—¿Mugon?
Sus músculos relajados revelaban su frágil cuerpo hecho de papel.
…¿Te has dormido sobre mí? ¿Qué tan despreocupada eres como para darte ese lujo?
Con cuidado, sin soltarla por su abdomen, dejé que su espalda cayera sobre mi hombro. Exponía su débil cuello cerca de mí, aun dormida aparentaba seducirme.
Por mi culpa salió de su horario de sueño, no era extraño su agotamiento.
Yacía tan desprotegida y dormida que despertaba mi necesidad e instinto de protegerla. Dejé que descansara como agradecimiento.
⸎
Al cuarto de hora, pinché su moflete para despertarla.
—Deberías regresar a casa y dormir. —No hubo reacción e insistí con más fuerza; adormecida, volvió en sí—. Despierta, mi bella durmiente —bromeé.
Ruborizada, abrió de par en par sus ojos, tapó su entrepierna y escribió en el móvil:
«¿Lo has soltado dentro?»
—…¿Eh? —Tras un silencio, continué—: Creo que lo has soñado… —Hice una pequeña risa de la cual se preocupó todavía más.
«¿De verdad no me hiciste nada?» —Más que preocupada, parecía decepcionada.
Se notaba que la falta de sueño le afectaba. Volví a repetirle que era tarde y que debería irse.
—¿Quieres que te acompañe?
Asintió con la cabeza; antes de salir me trató la herida.
Ambos nos pusimos el pijama. Vestía uno ligero y corto: su blusa era naranja junto a unos pantalones cortos negros, ambos de bordes blancos y estampados de pájaros en los laterales.
Yo utilizaba el único que tenía en forma de disfraz.
Me sujetaba la mano para salir en sigilo; pero actuaba extraña, en vez de ir afuera, estábamos subiendo. Quería preguntarle el porqué, pero su poder lo evitaba. A unos pasos de la habitación, puso un segundo el dedo en vertical en señal de silencio.
…Aunque digas eso, no podía hacer ruido…
Se dirigió a la habitación opuesta de Nugu. Desconocía lo que había detrás; ella quería entrar. Una vez adentro, se apreciaba que era la de invitados, con un montón de cajas semiabiertas con cosas que sobresalían y que no divisaba por la oscuridad.
Me llevó cerca de la cama, se sentó y le dio golpecitos para que me pusiera a su lado.
—¿Por qué me has traído aquí? —Me senté y envió mensajes:
«(Hoy a las 3:13) Mañana te lo explicaré.
(Hoy a las 3:13) Hoy me quedo a dormir; Tira y Nugu están durmiendo juntas. Lo siento, tengo mucho sueño, durmamos juntos»
Me abrazó tumbándonos como si fuera su peluche, cerró los ojos evitando discutir la situación. Me sentiría mal molestarla; sabiéndolo, se aprovechó para llegar a esa situación.
—¿Estás despierta? —susurré sin respuesta—. Puedo dormir en el suelo.
Con sutileza, la intenté separar; en cambio, usó más fuerza.
Existía la posibilidad de que estuviera fingiendo y esperase a que durmiera para aprovecharse de mí, por lo que decidí luchar contra el sueño.
⸎
Desperté con mi cuerpo ligero como si fuera la primera vez que dormía de verdad. Media hora de estar pegado a ella vigilando a que no me hiciera nada, caí rendido.
Reaccioné a mi incertidumbre pensando que ya era tarde. Descansaba en su pecho, seguía dormida sin usar la fuerza de hace unas horas.
Por la ventana se apreciaba el alba; pasaron más de cuatro horas desde la ducha.
Desprendía una fragancia adictiva, sudaba por el calor de abrazarme tanto. No me quería alejar de ese olor, pero con esfuerzo, me separé.
Me giré al lado contrario con el móvil y medité en cómo solucionaría el problema de Nugu.
Al cabo de una hora oí la puerta de Nugu, parecía hablar con Tira dirigiéndose al salón.
A la media hora sonó una alarma proveniente del móvil de Mugon. Inesperado por ello, me asusté y no volteé a mirarla; se movió y la apagó.
Como si de nuevo se fuera a echar a dormir, me abrazó acomodándose. Su adictivo olor se acercó de nuevo.
—Mugon… —Giré la cabeza para mirarla; medio dormida, sus labios tocaron mi mejilla.
Me puse a cuatro patas sobre ella sin dejarle escapatoria y, sin soltarme, intentaba abrir los ojos. Estaba demasiado expuesta, ni siquiera intentaba defenderse.
—Si continúas así, no aguantaré más…
Le hice una travesura para que se diera cuenta de la situación y le hice un chupetón en el cuello. Se despertó en un santiamén, pegó un pequeño salto y me abrazó con fuerza. Paré y de a poco perdió fuerza; la miré a la cara, se encontraba más ruborizada que nunca.
—¿Por fin te has despertado? —Le dirigí una sonrisa traviesa y me tumbé.
Al igual que yo, sin previo aviso, se sentó sobre mi regazo e hizo lo mismo, pero me agarró las muñecas para que no pudiera moverme.
Al separar sus labios, un rastro de saliva revelaba la intensidad de sus intenciones. Cuando paró y reveló su cara, noté algo chocante: su pantalón estaba mojado; hizo un espasmo de cadera y la frotó en mi entrepierna.
Ambos nos sentíamos excitados, ella el quíntuple que yo y siendo agresiva, debía detenerla. Forcejeé, pero… después de todo era un hikikomori, no destacaba por mi fuerza.
Intentó besarme, pero giré mi rostro a tiempo; en consecuencia, chupeteó mi cuello.
—Es demasiado pronto. ¡Aún no somos pareja! —No entraba en razón y proseguía frotando la cadera—. ¡Detente!
Perdió la cordura, ni siquiera oía, lamió mi cuello de abajo a arriba.
…No quería usar mi as en la manga, sé que será vergonzoso para ti; pero no me dejas otra opción…
—¡¡Nugu, Tira!! ¡¡Ayuda!! ¡¡Mugon ha perdido la cab…!! —grité a pulmón, eran mi última esperanza. Juntó y atrapó mis muñecas con facilidad con una mano, la otra se la puso en la boca para silenciarme.
Entre dedos se relamió excitada a un punto inimaginable. Cada vez me ponía más nervioso, sentía que llegaríamos a un punto de no retorno.
En seguida apareció el equipo de rescate: Tira salió de una sombra, la enredó y la alejó de mí.
—Sabía que acabaría pasando —dijo al salvarme.
Tenía el cuello mojado de chupetones.
—¿Por qué?
—Al evitar tantos años una relación, enloquecen sus impulsos de hacer sentir bien a su pareja y a sí mismos. No es raro la erotización en los dioses; además, las zonas erógenas son más sensibles.
…Alguna desventaja debía tener tantos lujos…
Con retraso, Nugu entró nerviosa:
—¿¡E-Estáis bien!?
⸎
Al calmarse, ducharse y de explicar la situación, nos sentamos incómodos en la mesa.
Desde que despertó, no nos dirigimos la palabra. Yo evitaba el contacto visual. Aún tenía sus marcas que ella ojeaba culpable.
Nugu y yo intercambiamos miradas, pero la apartaba sin intenciones de perdonarme.
Mugon se percató y la asustó con la mirada; su cola se tensó, se levantó y se arrodilló frente a mí.
—S-Siento lo de ayer, p-perdóname. —Su voz estaba quebrada, tomándoselo en serio a punto de lagrimear.
—No pasa nada, todo se arregla hablando. —Me preocupé ya que era malo tal exageración.
—Pero me comporté como una idiota, sé que sólo me protegías…
—También tengo parte de la culpa. Vi que le tenías miedo, pensé que te molestaría.
Me miró y volvió a pegarla contra el suelo.
—L-Lo siento… Sí que le tengo miedo…
—¿Por qué? ¿Qué te ha hecho?
Levantó la cabeza con ojos acuosos y miró al suelo traumada.
—Todavía no, p-pero… cuando salgo con Chi y la abrazo, me clava una mirada escalofriante… Hay veces que nos separa caminando juntas como si fuera un accidente…
…Waa- No intenta ocultarlo sus celos…
—No te preocupes, te perdono, y… felicidades; no sabía que lo era, siento no haberlo dicho antes…
Aún con ojos llorosos, se alegró de oreja a oreja y volvió a reverenciar.
—¡Koly!… ¡Gracias!… ¡Lo siento de verdad! —Me abrazó y acaricié su cabeza en un pacto de compasión por ambas partes.
—No te preocupes, siento haber sido tan frío…
—Entonces, ¿hasta dónde llegaste con Mugon? —curioseó Tira con una risa calculadora.
—Ya os he dicho que no le hice nada. ¿Por qué lo haría?
Feliz, Nugu se sentó sobre mí y la abracé con naturalidad como si fuera un peluche.
—¿Y esa marca de su cuello? ¿No me dirás que se dislocó el cuello para hacérselo sola? —preguntando, tapó con la mano su sonrisa maliciosa.
Mugon enseguida acarició y tapó la marca con la misma curiosidad.
—Eso fue porque me estaba provocando demasiado… —Abochornado de mis actos, aparté la mirada con mi mandíbula sobre el pelo de Nugu.
—¿Y te gustó su sabor?
…¿Qué pregunta tonta es esa? Claro que me gustó-
—Ya veo, ya veo, conque te cautivó y te gustaría repetirlo.
…¡Esta niña! Mente en blanco…
Mugon, exponiendo el cuello, acercó su silla a mí queriendo lograr algo.
—¡No he dicho todo eso! ¡No la escuches!
Tira se tronchó a reír:
—Estáis hecho el uno para el otro, fiu —comentó con malicia como una niña intentando acelerar la relación de su amiga.
—Sería bonito que fueran felices, ¿verdad? —confesó Nugu con pura inocencia.
…Nugu… ¿Cómo puedes tener un corazón tan limpio?…
—A todo esto, ¿por qué dormisteis aquí?
Nugu elevó la mirada hacia mí y yo la bajé en duda a su extraña interacción; después, sonrió.
—¿Ya lo podemos revelar? —preguntó inocente a las demás como si tratara de una sorpresa.
—Sí, en algún momento se tenía que enterar. —Tranquila, Tira sorbió de su taza.
—Koly —llamó mi atención y abofeteó con la cola mi cara—. A partir de hoy vivirán con nosotros.
—Ya veo…
…Lo imaginaba por las cajas del suelo de la habitación en la que dormí.
—¿Q-Qué sucede? ¿No estás contento?
…¿Cómo le digo que no me gusta vivir con tanta gente? Estar con Nugu era suficiente.
—Se podría decir que me gusta vivir en un ambiente tranquilo. ¿Y por qué se mudaron de repente?
—¿Eres tonto? —cuestionó Tira con sarcasmo y prosiguió bebiendo.
—Me ha quedado grabado en carne que Mugon me quiere, pero todavía no somos pareja. Además, ¿por qué incluso tú te has mudado? ¡Es lo que no entiendo!
Esbozó una sonrisa presumida sin responder.
…¿Sigues con la idea de juntarnos aun si es a la fuerza? ¿Es eso?
Gesticuló irónica con las manos en aires de no saberlo y suspiré por las prisas que me adjudicaban.
—No negaré que me está gustando, pero eso podría cambiar después de conocerla más; hasta entonces prefiero tomármelo con calma —opiné sombrío, miré al suelo en el lado opuesto en el que se encontraba sentada.
Calladas, Tira prosiguió:
—Por eso está aquí, quiere dejarse conocer.
No estaba equivocada, pero no era tan simple.
—Me gustaría algo más de tiempo, hay cosas que quiero confirmar por mí mismo.
Mugon afirmó con la cabeza con la mirada en los chupetones:
«¿No te duele? Lo siento…». Acarició preocupada mis marcas.
—Estoy bien. La culpa es mía, lo siento.
Expresó una sonrisa y me acarició la cabeza de forma infantil. Temía que volviera a enloquecer, estaba a un paso de babear de tanto toquetearme.
Miré la hora; levantándome, alcé a Nugu como un gato largo y la dejé en el suelo con cuidado.
—Tengo que salir.
Las tres quedaron desconcertadas de mi iniciativa sabiendo que no me gustaba.
—¿A-A dónde vas? —preguntó Nugu extrañada.
—Es un secreto. —Reí con malicia.
—¿A un prostíbulo? ¿Para qué si tienes a Mugon?
—¡No! ¿¡Por qué iría a ese sitio!? —exclamé ante la poca autoestima que me tenía Tira.
«¿Necesitas ayuda para conectar el TIS?»
…De seguro quieres que te abrace, sabía que pasaría, por eso me he preparado esta vez.
—No te preocupes, no hace falta que me acompañéis. Nos vemos luego. —Salí apresurado para que no me ametrallaran con preguntas.