El profesor, perplejo al ver que los "Gorpellanox" los ignoraron por completo, percibió un escalofrío recorriendo su espalda. Con voz firme y una nota de urgencia, ordenó —¡Todos, retrocedan! Vamos a necesitar refuerzos si queremos enfrentar lo que sea que esté al otro lado.
Mientras el equipo comenzaba lentamente a obedecer, Elizabeth tomó una decisión impulsiva. Al darse cuenta de su movimiento, el profesor gritó —¡Elizabeth, detente! ¡Es demasiado peligroso!"
Sin embargo, Elizabeth no podía escuchar nada más allá de la determinación que rugía en su interior. ~No puedo dejar a nadie atrás, no otra vez~, pensaba, recordando el momento en que su padre desapareció en un portal similar y cómo ella había quedado paralizada por el miedo.
Al acercarse al umbral del portal, uno de sus compañeros de equipo le gritó. —¡Elizabeth, por favor! ¡Vuelve! No tienes que hacer esto sola.
Pero en su mente solo resonaban las palabras. ~Esta vez es diferente. Esta vez puedo hacer algo. Tal vez, solo tal vez, encuentre algo que me lleve a él~.
Con la imagen de su padre guiándola y el peso de los errores pasados empujándola hacia adelante, Elizabeth cruzó el umbral del portal. Atrás quedaban los gritos de sus compañeros, solo el desconocido y la tenue esperanza de reencontrar rastros de su padre.
El profesor, inicialmente dispuesto a regresar por refuerzos, se detuvo al percibir la reacción del equipo Beta. La idea de perder a Elizabeth, un miembro talentoso del equipo y a Aria la persona a la que deberían proteger, le hizo reconsiderar su plan. Sabía que su responsabilidad era asegurar la vida del grupo, pero la determinación de Elizabeth y el potencial de perder a el objetivo de la mision principal Aria cambió su perspectiva.
Mirando hacia los ansiosos rostros de su equipo, el profesor declaró, de modo que todos sintieran que volverían. —Esto es un camino lleno de incertidumbres y peligros. Si deciden seguirme, deben estar dispuestos a enfrentar severas consecuencias a nuestro regreso. Pausó, evaluando el impacto de sus palabras, –Pero si estamos juntos en esto, quizás, solo quizás, podamos superar lo que este portal nos depare".
Los miembros del equipo Beta, aunque conscientes del peligro, no pudieron ocultar su alivio y determinación. Con una mezcla de emoción y miedo, rápidamente aceptaron los términos del profesor, decididos a no dejar atrás a uno de los suyos.
—Los portales rojos como este son conocidos por su inestabilidad; pueden cerrarse sin previo aviso, –añadió el profesor, subrayando la urgencia de su misión. —Debemos ser rápidos y cautos.
Tras adentrarse en el vórtice del portal, el equipo Beta se vio sumergido en un paisaje desolado y caótico. Una tormenta de arena roja azotaba la región con furia, difuminando la línea entre el cielo y la tierra en un torbellino rojizo.
El sol, de un intenso tono escarlata, arrojaba su brillo cegador sobre la arena ardiente, creando un ambiente sofocante y opresivo. Las dunas ondulantes, teñidas de rojo carmesí, parecían cobrar vida propia con cada ráfaga de viento abrasador que las esculpía en formas caprichosas y cambiantes.
Mientras los miembros del equipo luchaban contra la abrasiva tormenta, avanzaban con determinación, guiados por destellos intermitentes de luz roja que parecían provenir de algún lugar más allá del horizonte turbulento. El paisaje infernal y la luz inquietante se combinaban para crear una sensación de urgencia y misterio en su travesía.
El profesor, liderando al grupo a través de la furia de la tormenta, sabía que el tiempo y las fuerzas desconocidas que los rodeaban jugaban en su contra.
A través de la tormenta de arena, el equipo Beta distinguió una figura borrosa que emergía de la arena y la luz roja. Preparados para cualquier encuentro hostil, los miembros del equipo se pusieron en alerta, observando con cautela mientras la silueta se aproximaba lentamente, desafiando la tempestad furiosa.
A medida que la figura avanzaba, su contorno comenzó a tomar una forma más reconocible y humanoide. Portaba en sus brazos a dos personas, y a su espalda llevaba una enorme espada forjada con la mandíbula de alguna bestia, brillando con un aura ominosa a la luz escarlata a su alrededor. Con certeza, el equipo percibió que las dos figuras en brazos de este misterioso ser eran Elizabeth y Aria.
El sujeto con cabello negro ondeando en la tormenta y una barba desaliñada, sus ojos escarlatas brillando como brasas, parecía no comprender las demandas del equipo. Su mirada era impasible, como si estuviera inmerso en un pensamiento lejano y ajeno a la situación inmediata que lo rodeaba.
La escena se volvió un tenso enfrentamiento silencioso, con el susurro constante del viento que arremetía contra ellos. El profesor, manteniendo la calma, intentó establecer comunicación con el enigmático ser.
—Por favor, déjalas en el suelo. No queremos hacerte daño, pero necesitamos asegurarnos de su bienestar. –Expresó el profesor con firmeza, buscando una forma de conexión con el desconocido ser.
La figura misteriosa, manteniendo sus ojos escarlata fijos en los del equipo, parecía no entender las palabras, pero al percatarse de que las vestimentas eran similares a las de una de las chicas, reconoció que eran parte de su equipo. En un acto repentino, arrojó a Elizabeth y Aria hacia Jamie y Ryan, quienes las atraparon mientras increpaban al sujeto por su acción, sin saber cuál era su intención.
En un abrir y cerrar de ojos, una horrenda criatura emergió de entre la tormenta. Tenía miles de dientes afilados, una piel roja que despedía un calor abrasador, manos largas con garras filosas y una cola llena de púas. La situación se tornó caótica y amenazante, llenando de tensión el escenario.
El individuo enigmático, se había percatado motivo por el que arrojo a las chicas entonces en un movimiento hacia la bestia, bloqueó su ataque con la espada de forma magistral y terminando con un giro letal que decapitó a la criatura sin titubear dejando asombrado a todos.
Pero si previo aviso el terreno comenzó a temblar violentamente bajo los pies del equipo Beta mientras una criatura colosal, de treinta metros de altura, se alzaba majestuosamente ante ellos. La bestia emitía un rugido ensordecedor que retumbaba en sus corazones, desatando un miedo ancestral en sus almas.
El hombre, con una expresión de determinación en su rostro, comprendió el peligro inminente que representaba esta nueva amenaza. Sabía que enfrentar a una criatura de semejante magnitud solo provocaría la destrucción y el caos.
En un gesto rápido y decidido, el hombre hizo una seña urgente al equipo, indicándoles que debían huir. La gigantesca criatura avanzaba con paso pesado y ojos fulgurantes, desafiando las leyes naturales con su tamaño imponente.
Mientras guiaba al profesor y miembros del equipo hacia la seguridad del portal, la criatura se alzaba cada vez más en el horizonte, su sombra amenazante cubriendo la tierra con su presencia colosal. El rugido de la bestia resonaba como un trueno, sacudiendo el suelo con su poder abrumador.
Con un esfuerzo conjunto, el equipo Beta siguió al hombre a través del portal en un frenesí de movimiento y temor. El portal vibraba con una energía intensa mientras los últimos miembros del equipo se precipitaban hacia su salvación, sintiendo el alivio de escapar del peligro inminente.
Una vez al otro lado, con un estallido la puerta se comprimió y cerró por completo, marcando el fin de una intensa y peligrosa travesía. El enigmático ser, junto al equipo Beta, se encontraba ahora en un lugar desconocido, dejando atrás la amenaza de la bestia colosal...