Chereads / El dragón es un traidor y un obsesivo. / Chapter 7 - Capítulo 7- Jaula

Chapter 7 - Capítulo 7- Jaula

En el momento en que vi a Dante tomar esa cubeta mis lagrimas empezaron a caer.

-Dante no por favor! ¡Lo siento joven amo cometí un error por favor perdóname! ¡No le hagas daño! ¡comeré todo el alimento que quieras! ¡no le quites la vida! –dije desesperada y asustada.

- ¿Ah, pero qué dices?

El vació la cubeta y rió a carcajadas.

-Jajaja jajaja no, no, no Monserrat este balde es para ti. 

Dante puso el balde boca a bajo y puso mis manos sobre el y con un martillo que escondía en su espalda las golpeo fuertemente.

- ¡AAAAAAHHHHHH…!!! 

Sentí un entumecimiento desde las puntas de mis dedos hasta mi cabeza. 

*PAM*

- ¡AAAAAAAHHHHHH…!!!

Me golpeó una segunda vez, pero esta vez se enfocó en mi mano derecha, sentí como el hueso grande se crackeo y el dolor fue tan intenso que me hizo desmayar.

. . .

¡Ugh!

Abrí mis ojos desenfocados y Dante estaba ahí de pie mirándome con aquella una sonrisa tranquila.

- ¿has despertado? Te desmayaste por unos minutos- dijo Dante.

Yo estaba tan débil por el dolor que ni siquiera podía ponerme de pie. El me cargó en sus brazos y me llevó a mi habitación, llamó a un médico quien me vendó los brazos y dijo que no podía utilizar mi mano izquierda por unos días y mi mano derecha por dos meses. Cuando el médico se fue Dante me dijo:

-Esto es lo que pasará Monserrat, dirás que te cayó algo muy pesado en las manos y si te atreves a mencionar mi nombre sobre esto entonces esperaré que te mejores y luego iré y ahogaré a todos los polluelos delante de ti, desde las gallinas hasta los de los canarios entonces inmediatamente termine enviaré a un sirviente con mis padres para que les diga que vio que tu lo hiciste. Así que si ten cuidado con lo que dices la vida de todos esos pequeñitos están en tus manos pajarito. Aquí te dejo estas grandiosas medicinas para el dolor. ¡que descanses pajarito! 

Dante se marchó y así llena de dolor me ahogue en mis lágrimas.

. . .

Han pasado ya tres semanas. Cuando los duques me vieron lo único que dijeron era que yo solo era un problema. El duque se marchó a su territorio en Nethuns para resolver unas finanzas y me dijo que no causara más problemas.

Frederick me ha enviado muchas cartas, pero yo no he podido contestar ninguna debido a que no puedo escribir y no tengo a quien pedirle ayuda.

He pasado mis días visitando a las aves y leyendo una y otra vez el libro que Frederick me dio ahí. Mientras estaba ahí me di cuenta de que no me sentía tan sola. 

Sentada en el suelo un pequeño canario se posó en mi cabeza mientras leía y luego se posó en el libro abierto me miró de una forma tan tierna y linda, pero en vez de sonreír por ver aquella linda criaturita acercarse a mí, brotaron unas gotas de lágrimas de mis ojos. Miré el cielo, pero ni siquiera pude apreciarlo debido a los hierros de aquella gran jaula. En ese instante escuché a alguien que se acercaba, sentí pavor porque nadie más venia aquí a estas horas y el único que me cruzó por la mente es Dante, quería esconderme, pero mi cuerpo no se movía, cerré mis ojos y entonces alguien dijo:

- ¿Monserrat?

Era el príncipe. Se agachó frente a mí y me preguntó:

- ¿Estás bien? ¿Qué le pasó a tu mano? ¡Ah realmente estaba preocupado porque no contestabas mis cartas! pensé que había cometido algún error al enviarte las rosas.

Mi corazón palpitó al ver esos hermosos ojos azules llenos de preocupación por mí.

Traté de levantarme para saludarlo cuando el apresuradamente dijo: 

- ¡No, no, no Monserrat no te levantes por mí!

Frederick se sentó junto a mi en el suelo y sostuvo mi mano herida.

-Monserrat ¿Qué ha ocurrido?

-Me…me he caído por las escaleras, lamento no poder responder a tus cartas.

- ¡Oh! Entiendo, entiendo lo importante es que te encuentres bien. Como te mencioné estaba preocupado de que quizás al pedirte llamarme por mi nombre desde el primer día, el que te escribiera cada día y el haberte enviado ese arreglo haya sido muy rápido y molesto para ti.

- ¡Por supuesto que no Frederick! Son cosas que realmente me han hecho feliz –contesté.

- ¿De verdad?

- ¡Sí! Puede confiar en mis palabras.

- No pude venir antes porque mi horario no me lo permitía y con la duda me preguntaba si sería una molestia aun mayor venir a verte, ¡me siento aliviado y feliz de saber que pienses así!

Frederick quien vio a Monserrat sentada en aquella gran jaula debajo de un árbol leyendo tan tranquila el libro que le había regalado pensó que quizás no era lo correcto el haber ido a visitarla sin avisar así que había decidido volver al palacio sin decir nada, pero en ese instante aquel canario amarillo se poso en ella y vio como Monserrat derramó lágrimas y miró hacía el cielo con un aura de soledad y así fue como su cuerpo se movió por si solo y terminó acercándose a ella.

- ¿Sabes Monserrat? Ya que somos amigos ¿puedo contarte algo? –dijo Frederick mirando hacia el cielo con la misma cara de tristeza con la que Monserrat lo miraba.

- ¡Ah, claro!

- En realidad yo me apegue fácilmente a ti porque en el momento que noté que eras alguien tierna y amable deseé poder compartir más contigo. Al ser el único príncipe y heredero al trono tengo muchas responsabilidades agotadoras cada día, socializo casi diario con muchos nobles, pero sé muy bien que la mayoría se acercan a mi para ganar mi simpatía por el poder y los pocos que no, me tratan con mucho respeto. La verdad es que no tengo muchos a quienes considere mis amigos salvo mi asistente, mi caballero personal y ahora tú.

«¡Oh! Pensé que Frederick al ser el príncipe heredero, con esa gran personalidad y lo apuesto que es tendría muchos amigos.»

Frederick me siguió contando que su madre había muerto tras darle a luz y que nunca tuvo una niñera estable debido a que el emperador en su infancia no toleraba ni el error más mínimo en su cuidado.

-Creo que no sería correcto estar desagradecido con la Diosa Aris por permitirme nacer en la posición más noble, pero ¿sabes Monserrat? Esta posición en muy agotadora y solitaria. 

-No imagine que sentías de tal manera Frederick.

Frederick sonrió un tanto afligido y me dijo:

-Aunque ya vez que no soy el príncipe perfecto que todos dicen espero que siempre puedas contar conmigo Monserrat. Haré todo lo posible por siempre ayudarte.

- ¡sí!

- ¿Lo prometes?

- ¡Ah, sí! Tú también puedes contar conmigo siempre Frederick, aunque yo no sea de mucha ayuda.

- ¡Gracias! Con que me brindes tu amistad es mucho mas que suficiente. 

«¡Dios es tan hermoso y dulce! Sin duda este mundo está hecho para el … ¿Hmm? ¿Por qué esta acercando su rostro junto a mí?»

*Badum, Badum*

Podía escuchar cómo se aceleraban los latidos de mi corazón.

El puso su mano sobre mi cabeza y quitó una pluma amarilla que había dejado el canario al posarse en mí.

- ¡Jejeje! Parece que el pequeño que vino a saludarte dejó un pequeño regalo. –dijo Frederick.

Mi corazón que aún no se había calmado había hecho que mis orejas se tornaran tan rojas como un tomate.

- ¡Ah! ¿pasa algo Monserrat? ¿Acaso te duele la mano?

-Mmm… ¡N…no, estoy bien!

- Su alteza ya es hora. –dijo un caballero que había llegado

- ¿Ah? Solo unos 15 minutos más Oscar ¿Sí?

-Lo siento su alteza, pero sabe que debe volver o nos meterá en problemas a ambos.

- ¡Tsk! Bien. Bueno Monserrat nos vemos luego espero que te mejores pronto.

Así Frederick y yo nos despedimos. Gracias a él me sentí mucho mejor y menos sola.

. . .

Ha pasado un año y medio desde que llegué aquí todo sigue igual, aunque las cosas han mejorado gracias a la amistad qué tengo con el príncipe. Hemos tenido muchos días en los que salimos a almorzar y a visitar muchos lugares lindos aquí en la capital.

Me he dado cuenta de que Frederick me gusta, él es muy amable y mis momentos junto a él son muy felices. 

Hoy es su cumpleaños número veinte, se celebrará un gran banquete por su mayoría de edad en el que también haré mi debut social. Le he comprado unos gemelos como regalo, azules como el color de sus ojos espero que le gusten.

Todos están muy ocupados encargándose de que vaya a lucir lo más glamurosa posible pues también en este día oficialmente se anunciará nuestro compromiso.

El duque Rousent está tan feliz por creer que su plan está finalizado a la vuelta de la esquina. El muy estúpido no se imagina que desde que salga de esta maldita prisión lo mandaré al infierno.

Mientras las criadas ajustaban mi corset hasta dejarme sin aire otra criada llamó a la puerta y trajo consigo un gran arreglo floral de tulipanes junto con una carta que decía:

"Querida Monserrat espero que esta noche sea una gran noche para ambos en especial para ti en la cual será tu gran debut y nuestro compromiso, como muestra de agradecimiento por todos los días en los que estuviste a mi lado te envío este regalo espero que te guste y que lo puedas usar después de todo debes ser la mas hermosa de todo el imperio. Con mucho cariño Frederick Solaris de Ruah. "

Frederick me había enviado un maravilloso vestido verde con dorado. Las criadas estaban asombradas y emocionadas al ver el hermoso vestido de noche que había en el paquete de regalo.

- ¡Oh el príncipe es genial, es el ultimo modelo de la boutique de Charlotte! Cuesta tanto como nuestro salario de un año.

Frederick nunca ha decepcionado mis expectativas de lo que es un príncipe de cuentos. Estar a su lado es todo lo que necesito y quiero.

Ya lista me dirigí hacía donde me esperaban los demás miembros de la familia para márchanos al banquete. Mientras iba bajando las escaleras los duques y Dante me miraban con cara de asombro.

- ¡Espléndido Monserrat! Sofia dale tres días libres y dobla el sueldo del mes a las criadas que se encargaron de vestir a Monserrat el día de hoy, hicieron un maravilloso trabajo.

Yo estaba aún más asombrada que ellos tres pues junto a ellos se encontraba mi hermano Leonis, aquel hermano que solo había visto una vez, pero también el único que había mostrado algo de piedad y bondad por mí en todo Rousent.

Él estaba allí con una cara indiferente como lo recuerdo, pero había crecido incluso más alto que Dante y el duque.

Me giré y corrí a mi habitación pues en una de mis gavetas había guardado aquel bondadoso pañuelo que había servido como vendaje para la herida de mi corazón en mi primer día aquí. Por fin tenía la oportunidad de devolvérselo y agradecerle de forma correcta.

- ¿¡A dónde vas Monserrat!? –grito en duque

- ¡ya regreso en un momento es que olvide algo que el príncipe me dio en mi habitación!

Al regresar la duquesa me dijo:

- ¡Eres idiota! ¿Cómo te atreves a hacernos esperar?

-Lo siento madre

- ¡Tsk! No dejas de ser una molestia ni siquiera en un día como hoy, Apresúrate y vámonos Dante será quien te escolte en tu entrada.

«Maldición me hubiese gustado que Leonis fuera quien me escoltara o hacerlo sola así no tendría que soporta agarrar del brazo a ese imbécil. Le entregaré más tarde el pañuelo a mi hermano Leonis, con ellos aquí seguro solo se burlarían de mi por guardar algo tan simple durante tanto tiempo»

Con una sonrisa fingida en mi rostro le contesté:

-Sí madre.

Y así fue como nos dirigimos hasta el palacio imperial.