La primera luz del amanecer aún no rompía el cielo cuando Elizabeth Vega se puso de pie, desafiando la mañana con una determinación que había cristalizado en su alma a lo largo de los años.
La habitación que le asignaron en la Academia Federal Universal #03 era funcional y austera, diseñada para minimizar las distracciones y maximizar el enfoque en el entrenamiento y el estudio. Sin embargo, para Elizabeth, esa sencillez era un reflejo reconfortante de su propósito y de la misión frente a ella.
Hoy no era un día cualquiera. Tras la ceremonia de bienvenida, el verdadero trabajo comenzaría, sumergiéndola en un mundo donde el conocimiento y el poder se entrelazaban de formas que apenas comenzaba a entender.
Mientras se ponía el uniforme de la academia, su mente se deslizaba hacia el recuerdo de su padre, Leonardo, desvaneciéndose en aquel portal rojo hace quince años. La determinación de encontrar respuestas sobre su destino había sido la brújula que la guiaba ahora, más fuerte que nunca.
Saliendo de su habitación, Elizabeth se unió a la corriente de cadetes que fluían hacia el comedor central para el desayuno. Los murmullos de conversación y la mezcla de emociones en el aire creaban un zumbido casi tangible, una sinfonía de nerviosismo y anticipación ante lo que estaba por venir. Entre esas voces, escuchó su nombre, girando para encontrarse con la mirada de dos jóvenes, uno con una aura de confianza casi tangible y el otro con una curiosidad ardiente en sus ojos.
-Elizabeth Vega, ¿verdad? -preguntó alguien de frente, extendiéndole la mano. -Soy Natalie Tolstoi, y él es Jamie Park, somos amigos de la infancia y estuvimos en tu discurso ayer; nos gustaría sentarnos contigo, hoy.
Elizabeth se negó a saludar de mano y respondió con un simple -No estoy interesada, gracias.
El rechazo cortante tuvo un efecto momentáneo en Natalie y Jamie, quienes intercambiaron miradas desconcertadas antes de mirar a Elizabeth con una mezcla de sorpresa y determinación. Aunque era evidente que su amistad de larga data y su personalidad amigable habían templado su respuesta inicial, la persistencia en sus rostros indicaba que no se darían por vencidos fácilmente. Natalie, quien era amigable y se mostraba fascinada por la belleza y el talento que desprendía Elizabeth, sentía cierta admiración hacia ella.
-Si es todo, me retiro. -Respondió Elizabeth mientras tomaba asiento para comer sus alimentos.
Rápidamente se convirtió en el centro de atención, todos la volteaban a ver y murmuraban. Elizabeth fingió no prestar atención, pero se sentía incómoda.
Viendo una oportunidad, Natalie y Jamie decidieron sentarse junto a ella para evitar que las miradas incomodaran a Elizabeth.
Elizabeth no dijo nada cuando se sentaron y siguió comiendo sin darle importancia alimentos, pero en el fondo sintió una pequeña tranquilidad.
Mientras comían una voz, cargada de curiosidad y respeto, se elevó en el comedor. -Dicen que eres la hija de Helena, la empresaria de bienes y raíces que fue crucial en la reconstrucción de la infraestructura terrestre. ¿Es cierto?
Elizabeth se vio sorprendida por la pregunta directa, levantando la guardia de manera instintiva. Con una calma cuidadosamente controlada, respondió: -Sí, Helena es mi madre.
Natalie y Jamie intercambiaron miradas, reconociendo la importancia del legado de Helena como un faro de esperanza en tiempos oscuros. Sin embargo, fue Natalie quien planteó la siguiente cuestión, con una chispa de intriga en sus ojos. -Y ¿Entonces, tu padre es Mike, el destacado ranker 30, cierto? Su destreza como francotirador y su agilidad sobrehumana lo han convertido en una leyenda viviente en nuestro mundo.
Elizabeth, inmersa en su mundo interior, se vio sorprendida por la pregunta directa de Natalie sobre la conexión entre su madre Helena y el renombrado ranker, Mike antiguo oficial de policia. La mención de su madre y las complejidades de su nuevo matrimonio desenterraron recuerdos dolorosos y sentimientos latentes en el corazón de Elizabeth.
Atormentada por la incomodidad y la tristeza que la invadían, Elizabeth guardó un silencio incómodo ante la pregunta de Natalie, incapaz de verbalizar la tormenta de emociones que la sacudía. Mientras la tensión en el aire se volvía más pesada, Jamie, sensible a la angustia de su amiga, decidió enviar un mensaje de texto a Natalie, compartiendo en privado información sobre la dolorosa historia detrás de la desaparición del verdadero padre de Elizabeth.
Natalie, su teléfono vibrando con el mensaje de Jamie, leyó las palabras con una mezcla de shock y consternación. La tristeza y la comprensión la invadieron cuando se enteró de la verdadera magnitud del sufrimiento que Elizabeth había experimentado en su vida.
Con el corazón lleno de remordimiento y disculpas, Natalie se levantó rápidamente de su asiento, llamando la atención de todos en el comedor. -Elizabeth, lamento profundamente haberte causado malestar. No tenía idea de las circunstancias tan dolorosas que rodean tu pasado. Por favor, acepta mis más sinceras disculpas por mi imprudencia y falta de sensibilidad.
El silencio pesado que siguió a las disculpas de Natalie se vio interrumpido por la determinación en la mirada de Elizabeth. Con una expresión seria y decidida, se levantó de la mesa del comedor, sus palabras resonando con una firmeza inquebrantable.
-Terminé de comer. Si me disculpan... -Anunció Elizabeth antes de retirarse del lugar, dejando a sus compañeros en un silencio incómodo.
Natalie, con los hombros caídos y una mirada de pesar en sus ojos, se quedó en silencio, lamentando el error de haber tocado temas sensibles sin considerar las consecuencias. Mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para reparar el daño hecho, vio a Jamie permanecer a su lado.
Jamie, notando la angustia que Natalie desprendía, decidió ofrecerle palabras de aliento y consejo. -La próxima clase será para elegir nuestra especialidad y arma definitiva. Te sugiero que te acerques a Elizabeth y le expreses tus verdaderos sentimientos y lo mucho que quieres ser su amiga.
Con un asentimiento decidido, Natalie agradeció a Jamie por sus palabras de sabiduría y tomó una profunda respiración para recomponerse.
Decidida a enmendar su error y demostrar su sincero arrepentimiento, se preparó para enfrentar la siguiente fase de la jornada académica con una nueva determinación y empatía en su corazón.
Mientras tanto, en el corazón de Elizabeth, una tormenta de emociones y recuerdos turbados se agitaba, recordándole la fragilidad de las conexiones que forjaba en un mundo tan intrincado y lleno de secretos. Su viaje en la Academia Federal Universal #03 se tornaba cada vez más complejo y revelador, marcado por el peso del pasado y las elecciones que la llevarían hacia un futuro incierto pero prometedor.