder buscaba transformar a los prisioneros en demonios para sus propios fines siniestros.
Deciden refugiarse para planificar su próximo movimiento. Lyria explica que tiene habilidades con el arco y la magia, valiosas enemigas contra la oscuridad que enfrentan. Unidos por la adversidad, Alex y Lyria se preparan para enfrentar los desafíos que les depara el destino.
De vuelta en el campamento de los bandidos, Alex y Lyria avanzan con cautela para liberar al resto de las víctimas y poner fin al reinado oscuro que ha dominado el lugar. Sin embargo, los gritos desesperados y retumbos que surgen del sótano captan su atención, susurrándoles sobre horrores aún desconocidos. Alex y Lyria intercambian miradas llenas de determinación. Deciden explorar el lugar oculto, conscientes de que algo oscuro y aterrador podría estar ocurriendo allí abajo. Con cautela, se acercan al sótano, listos para enfrentar cualquier peligro que pueda acechar en las sombras.
Horrorizados, Alex y Lyria observan el escalofriante ritual que tiene lugar en el sótano. La oscuridad del lugar está impregnada de energías demoníacas mientras personas inocentes son transformadas en criaturas demoníacas. La escena es macabra, pero la determinación crece en los ojos de Alex, quien comprende que detener este ritual es crucial para salvar vidas y proteger la región. Lyria, con su arco y Alex con su kusarigama listos para combatir cualquier mal que se avecina para proteger al pueblo costero y sus habitantes.