Año 2029.
El sol de la mañana se filtraba a través de las persianas, bañando la habitación con una luz dorada que no lograba disipar la sombra de melancolía que se había asentado en la casa.
Luego de los acontecimientos de hace cinco años, la humanidad se ha mantenido en completa calma, pues desde ese día no se han producido ni reportado fenómenos similares a los vividos por Elizabeth y su padre ese día.
Pero su familia nunca volvió a ser la misma. Su madre Helena empezo a ir a apoyo para superar los sucesos y al estar bajos en ingresos, como forma de rehabilitación y superación decidió embarcarse en un proyecto que había considerado previamente.
Aunque siguió dedicandose a los bienes y raíces, decidió independizarse fundando su propia empresa, logró buenos resultados a pesar de los desafíos iniciales, su determinación y astucia en los negocios la habían llevado a convertirse en una figura respetada en la comunidad. Sin embargo, en la intimidad de su hogar, las paredes parecían susurrar preguntas sin respuesta sobre Leonardo, su esposo desaparecido.
Mike, por otro lado, se había convertido en un pilar de apoyo para la familia. Su presencia era un bálsamo para las heridas aún abiertas, aunque su interés en Helena había complicado las cosas. La tensión entre lo que sus corazones deseaban y lo que su moral dictaba creaba una atmósfera de incertidumbre que a menudo se cortaba con el sonido de la puerta principal al cerrarse, a pesar de eso Mike seguía buscando a Leonardo, a veces señalando posibles pistas, pero al final, eran solo suposiciones.
Elizabeth había canalizado su confusión y dolor en sus estudios, convirtiéndose en una de las mejores de su clase. Pero incluso entre fórmulas y teorías, su mente vagaba, preguntándose si alguna vez entenderían lo que realmente sucedió ese fatídico día.
Pero un día, cuando las cosas comenzaban a enfriarse, un cataclismo sacudió al mundo.
Lo que antes se descartaba como un delirio infantil, la historia de una niña de cinco años, se convirtió en una ineludible verdad para la Tierra: existía algo más allá de su comprensión en el vasto cosmos.
Este desastre desató una guerra sin precedentes.
Portales emergieron desde las ciudades más grandes hasta los rincones más aislados del planeta, dando paso a criaturas de leyenda. Duendes, orcos, dragones omniscientes, demonios y cientos de criaturas nunca antes vistas fuera de los libros con un poder insondable se materializaron, presagiando el ocaso de la humanidad. Mientras las especies originarias de la Tierra se desvanecían, los humanos veían cómo su mundo y sus tecnologías se volvían obsoletas ante la persistente guerra.
Fue entonces cuando los elfos, hadas y otros seres humanoides sin intenciones hostiles que conectaron a travez de los incontables portales que aparecian intervinieron en la guerra.
Admirando la tenacidad humana y su cultura resonante con la suya y como enemigo en común estas razas decidieron apoyar a la humanidad. A pesar de carecer de la tecnología y los recursos para enfrentar a otras especies, los humanos habían demostrado una impresionante adaptabilidad y deseo de sobrevivir.
Los humanos sobrevivientes comenzaron a mostrar un cambio evolutivo, adaptándose a la energía de los portales y las criaturas, volviéndose más fuertes, ágiles y con sentidos agudizados. Estos superhumanos, armados con el conocimiento y las enseñanzas de los seres humanoides, dominaron sus nuevos poderes desarrollando habilidades extraordinarias con la ayuda de tecnologías avanzadas. Fueron ellos quienes repelieron a los invasores y salvaguardaron ciudades de cada nación.
La Federación Universal se erigió como baluarte de la resistencia.
Compuesta por naciones supervivientes y gobiernos de razas aliadas, la Federación representó la oposición a los enemigos que amenazaban la paz. Construyeron cerca de 200 academias para entrenar a superhumanos y aliados en el arte de la defensa y el mantenimiento de la paz.
Aunque no lograron erradicar a los invasores, los expulsaron temporalmente de la Tierra. Sin embargo, la lucha era incesante, con nuevos portales abriéndose diariamente, los humanos enfrentaron oleadas de monstruos. A veces, la Federación tomaba la ofensiva, adentrándose en territorio enemigo para prevenir ataques o asistir a sus aliados.
Los portales se clasificaron por colores según su nivel de amenaza.
Azul: Portales de la Federación y razas aliadas, usados para viajar, comerciar y compartir culturas y tecnologías.
Verde: Mundos tolerables, no amenazantes pero tampoco se consideraban completamente aliados.
Amarillo: Peligro moderado, los más comunes con variedad de bestias.
Naranja: Alto riesgo, habitados por criaturas inusuales y poderosas con intenciones hostiles, como dragones arrogantes y seres de superioridad.
Finalmente estaban los Rojos, los heraldos de la aniquilación.
Desde estos portales no surgía nada que no estuviera lleno de bestias destructivas, eran la encarnación de los demonios, el abismo del que brotaban monstruos, cada uno más sanguinario que el anterior. Ningún ser había regresado de un portal rojo y cuando azotaba todo quedaba en ruinas.
El primer portal rojo se abrió en 2024, mucho antes de la gran guerra.
Fue Elizabeth Vega, con solo cinco años, quien tropezó con esta puerta al infierno. Ahora, quince años después, como estudiante de nuevo ingreso en la AFU, su nombre estaba grabado en la historia, un presagio de la tormenta que se avecinaba.
La vida en la Tierra se transformó.
Las ciudades se reconstruyeron con arquitecturas que fusionaban lo humano y lo nueva energia obtenida, creando espacios donde la naturaleza y la tecnología coexistían en armonía. Los humanos aprendieron a cultivar alimentos nuevos con la ayuda de las energías renovables y el apoyo de la Federación.
La educación se revolucionó.
Las academias no solo enseñaban tácticas de combate y uso de poderes, sino también historia interdimensional, diplomacia y ética de la energía. Los jóvenes superhumanos y aliados se entrenaban juntos, forjando amistades y alianzas que trascendían las fronteras de los mundos.
La cultura se enriqueció.
La música, el arte y la literatura absorbieron influencias de incontables civilizaciones, dando lugar a nuevas formas de expresión que celebraban la diversidad del universo. Festivales interdimensionales se convirtieron en eventos comunes, donde seres de todas las razas compartían sus tradiciones y sabiduría.
La resistencia se fortaleció.
Con cada batalla ganada, la Federación Universal se volvía más astuta y unida. Los superhumanos y sus aliados no solo luchaban, sino que también trabajaban para cerrar los portales y prevenir futuras invasiones. La paz era un objetivo lejano, pero cada día se acercaban un paso más a su realización.
El año es 2039, y la Academia Federal Universal #03 se prepara para recibir a la cuarta generación de superhumanos.
La ceremonia de bienvenida se lleva a cabo en el auditorio principal, donde los jóvenes guerreros se reúnen, sus corazones latiendo al unísono con la promesa de un nuevo comienzo.
- Bienvenidos Jóvenes Guerreros, Soy White, el Director de la AFU #03 - su voz, profunda y resonante, llena el espacio con autoridad y calidez.
- La AFU se encarga de entrenar en múltiples especialidades a los nuevos cadetes, capacitándolos en las diferentes áreas impartidas dependiendo la rama en la que se quieran desempeñar - explica, mientras las imágenes de hazañas pasadas y futuras posibilidades se proyectan en la pantalla detrás de él, capturando la esencia de cada especialización ofrecida por la academia las cuales son Guerrero, Esgrimista, Artillero, Medio, Guardabosques, Francotirador, Agente, Entrenador, Elementista, Médico y Alquimista. Cada una, una promesa de poder y propósito. .
- Eso es todo de mi parte, les deseo éxito y nos vemos en clases, gracias - concluye con una inclinación de cabeza, su figura imponente tomando asiento entre los instructores, un faro de inspiración y experiencia.
La Subdirectora Edurne toma el relevo, su voz clara y firme.
- Ahora, para continuar con nuestra ceremonia, me gustaría presentarles a la representante de primer año de este nuevo ciclo, quien obtuvo la mayor puntuación en el examen de ingreso tanto teórico como práctico - anuncia, mientras la atención se centra en la joven que se adelanta.
Elizabeth Vega sube al escenario, su postura refleja confianza y determinación.
- Mi nombre es Elizabeth Vega, tengo 20 años y es un honor ser nombrada hoy como la representante de primer año - comienza, pero su discurso se ve interrumpido por los murmullos que se elevan entre los cadetes.
Los murmullos se disiparon bajo la autoridad del director White.
Con un simple gesto, recordó a todos la importancia del respeto y la unidad. La guerra no era lugar para la división; era un campo donde la confianza y la camaradería podían significar la diferencia entre la vida y la muerte.
El mensaje del director resonó en cada corazón presente.
Elizabeth regresó a su asiento, su mirada firme y decidida. Al final los cadetes se dispersaron hacia sus aulas, cada uno llevando consigo las palabras de White y la promesa de convertirse en el futuro de la paz.
Así comenzó el año escolar 2039 en la AFU #03.