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Chapter 6 - Capituló 6- El angel

Desde que salí de la oficina del duque Sofia entro a mi habitación con varias criadas más. En mi habitación había un montón de vestidos nuevos. Las criadas me asearon diligentemente y luego empezaron a cambiarme vestido tras vestido para ver cual me quedaría mejor.

«Aahh me siento como una muñeca, solo están cambiándome por pura diversión.»

Cuando por fin escogieron el vestido amarillo con unos lindos lazos pensé que el juego de cambiar a la muñeca había terminado.

- ¡Listo, ahora el peinado! ¿Cuál creen que le gustaría más a nuestro príncipe? –dijo una de las criadas a las demás.

«Aahh ¡Dios esto no puede estar pasando!» --pensé.

Cuando por fin terminaron, me veía super linda la verdad que fue muy tortuoso, pero realmente valió la pena.

El carruaje del príncipe heredero había llegado al ducado. La familia Rousent junto a toda la servidumbre estamos en la entrada para darle la bienvenida.

El carruaje del príncipe era digno de la familia imperial, era blanco con dorado y tenía un gran sol dorado que representaba a la familia imperial.

Los caballeros que llegaron con el príncipe se alinearon frente a su puerta y el chambelán le abrió.

Un chico de cabello rubio y ojos tan azules como el cielo salía de aquel carruaje, su nariz era perfilada y sus labios eran de un rosa coral que se adaptaban perfectamente a su piel.

Mi familia y toda la servidumbre había bajado la cabeza para mostrar respeto y saludarle en cambio yo me quedé divagando por unos segundos.

«¡Waooo, que hermoso! El es como un ángel... ¡Ah!»

-Saludos a su alteza real príncipe heredero Frederick Solaris de Ruah, es un honor conocerlo, mi nombre es Monserrat Rousent.

-Saludos princesa Rousent es un honor para mí también el poder conocerle.

Luego del saludo nos dirigimos al jardín trasero para poder tomar el té y conocernos. Estaba muy nerviosa y todavía seguía anonada con su belleza angelical.

Estábamos en primavera y con el jardín tan colorido y el cielo tan espléndido le daba un fondo totalmente digno de un personaje de un libro.

- ¿Señorita Rousent?

-Pareces un ángel ... ¡Ups!

- ¡Jajaja jajaja!

- ¡Lo siento su alteza fue una descortesía de mi parte!

«¡Uy que vergüenza!»

El príncipe seguía riendo de forma disimulada mientras que yo estaba sumamente avergonzada y con temor por haber cometido tal error.

«Aahh seguro que me castigaran por esto»

-Me alegra escuchar que me veo bien ante sus ojos, estaba preocupado porque al ver su retrato la encontré muy hermosa y temía no ser suficiente para usted de hecho escogí uno de mis mejores trajes para esta ocasión. Me gustaría que me llamara por mi nombre de ser posible para así sentirnos menos incómodos ¿le parece bien señorita? –dijo el príncipe

Al escucharlo mi nerviosismo desapareció.

-Sí alteza real será un gran honor para mí.

-Frederick solo Frederick.

-Entonces Frederick usted también llámame solo, Monserrat.

-De acuerdo.

Sonreímos y disfrutamos nuestro té continuamos charlando por mucho tiempo sobre nuestros gustos y hobbies, teníamos mucho en común a él le gustaba leer y su animal favorito también eran las aves. Era muy agradable poder charlar con alguien sobre estas cosas después de tanto tiempo.

-Su alteza real es hora de marcharnos para poder continuar con su horario usted está retrasado. –dijo el chambelán que lo acompañaba.

- ¡Oh! ¡lo siento Monserrat es tiempo de marcharme es una lástima! En verdad estaba disfrutando mucho de su compañía –dijo el príncipe.

-Comprendo ¡muchas gracias a usted por haber compartido conmigo en esta hermosa tarde, yo también lo disfruté mucho!

- ¿Estaría bien si le envio cartas? – dijo el príncipe con algo de timidez.

- ¡Sí estaría encantada de poder seguir comunicándome con usted!

Él sonrió con una gran sonrisa y así nos despedimos.

Sofia me llevó directamente al despacho del duque tras despedirme del príncipe.

-Me dijeron que todo salió bien con el príncipe heredero.

-Sí señor.

-Bien, pero me dijeron que cometiste un pequeño error, aunque fue muy conveniente espero que no vuelvas a cometer errores.

-Sí duque.

-Ya puedes retirarte.

El duque a pesar de que nunca me golpeó siempre hacía de la vista gorda e incluso en algunas ocasiones se burlaba. Algunas veces intervenía cuando la duquesa me golpeaba desenfrenadamente, pero toda era para que no quedara con cicatrices graves y no fuera un problema para cumplir con su ambición de acercarse más a la familia real al convertirme en princesa heredera.

. . .

"Saludos señorita Monserrat espero que se encuentre bien. El día está muy soleado y hermoso, tenía una reunión en la tarde que fue cancelada me preguntaba si estaría bien que viniera a mi palacio y así disfrutáramos de un té en el jardín imperial. Att: príncipe heredero Frederick Solaris de Ruah"

El príncipe me había enviado una carta y yo me puse muy contenta y emocionada de que por fin iba a poder salir de esta miserable mansión.

Las criadas una vez más se esmeraron, me pusieron un lindo vestido y zapatos rosa combinado con un sombrero y sombrilla.

Cuando vi el carruaje de los Rousent esperando por mí sentí como si fuera la llave de aquella jaula que me mantenía prisionera.

- ¡Ja! Veo que en tan solo unos días lograste seducir al príncipe heredero. –dijo la duquesa.

- ¡disfruta tu día! No olvides tu lugar pequeño pajarito. –dijo Dante.

El duque solo mostraba aquella cara de satisfacción como si hubiese ganado la lotería.

Me subí al carruaje y de camino pude apreciar una gran ciudad con hermosos edificios y puestos de comercio.

Era todo tan animado aquí afuera mientras que yo pasaba mis días encerrada sin poder hablar con nadie, estudiando y aguantando todos los maltratos de aquellos que decían ser mi familia que me sentí algo triste.

«Me pregunto si ¿estaría bien confiar en el príncipe heredero? Después de todo confíe en aquella sonrisa de Dante y fue todo un horror desde aquel día. ¡No, el príncipe no será así, en el libro lo describieron como alguien bueno y que luchaba en contra de los malvados adoradores del dragón! Bien Monserrat tratemos de hacerlo bien, él es la única salida de ese infierno. Debo ayudarlo con lo poco que sé sobre la rebelión y sobrevivir.»

Al llegar me recibieron unos sirvientes.

- ¡Saludos princesa Rousent! Mi nombre es Mary la doncella principal del palacio del príncipe heredero, es un honor escoltarla hacia el jardín en donde su alteza real la espera.

«¡Uh! De alguna manera no sé porque siento que tiene el aura de Sofía, bueno quizás es porque también es la doncella principal»

Caminando por el palacio era un edificio tan majestuoso y grande que pensé que si alguna vez andaría sola por aquí me perdería por días.

Al llegar al jardín las doncellas inclinaron la cabeza para despedirse. Allí estaba sentado el príncipe de forma tan elegante mientras leía un libro, era como ver una obra de arte. Me acerqué e incliné agarrando con la punta de mis dedos mi vestido para saludarlo.

- ¡Saludos a su alteza real príncipe heredero!

- ¡Oh! Monserrat discúlpame me dijeron que estabas por llegar, pero no me avisaron que habías llegado sino hubiera ido yo mismo hasta la entrada a recibirte.

Él se veía un poco apenado y ese lado suyo me hizo sentir aún mucho más confiada de poder estar a su lado.

- ¿Cómo has estado? Espero que no haya sido un inconveniente el haberte invitado tan repentinamente.

- ¡No, no, no para nada su alteza real! En realidad, me emocionó mucho recibir su carta y poder conocer el palacio imperial. –dije con alegría y timidez.

- ¡Jajaja me alegra! Pero sabes Monserrat ¿No recuerdas que debes llamarme Frederick?

-Pe...pero su alteza estamos en el palacio imperial.

- ¡Jajaja eres graciosa Monserrat! Tranquila puedes permitirte esto nadie dirá nada.

-Mmm... ¡de acuerdo Frederick! – le dije feliz.

- ¡Así está mejor! Ahora disfrutemos de nuestros bocadillos espero que sean de tu agrado.

Los bocadillos estaban a otro nivel de lo delicioso en especial una tarta de fresa con chocolate blanco.

«¡Ups! Me comí la tarta de fresa en un abrir y cerrar de ojos sin darme cuenta»

-Me complace que la tarta de fresa de nuestro chef haya sido de tu agrado -dijo el príncipe de forma risueña.

Me sentí algo avergonzada, pero también ver la sonrisa del príncipe me hacía sentir muy a gusto.

-Monserrat mira aquí traje este libro sobre aves, lo estaba releyendo mientras esperaba por ti, pensé que podría gustarte.

- ¡Sí me encantaría!

Leímos y conversamos sobre aquellas aves del libro incluso hablaba de un ave mágica de diversos colores que tenía plumas que brillaban bajo el sol y durante la noche emitía una luz azul, estaba casi extinta y era muy raro poder verla también había una pequeña leyenda sobre que si alguna vez esta ave en la noche su luz se tornaba verde en vez de azul y pedías un deseo podría hacerse realidad.

El príncipe me regaló el libro que leíamos y luego me fui a casa.

. . .

Los días transcurrían y mis días se habían hecho mucho más alegres pues todos los días Frederick y yo hablábamos por correspondencia o nos visitabamos el uno al otro, la duquesa ya no me pegaba, aunque Dante aún seguía haciéndome sus bromas ridículas para humillarme, continuaba con mis estudios y en las noches leía para dormir el libro que Frederick me había dado.

En la clase de historia el profesor de historia me contaba que el general y el joven caballero que se habían quedado con el emperador fueron premiados con los títulos de duques por su valentía y lealtad al quedarse a su lado en la cueva. El general Lucius Herald era un conde en aquel entonces fue nombrado duque Lucius Rousent y el caballero Kelly quien era solo un plebeyo fue nombrado duque Kelly Escalante. Ignis se convirtió en la capital del imperio mientras que a Rousent se le dio el territorio del sur y a Escalante el norte.

En el centro se encontraba Ignis, al sur estaba Nethuns, al este Chamsin, al oeste Ruah y al norte Izass.

Al salir de mis clases me dirigí apresuradamente al anexo.

«Hoy la profesora François exageró bastante con las clases de baile y se me hizo muy tarde Aahh»

A pesar de que me dolían los pies casi corría porque seguro la carta de Frederick había llegado desde temprano como de costumbre, quería ir a leerla y que me diera tiempo responderle y no esperar hasta el día de mañana para enviarla.

Cuando llegue a mi habitación estaba Dante sentado en mi cama como si fuese el dueño leyendo todas las cartas que Frederick me enviaba.

- ¿Qué diablos haces Dante? ¿Has perdido la cabeza? ¿Por qué entras a mi habitación y revisas mis cosas?

«¿Será una de sus estúpidas formas para molestarme?»

- ¿Acaso quien perdió la cabeza fuiste tú al llamarme por mi nombre cuando sabes que debes llamarme joven maestro cuando estemos a solas? Sabes que soy el sucesor y todo en Rousent es mío.

Noté que había un hermoso arreglo de rosas encima de la cama.

- ¡Devuélveme mis cartas Dante y sal de mi habitación!

-Insolente ¿Cómo te atreves a gritarme? ¡Oh! de casualidad ¿ya notaste el regalo que ese idiota del príncipe te envió? Creo que el pequeño pajarito realmente a olvidado su lugar.

Dante me miró con una extraña mirada que nunca había visto, él siempre estaba con esa sonrisa burlona en su cara al mirarme, pero esta vez era una cara llena de ira.

Ató mis muñecas con una de mis cintas y me llevó a rastras al establo de gallinas. Solo de ver aquel establo mi cuerpo temblaba y se llenaba de miedo, él allí me dijo:

- ¿Acaso creíste que porque madre ya no te golpea yo no podría hacerlo? ¿Crees que el príncipe heredero te protegerá?

Tomóuna cubeta con agua y sonrió.