Es una mañana muy tranquila y hermosa mi familia y yo estamos en el comedor mientras mi madre tararea y sirve nuestro desayuno.
Mi madre es muy diligente con nuestro hogar siempre se preocupa que comamos bien, que estemos en las mejores escuelas para tener la mejor educación posible, que nuestro hogar este impecablemente limpio y lo que más me gusta son las comidas que ella prepara para nosotros los domingos es un festín no muy ostentoso, pero si muy acogedor, como si celebrásemos el estar unidos.
Mi padre es un hombre recto y frío, pero con nuestra familia es como si fuera otra persona, es muy cariñoso y protector especialmente conmigo siempre me llama la luz de sus ojos y su niña mimada. Él tiene un buen trabajo por lo que somos digamos más ricos que pobres, él cumple cada capricho que queremos sin dejarnos de enseñar el valor de cada cosa que obtenemos.
Mi hermana es mi modelo a seguir es tan hermosa como mi madre, siempre obtiene las calificaciones más altas de la escuela y es la más popular. Ella siempre cuida de mí y mi pequeño hermano.
- ¿Te pasa algo Emilia? hoy estas algo lenta para terminar tu desayuno. --Preguntó mi padre.
Lo miré con una pequeña sonrisa y le contesté
-No, estoy perfectamente bien papá.
El me devolvió la pequeña sonrisa con otra y no se imaginó que tardaba en terminar mi desayuno porque en mis pensamientos le daba las gracias a Dios por darme esta hermosa y amorosa familia.
-Emilia deja de divagar en tus pensamientos y termina tu desayuno, ya es hora de que tu hermana y tú se marchen a la escuela.
- ¡Sí mamá!
Mi hermana y yo nos despedimos de nuestros padres y nos fuimos a la escuela.
Yo soy una niña de 10 años, soy una buena estudiante, pero soy muy tímida y tranquila a diferencia de mi hermana mayor. Tengo una compañera con la cual me llevo muy bien, cuando termina la escuela ella y yo nos quedamos hablando de cosas triviales sentadas en la escalera de la entrada principal de la escuela, ahí esperamos a nuestros padres para que nos lleven a casa.
Mi hermana mayor siempre regresa a casa con sus compañeros pues ella ya está algo más mayor que yo y debido a sus notas y su buen comportamiento tiene permiso para jugar con sus amigos tras salir de la escuela.
Mi padre es quien me recoge siempre.
- ¡Adiós María! ya mi papá vino por mí. –dije al despedirme de mi amiga
- Chao Emilia, nos vemos mañana.
Mi padre quien siempre tenia esta rutina de buscarme, siempre me miraba tan dulcemente por la ventana del auto mientras yo caminaba hacía el y tras subirme me daba un beso en la mejilla o en la frente y sonreía tiernamente.
-Hoy iremos a nuestro lugar secreto Emilia. –Dijo mi padre.
Yo con una radiante sonrisa le hacía saber que estaba más que de acuerdo y feliz.
Algunos viernes mi padre siempre me llevaba a la mejor heladería de la ciudad, era nuestro pequeño lugar secreto. Mi padre sabía cuánto me gustaba el helado de pistacho y pues claro el siempre que tenía oportunidad me consentía.
- ¿Está rico verdad Emilia?
- ¡Sí papi, el mejor helado de pistacho del mundo!
Mi padre sonrió con una gran sonrisa. Me encanta verlo cuando sonríe así, creo que es la sonrisa mas deslumbrante y maravillosa que jamás haya visto.
Papá me entregó un libro de cuentos sobre una princesa y un dragón, me dijo que no me descuidara de mis estudios por pasar el día leyéndolo pues él sabía como me encantaban ese tipo de historias y como me sumergía leyéndolas como si nada más en el mundo existiera.
Me encantaba pasar todos los días con mi bella familia, pero había un día que era la excepción… Los sábados, cada sábado en la noche mi padre se emborrachaba y lloraba, nunca he podido entender que lo pone tan triste, «¿porque un hombre tan perfecto como él se desmorona de esa forma?». Sus lágrimas caen y caen y sin cesar por horas y horas, su boca se mantiene sellada y su cabeza mirando al suelo como si su mundo se hubiese acabado.
Mi madre con ojos tristes y como si en el segundo que dejara de mirar fuera a derramar las lágrimas que aguanta. Siempre me toma de la mano y me lleva a mi habitación, ella siempre dice:
'Emilia vamos, tu padre no se siente bien el día de hoy.'
Pero hoy fue un sábado diferente, mi padre quien nunca había pronunciado una sola palabra mientras estaba así, dejo escapar un pequeño y leve susurro de su dolor:
- ¿Madre, por qué?
Mi madre me tomo inmediatamente del brazo y me dijo las mismas palabras de siempre, pero al yo escuchar esas palabras de mi padre llenas de tanta tristeza y melancolía decidí preguntarle a mi madre:
- ¿Mami por qué papi se pone así de triste?
a lo que ella solo me respondió:
-Sé una buena niña y ve a tu habitación aún eres muy pequeña para entender algunas cosas, tu padre estará mejor mañana como siempre.
Yo como siempre fui obediente escuché a mi madre y me marché.
Pasaron unas horas y no podía dormir así que tomé el libro de cuentos que me había regalado mi padre ayer y comencé a leerlo. La historia trata sobre una princesa ilegítima quien es la prometida del príncipe heredero y sobre el imperio donde viven quien sufre una rebelión por adoradores de un dragón malvado quien está sellado.
Poco a poco me voy sumergiendo en la historia, pero de pronto escuche un grito aterrador, todas las partes de mi cuerpo se estremecieron, mi corazón empezó a latir como si hubiese corrido en un maratón, como si instintivamente supiera lo que acaba de pasar. Abrí mi puerta y salí corriendo, mientras bajaba al primer piso escuchaba unos llantos de dolor que invadían toda la casa y retumbaban mis oídos hasta penetrar cada una de mis células, tras llegar a la sala, ahí, ahí estaba mi padre sentado en uno de los muebles con un orificio en su sien derecha. Mi amado, mi hermoso y amoroso padre se había suicidado.