«¡Ugh! Mi cuerpo me duele y se siente muy pesado.»
Abrí mis ojos y me encontraba en una habitación muy espaciosa y lujosa con un estilo muy antiguo.
Me senté en la cama y sentí un mechón de mi cabello que rodó hacía la parte delantera de mi hombro izquierdo, al percatarme me di cuenta de que mi cabello era extremadamente largo y ondulado. Solía tenerlo corto y lacio lo que me hizo preguntarme:
- ¿Acaso dormí durante tanto tiempo que mi pelo creció y se onduló?
Me paré de la cama y en frente quedaba un tocador con un gran espejo, al mirarme quedé totalmente sorprendida, aunque mi cabello seguía del mismo color castaño oscuro el color de mis ojos eran distintos, antes solía tenerlos café y ahora eran verdes, mi rostro también es ligeramente diferente.No entendía para nada lo que ocurría.
[ Toc, Toc…]
- Lady Monserrat el duque quiere que baje inmediatamente a desayunar.
«¿Será a mi a quien se refiere? ¿Monserrat, duque? Ojos tan verdes como la esmeralda, pelo ondulado que llega a la cintura. ¡No puedo creerlo he muerto y he reencarnado en la princesa del libro que mi padre me regaló!».
Había algo extraño mi cuerpo estaba lleno de moretones y unas cortadas en las palmas de mis manos creo que debido a esto sentía tanto dolor al moverme.
Procedí a abrir la puerta y una sirvienta con actitud indiferente entro a la habitación.
-Vamos lady Monserrat a asearla y prepararla. – dijo la sirvienta.
- Disculpa ¿Cómo te llamas?
- ¡ja! Te has vuelto loca debido a la golpiza que te dio la duquesa hace unos días. ¡Apúrate no tengo todo el día!
Luego de bañarme y cambiarme la sirvienta me guiaba al comedor, estaba viendo una mansión tan grande y llena de tantos lujos que me dejaron perpleja.
Tras llegar al comedor en la silla central estaba un hombre con el pelo castaño con ojos azules y fríos como el hielo, sentada a su derecha estaba una mujer pelirroja que me miraba con desprecio y a su izquierda estaba sentado un chico con ojos azules que me sonreía y en la otra silla al lado de la mujer estaba otro chico quien ni siquiera me miró, ambos tenían el pelo rojo también.
-Veo que al fin has despertado, desde hoy comenzaran tus clases de etiqueta así que siéntate y desayuna rápido para que comiences una vez termines con el horario que tu madre ha preparado para ti. –dijo el hombre de mirada fría.
El desayuno que había en la mesa era abundante y todo se miraba delicioso. La sirvienta que sirvió mi plato solo me sirvió una pequeña sopa en la que ni siquiera había un solo trozo de carne o papa. Mi estomago realmente crujía del hambre que sentía tras despertarme. Estiré mi brazo para alcanzar un trozo de pan que estaba a mi alcance cuando entonces la mujer pelirroja dijo:
- ¿No aprendiste nada de tu castigo? Te había dicho que debes dejar de comer como cerda y que debes mantener una dieta digna de una señorita de trece años. Más te vale que no te atrevas a comer nada más que esa sopa.
Un miedo recorrió todo mi cuerpo e instintivamente dejé el trozo de pan y me apresuré a comer la sopa. «¡Uh! ¿trece años? Pero si acabo de cumplir doce». – pensé.
-Dante y Leonis ustedes también deben apurarse y cumplir con el horario de sus estudios.
- ¡Sí duque! –respondió el chico que no mostraba un rastro de importancia por los demás.
-Padre necesito ir esta mañana a la casa del conde Ferrand, su hijo mayor Lucas me invitó a ir de caza.
-Tus estudiosson mas importantes que salir a socializar con Lucas que solo saber jugar y tontear todo el día. Eres el sucesor de la familia Rousent, Dante ya tienes dieciocho años ¡Tsk! Deberías ser más aplicado como tu hermano menor Leonis quien se graduará de la academia el próximo año con apenas quince años. –dijo el duque.
La duquesa quien se mostraba con una mirada de asco hacia mí cambió su mirada a una tierna, puso su mano sobre el hombro del duque y le dijo:
-Cariño se un poco más flexible con él. Es conveniente de que socialice con la familia Ferrand quienes tuvieron un exitoso negocio con los textiles estas dos pasadas temporadas.
-Mmm… de acuerdo.
Dante sonrió felizmente y le agradeció a sus padres.
La mesa estuvo en un silencio el cual era incómodo para mí, pero sostener la cuchara con la que comía lo era aun más debido a las heridas que tenía en las palmas de mis manos. El dolor que sentía en mi cuerpo especialmente en mis manos me hizo darme cuenta de que esto no era un sueño ni un delirio de mi imaginación. «Dios mío realmente he muerto» aunque me gustaban tanto las historias de reencarnación y romance y soñaba siempre con despertar en alguna no pude sentir nada de esa alegría que imaginaba. Pensé en la devastación que mi pobre y frágil madre debe estar sintiendo en este momento y en la impotencia y tristeza de mi querida hermana mayor quien no pudo regresar a casa para mi cumpleaños por sus exámenes del mes y en mi tierno hermanito de apenas cinco años al que no podría ver crecer.
Apreté la cuchara tan fuerte que mis heridas empezaron a sangrar mientras que mis lagrimas caían en el plato de la sopa.
Me dolía haber también dejado a mi familia, pero me dolía mucho más el haber muerto y que no estuviera siquiera en el lugar donde había ido mi padre. Ahora si que me encuentro sola y en un mundo totalmente extraño y desconocido para mí. No puedo siquiera usar los famosos recuerdos de una transmigrada como en esas historias que leía ya que no pude terminar de leer el libro ni tampoco puedo hacer mucho ya que solo soy una niña.
Me sentía tan afligida que mi cabeza empezó a dar vueltas y mi vista se ponía cada vez más borrosa. Leonis se acercó a mí y me cargo en su espalda, me llevó a la habitación donde había despertado y al recostarme en la cama dijo:
- ¡Tsk! Solo sabes causar problemas.
[Caí profundamente dormida.]
. . .
Al despertarme ya era de noche. Un pañuelo estaba envuelto en mi mano más lastimada, lo desaté …tenía una gran rosa verde y tres espadas incrustadas, este era el escudo que representaba a la familia Rousent.
Mientras dormía había soñado con alguien que me decía
:
-Lo siento tanto mi preciosa y valiosa joya, sé valiente y fuerte he hecho y seguiré haciendo todo lo que esté a mi alcance para que seas feliz, te lo prometo.
Fue un sueño extraño porque a pesar de la gran tristeza que sentía de alguna manera me hizo sentir calmada y me dio los suficientes ánimos para afrontar la situación en la que ahora me encontraba
«Sí, debo esforzarme y ser fuerte tal como me enseño mi hermana.» con eso en mente me volví a dormir para así comenzar un nuevo día.
. . .
Al día siguiente estaban tocando mi puerta [Toc, toc]
Buenos días lady le traje el desayuno a la habitación por orden de la duquesa debido a la conmoción que hubo ayer.
*suspiro* «¡otra vez esa sopa!»
Luego de desayunar y prepararme fui inmediatamente a tomar mis clases de etiqueta, fue muy doloroso practicar los bailes ya que mis piernas estaban heridas y la profesora François fue muy estricta. En este momento cojeando me dirijo a mi última clase del horario programado que es la de historia.
El profesor Louis empezó con el origen de este imperio llamado "Solaris": En principio el imperio estaba divido en cinco reinos llamados; Ignis, Ruah, Izass, Chamsin y Nethuns.
Ignis era el territorio más grande, abundante y fructífero, pero era impenetrable debido a que en él vivía el malvado dragón negro. Los otros cuatro reinos tenían muy mala relación debido a la falta de recursos, la sequía y hambruna por la que pasaba cada país. Los reyes de ese entonces quienes nunca se ponían de acuerdo terminaban yendo a la guerra para saquear los recursos que pudieran uno del otro lo que llevaba cada vez a una precariedad aún mucho mayor.
El rey de Ruah recibió una profecía mediante el templo enviado por la Diosa Aris (Diosa de la luz y la creación). La profecía decía que fuera hasta la tierra de Ignis en el próximo eclipse solar que habría en tres meses, el dragón entraría en un profundo sueño y así él podría buscar el fruto de la flor de luz que había sido monopolizada por el dragón.
El fruto divino de esta flor le daría la fuerza necesaria para sellar al dragón, unir el continente, la sabiduría para la prosperidad de un nuevo imperio y mil años de vida, pero debía saber que a cambio era muy poco probable que tuviera descendientes y que jamás podría volver a comerse el fruto divino de la flor que crecía cada mil años ya que sería un veneno rápido y mortal la segunda vez que lo consumiera.
Así es como el actual emperador Solaris se embarcó en una expedición con su ejercito hacia la tierra de Ignis.